Mario Rodríguez, abogado y comunicador.
El próximo 1 de diciembre está programada la “Maratón de Valencia”, una de las más rápidas del mundo, y quizás, la que ha tenido una mayor proyección en todos los ámbitos, pues, su recorrido es uno de los más amigables para los maratonistas. De hecho, hace poco menos de un mes, se alcanzó el récord mundial de media maratón en dicha ciudad (Jacob Kiplimo, 57:31).
Esta maratón ha venido ganando adeptos en todo el mundo, y Costa Rica no es la excepción, pues cada año son más los “ticos” que se preparan para llegar a la meta cumpliendo los objetivos trazados a lo largo de su preparación. Porque, efectivamente, una maratón (42195 metros) no es correr y hacer bombitas, sino que implica un planeamiento de al menos cuatro meses, contando con un entrenador debidamente capacitado, pruebas médicas, indumentaria adecuada, alimentación ajustada a los parámetros establecidos, y muchos kilómetros de entrenamiento, con distancias semanales que irán aumentando de forma progresiva, hasta afinar el cuerpo para esa difícil contienda deportiva, sí porque se lucha contra uno mismo.
Pero, no solamente esos elementos hay que ajustar, pues, en el caso de los costarricenses, conlleva un esfuerzo económico importante para “brincar el charco”, y llegar hasta la Comunidad Valenciana, en donde, además, será indispensable conseguir el hospedaje, cubrir los gastos de transporte terrestre desde Madrid, así como, la alimentación para una semana por lo menos, llegando un jueves o viernes, y corriendo domingo, para luego, emprender el regreso a casa con la medalla colgada en el pecho. Es decir, hablamos de muchos euros, por ello, el evento climatológico padecido en Valencia puso de cabeza la preparación de todos los corredores inscritos.
Las maratones a través de los años han venido teniendo más importancia global, aunque, durante la pandemia, hubo un decaimiento por razones obvias, ahora son más y más, los “locos” que corren todas las madrugadas para cumplir sus metas personales, y, el evento fatídico de la naturaleza ha significado un punto de inflexión para los organizadores, los corredores, y para los valencianos en general.
Lamentablemente, cada vez que una maratón sufre contratiempos, ello es sinónimo de sufrimiento para miles de personas, por ejemplo, durante el mes de noviembre de 2012, la “ciudad que nunca duerme”, se preparaba para una fiesta más, pero, el huracán Sandy tenía otros planes, pues, su efecto devastador dejó una estela de desolación en el Caribe y en los Estados Unidos de América, con los siguientes números: “… 132 muertos en Estados Unidos, que se sumaron a las 60 víctimas mortales que dejó el huracán a su paso por el Caribe. Los datos muestran que en New York, cerca de 305.000 edificaciones fueron afectadas por el evento, mientras que en New Jersey, el estimado alcanzó los 72.000 inmuebles”.
Incluso, fue tan complicado tomar la decisión que, esta llegó tan solo dos días antes del evento, en donde, el mismo alcalde aceptó que las presiones lo obligaron a suspenderla, generando que, una gran cantidad de corredores llegaran a Nueva York para participar. Detalle interesante, hubo mucha solidaridad y comprensión de parte de los corredores, al punto de que, muchos hicieron donaciones a la ciudad, y el mismo domingo, corrieron su maratón alrededor del Parque Central, emulando las primeras ediciones que tenían dicho recorrido. También, la maratón de NY del 2020 fue suspendida meses antes, por la pandemia del COVID- 19, siendo, las dos únicas ediciones que se vieron frustradas en toda su historia.
En el mismo sentido, no se puede olvidar lo acaecido en la maratón de Boston del 2013, en donde, dos jóvenes hermanos de origen checheno hicieron explotar dos bombas caseras, con 3 personas fallecidas, y 260 heridos, y un terrible pánico en todo el mundo. Tal fue la resiliencia de la ciudad de BOSTON que, surgió el lema “BOSTON STRONG”, una clara manifestación de fuerza en contra de los atentados terroristas que buscan ocasionar miedo en el planeta.
Ahora, toca hablar de Valencia, con más de 225 fallecidos, 17 desaparecidos, y 31 mil millones de euros en daños, como producto de la DANA, y la riada que barrió todo lo que se encontró a su paso. Decía que, sin duda alguna, han sido momentos complicados para los organizadores de la maratón de Valencia, pues, se cierne sobre ellos la dificilísima decisión de correr o no correr, sobre todo, con el dolor vigente en tantas personas que perdieron familiares, o los que lo han perdido todo, materialmente hablando.
Esta decisión tiene pros y contras, en las dos vertientes posibles, por ejemplo, si se corre, ello favorecerá la llegada de recursos, para los hoteles, transporte, los restaurantes, y generará una reactivación necesaria para la comunidad valenciana; además, la organización se ha comprometido a donar fondos para la reconstrucción, ello por medio “… de tres líneas de recaudación de fondos:
1. Aportación del evento: 3 euros por cada corredor que cruce la meta.
2. Contribución de patrocinadores: comprometidos a sumar recursos.
3. Donaciones voluntarias: a través de un «dorsal cero» en una plataforma habilitada para quienes deseen colaborar, independientemente de participar en la prueba (https://www.vozpopuli.com/deportes/polemica-maraton-valencia-escenario-guerra.html).
Del mismo modo, la destrucción no afectó los sitios por donde transcurre la carrera, y, el costo económico de suspender la actividad sería millonario para la organización, pues, se han elaborado todos los paquetes de corredor, los cuales llevan camisa, la medalla, etc.
Pero también la decisión ha traído quejas, reproches, y opiniones en contra de la celebración de la actividad, sobre todo por medio de las redes sociales, con cuestionamientos hacia la organización principalmente, al haber aún personas desaparecidas, así como la verdadera capacidad de la ciudad para gestionar el evento, cuando la normalidad no llega todavía.
En fin, se trata de una situación muy complicada, en donde cada uno tendrá su opinión, y espero que haya sido la decisión correcta para el evento, para la ciudad, y para los corredores. No olvidemos que la liga española de fútbol siguió su curso, así que no se vale emprenderla en contra de una maratón que se desarrollará un mes después de la tragedia climática, y que traerá recursos económicos frescos para la economía.
Por cierto, muchos éxitos a todos los costarricenses que estarán en dicha actividad llena de kilómetros solidarios para el pueblo valenciano, y finalizo parafraseando a Jorge Valdano: “quizás, en estos momentos (en Valencia) correr es la cosa más importante entre las cosas menos importantes”.