Arturo Fournier, abogado jubilado y exdiplomático.
Semana del 30 de diciembre del 2024 al 4 de enero del 2025
Se nos acaba el año. Deseo todo lo mejor a lo-as lectores de la Revista, a las personas que aquí publican sus pensamientos, opiniones o informaciones, y de forma muy especial a Fernando Fernández, director, y Adriana Núñez, editora, por darnos a todos la posibilidad de compartir con ustedes nuestras inquietudes y propuestas.
En el Mundo
Al iniciar el año, el 1º de enero de 1942 (hace 82 años), en el fragor de la IIª guerra mundial contra el eje nazi-fascista, se utiliza por primera vez el término «Naciones Unidas», ideado por Franklin D. Roosevelt, a través de un comunicado conjunto, firmado por 26 países.
En 1919 luego de terminada la primera guerra mundial se había hecho un intento por unir a todo el mundo, en un organismo internacional conocido como la “Sociedad de las Naciones”, pero tuvo muchas deficiencias que dificultaron su funcionamiento y eficacia. De ahí que ya en plena segunda guerra mundial, los líderes buscaran alternativas para el futuro.
Llama mucho la atención este hecho, puesto que al estar el enfrentamiento todavía en plena desventaja para los países que buscaban derrotar los oprobios de los nazis y de los fascistas, resulta sorprendente que los líderes de los Aliados pensaran en un mejor futuro, de entendimiento y de cooperación a todos los niveles, y no sólo en el desarrollo de la guerra, de las armas y del contingente humano con que lo iban a enfrentar.
Hoy en día muchos critican y algunos hasta quieren liquidar y cerrar el organismo que luego se creó -las Naciones Unidas-, porque algunos quieren más, que tenga mayor eficacia, que logre la paz y los fantásticos presupuestos de su carta de creación; a lo que siempre les respondo: “si una persona está enferma, ¿cuál es la solución?: matarla porque no se cura, porque su organismo no funciona bien, o bien: pensar en una forma positiva de curación, para que esté sana y en plena capacidad de cumplir con su vida y sus objetivos”.
Debemos seguir pensando en que todo es mejorable, para contribuir con nuestros esfuerzos a que tengamos un mundo mejor, ecológicamente balanceado y sin armas de destrucción.
El 31 de diciembre de 1992 (hace 32 años), durante el último día de año, se consolidó la desaparición de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas), lo cual causó fuertes sentimientos, tanto de alegría en unos que veían el fin de un régimen que los asustaba o al que odiaban, como de tristeza para muchos otros que habían compartido los ideales de construcción de una mejor patria para todos, donde no iba a haber pobreza, ni explotación, ni diferencias de clase.
Terminaba así un experimento que duró 75 años, iniciado en 1917, cuando los bolcheviques, liderados por Lenin, Trotsky, Bujarin, Zinoviev, Lunacharsky y muchos otros líderes revolucionarios, quisieron acabar con las injusticias y la opresión del régimen zarista que había oprimido a su pueblo durante muchos siglos.
Quisieron cambiar el mundo, aplicar unos ideales que nunca antes se habían puesto en práctica, “tomar el cielo con las manos” (como definió Marx el intento fallido de la Comuna de París, en el siglo XIX); pero, a pesar de que el tipo de régimen se extendió luego a muchos otros países, no se logró consolidar, por fallas y errores propios, así como por la férrea oposición de muchos países y de muchas personas, que todavía al día de hoy lo adversan y tienen conceptos preconcebidos sobre los errores o desviaciones que se cometieron, especialmente durante la época represiva de Stalin, quien persiguió y reprimió hasta a muchos de sus compañeros de revolución, a los mismos fundadores del partido comunista.
Al terminar el régimen socialista, sus enemigos se congratularon de haber “ganado la guerra fría”, y haber eliminado ese “imperio del mal”, como lo definió el presidente Reagan.
También el 31 de diciembre, pero de 1999, hace 25 años terminó la transferencia del Canal de Panamá y el retorno de la soberanía plena sobre todo el territorio, como consecuencia de los Tratados Torrijos-Carter de 1977, de cuya existencia parece no estar al corriente el presidente electo de los Estados Unidos.
Esos instrumentos jurídicos internacionales, “garantizaron que Panamá obtendría el control del Canal de Panamá después del año 1999, poniendo fin al control del canal que Estados Unidos había ejercido en el mismo desde 1903”.
Nuestro hermano país ha tenido una intensa historia de dependencia y limitaciones, primero fue parte del imperio español, luego de la Gran Colombia, y después la Unión Americana, como consecuencia de la construcción de la ruta interoceánica.
En estos días ha circulado un video, con declaraciones muy respetuosas, pero contundentes, del actual presidente de Panamá José Raúl Mulino, explicando el por qué el canal les pertenece y cómo ellos lo han sabido administrar y mejorar desde que les fue devuelto, como país independiente que son, siendo a partir de entonces los dueños de su propio destino y de la forma en que manejan sus recursos, razón por la cual tienen pleno derecho a decidir sus normas comerciales, forma de mantenerlo, la definición de las tarifas, costos operativos y necesidades de mejoramiento y modernización.
Nos recordó el mandatario que el canal es patrimonio inalienable de esa Nación, que no es ni será manejado por ningún otro país, que la República continuará siendo neutral, razón por la cual exige respeto a todos los bloques, para las decisiones soberanas que tomen.
En Costa Rica
Un 04 de enero, en 1945 (hace 80 años), muere en San José Ricardo Jiménez Oreamuno, uno de los políticos más notables y destacados de Costa Rica, especialmente durante la primera mitad del siglo XX. Se le considera el principal y último gran caudillo liberal de Costa Rica.
De profesión abogado, fue un líder político del Partido Republicano Nacional, quien se desempeñó como Presidente en tres ocasiones no consecutivas: 1910-1914, 1924-1928 y 1932-1936, lo que añoran y desean algunos de los políticos actuales.
Nació el 6 de febrero de 1859 en Cartago, hijo de otro gran político: Jesús Jiménez Zamora, quien también fue presidente en dos ocasiones y primer designado en otra ocasión, tres administraciones igual que su hijo.
Se destacó como Presidente de los tres poderes de la República, no sólo encabezó varias veces el Poder Ejecutivo, sino que también -por vías normales, no de excepción ni como consecuencia de violación al ordenamiento jurídico, como pretende alguno hoy en día- ocupó la máxima posición de los otros dos pilares del República, de los Poderes Judicial y Legislativo, hazaña digna de los récord Guinness, que no ha repetido ningún otro costarricense.
Tenía un tremendo ingenio y sus “salidas” eran muy inteligentes y simpáticas, como la relativa a la condición de una mujer que amó, o la respuesta a la persona que le llegó a pedir indemnización por una vaca atropellada por el tren, a quien respondió que si le demostraba que el tren se metió al potrero donde estaba la res y no al contrario, él como Presidente se la pagaría. Igualmente, con fisga rechazó la información del Embajador de los Estados Unidos, de que los marinos desembarcarían en Costa Rica, para defender los intereses de la United Fruit Company, durante la huelga obrera de 1934, ya que “la soberanía de los países se pierde sólo una vez”, implicando que después nos iban a volver a invadir por diversas razones y en muchas oportunidades, como ya había sucedido con Cuba, Nicaragua y otros países.
Vale la pena recordar el gran legado que dejó al “impulsar la reforma del sistema electoral” que fue “fundamental para reforzar la posición del electorado frente a los partidos y a las autoridades de gobierno, contribuyó a democratizar la política costarricense en las primeras cuatro décadas del siglo XX”.
Fue fiel a su concepción liberal de la política, por lo que respetó a los demás partidos, aunque fueran opuestos a sus concepciones, inclusive del Comunista, con el que no compartía la ideología.
Se han escrito varios artículos y libros sobre su vida y gestión, que vale la pena estudiar.
Su condición de estadista resalta aún más, entre otras razones, porque, a pesar de la difícil situación financiera del país y de los ataques que se formularon contra su Gobierno, mantuvo las libertades, la democracia y la gratuidad de la enseñanza.
No insultaba a sus adversarios, enfrentaba las críticas y cuando vio que su misión estuvo cumplida, prefirió retirarse a sus actividades privadas, antes que tratar de retorcer o irrespetar las normas jurídicas, para continuar en el poder a costa de cualquier subterfugio o irregularidad, como hacen algunos hoy en día, incluso por medio de sus asesoras legislativas.