El Ángel de Piedra: un corazón nonagenario al descubierto

El Ángel de Piedra: un corazón nonagenario al descubierto

“No es lo que tenemos en la vida sino a quiénes tenemos, lo que realmente importa” (Margaret Laurence)

Adriana Núñez, periodista Visión CR

Publicada en 1964, El ángel de piedra es un clásico contemporáneo en el que la protagonista principal es “Hagar Shipley” uno de los personajes más memorables de la literatura canadiense; la obra es una emotiva novela plena de realidades, que puso sobre el tapete literario el enorme talento de su autora, Margaret Laurence, calificada por los críticos como “una escritora con la extraordinaria habilidad de entender el funcionamiento del corazón”.

Laurence (1926-1987) creció en una pequeña ciudad llamada Neepawa, en la localidad de Manitoba, Canadá. En 1947 se graduó en el United College, conocido actualmente como Universidad de Winnipeg y ese mismo año se casó con el ingeniero John Laurence, con quien procreó dos hijos.

Durante cinco años y debido al trabajo del esposo, la familia viajó primero a Inglaterra y posteriormente residió en África. En 1962, poco después de divorciarse de John, Margaret y sus hijos volvieron a suelo inglés, donde encontró la inspiración para escribir su famosa serie de novelas ambientadas en “Manawaka” una localidad ficticia que la autora utilizó en varias de sus publicaciones.

La primera de ellas fue precisamente “El ángel de piedra”, obra que en su natal Canadá -adonde regresó 11 años más tarde- es aún hoy, de lectura obligatoria para estudiantes de colegio.

Y es que aunque la publicación del libro data de hace seis décadas, su contenido sigue tan vigente como entonces, pues con gran acierto la escritora aborda temas relativos a la soledad, el “edadismo” -es decir la discriminación que se ejerce hacia las personas de edad avanzada- y por supuesto, la vejez.

Margaret Laurence, escritora canadiense

Además de “El ángel de Piedra, que apareció en1964 y que ha sido reeditada gracias a Libros del Asteroide -editorial independiente fundada en Barcelona en el año 2005- Margaret Laurence también produjo más obras significativas tales como: A Jest of God (Una broma de Dios,1966), The Fire-Dwellers (Los moradores del fuego, 1969), A Bird in the House (Un pájaro en la casa,1970) y The Diviners (Los Adivinos,1974).

Margaret Laurence también creó el Fondo para Escritores de Canadá, una organización literaria sin fines de lucro cuyo propósito es impulsar y apoyar los esfuerzos de los autores y comunidad canadienses.

La autora quien también produjo relatos cortos, falleció en la ciudad canadiense de Selwyn, a los 60 años de edad.

Un personaje inolvidable

Claramente para Margaret Laurence, cada hombre y mujer afronta la vida de modo distinto y así también cada uno percibe la proximidad de la muerte.

Según los editores, en su magistral obra, “El Ángel de Piedra”, Laurence crea un personaje nonagenario, a quien nombra Hagar Shipley. Es una mujer terca por naturaleza e inconformista, “quien vive con su hijo y su nuera, los cuales, cansados de cuidarla y a punto de jubilarse, están pensando en trasladarla a una residencia para ancianos. Ella en cambio, cree que todavía no ha llegado el momento y mientras espera ese fatídico día, rememora su vida”.

Ambientada en un lugar ficticio, cuya entorno corresponde a una localidad rural de Canadá, esta historia recoge las singulares memorias de Shipley, huérfana de madre, quien fue educada por su progenitor, un escocés orgulloso de su origen que regentaba la tienda principal de “Manawaka”. El relato, narrado por la mujer de 90 años, capta su lengua “caprichosa” y complicado carácter, facetas que le facilitan “atacar con ferocidad” a quienes se le pongan por delante.

Y es precisamente por esos “arranques” y por las crecientes dificultades para atenderla, debido a lógicos problemas de salud que por su edad se producen, que tanto el hijo como la nuera, piensan que lo mejor es ingresarla en una residencia, a pesar de que Hagar mantiene la mente lúcida. Es durante ese período, en momentos en que los familiares están discutiendo la posibilidad de sacarla de casa, cuando a la protagonista la asaltan cada vez más los recuerdos de su pasado, facilitándole realizar un repaso por su accidentada existencia.

 

Según la crítica, fue así, de manera natural y contundente, como Margaret Laurence supo darle voz a una mujer “auténtica”, nada complaciente, educada en un mundo en el que, especialmente para las féminas, las apariencias eran la clave de todo y en el cual la obsesión por el qué dirán, les impedía disfrutar de la vida y, en el caso de Hagen, ser a la vez, “más comprensiva con sus hijos y con un esposo que no era precisamente un genio, ni para los negocios ni para el trabajo”.

De ahí que al final de sus días, la mujer decide decir y hacer lo que le venga en gana, aunque eso suponga frecuentes enfrentamientos con su hijo y su nuera.

Así lo recalca ACE Prensa, al señalar: “A través de su incomparable narrativa, Laurence consigue, sin caer en lo melodramático, que nos identifiquemos no solo con un mundo diferente sino también con muchos de los puntos de vista de Hagar Shipley, sus inseguridades, temores y drásticas decisiones,”

 

 

 

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