Alfonso Chase: humanista, culto y mágico

Alfonso Chase: humanista, culto y mágico

  • A los múltiples premios recibidos por el valioso poeta y escritor costarricense, se suma ahora la Medalla Fray Luis de León, merecido reconocimiento a su trayectoria cultural y literaria.

Adriana Núñez, periodista Visión CR

“El poeta no es un filósofo, sino un clarividente” (Juan Ramón Jiménez, 1881-1958, escritor español)

(Foto de portada propiedad de La Nación)

Como corolario al Encuentro de Poetas Iberoamericanos organizado por la Universidad de Salamanca, celebrado este 2024 con sedes en México y Costa Rica, el poeta y escritor costarricense Alfonso Chase, recibió durante el acto de clausura -efectuado en el Centro Cultural de España en San José- la Medalla Fray Luis de León, otorgada precisamente por el ayuntamiento de Salamanca, localidad situada en la comunidad autónoma de Castilla y León.

El galardón, nombrado en recuerdo del afamado teólogo, poeta, astrónomo, humanista y religioso agustino español del Renacimiento, quien fue además una de las principales figuras de la poesía religiosa del Siglo de Oro, reconoce no sólo la estatura literaria de Alfonso Chase Brenes, sino también su trayectoria, dedicada a la promoción de la cultura en nuestro país y a apoyar a noveles escritores nacionales.

Justo homenaje a un costarricense que reúne no solo en el desarrollo de su oficio sino también en su quehacer personal, ideales humanistas que lo distinguen entre la multitud, como una figura única e irrepetible, de amplia cultura, probada solidaridad y enorme creatividad.

Genio, figura y magia

Mi familia y yo hemos tenido el enorme placer de conocer a Alfonso Chase desde hace muchas décadas. Integrante del Círculo de Poetas Costarricenses al cual pertenecían otras figuras relevantes tales como Jorge Debravo y Laureano Albán, frecuentaba con algunos de ellos las oficinas del periódico La República a mediados de los años 60 -cuando mi padre fungía como jefe de redacción- porque allí se surtían de papel y ocasionalmente se les brindaba espacio para sus publicaciones.

Alfonso Chase también recibió hace un tiempo, un Doctorado Honoris Causa por la Universidad Nacional

Fue durante esos encuentros donde se forjaron los lazos de una amistad indisoluble. Y también donde en mis hermanos y en mí -niños aún- contribuyó a sembrar Alfonso inquietudes intelectuales y artísticas que nos han acompañado siempre.

Nacido en el centro de Cartago el 19 de octubre de 1944, Alfonso desciende de una familia norteamericana de origen hebreo.

Realizó estudios secundarios en el Liceo del Sur, en barrio Cuba y superiores en la Universidad de Costa Rica y en la Universidad Autónoma de México.

A partir de 1965, año en el cual ganó el Premio Aquileo J. Echeverría, ha recibido innumerables galardones entre los que destaca el Premio Magón, obtenido en 1999.

Pero además de sus magistrales obras literarias -novelas, cuentos, ensayos, poesía, etc.- lo distinguen características personales tales como su fino sentido del humor, llano, en ocasiones sarcástico, pero como él, siempre elegante, que acompaña con su voz cálida, serena y una profunda y luminosa mirada. Escudriñador de almas, encuentra siempre la palabra indicada…

Amigo de sus amigos, leal como el que más, contribuyó a editar en un libro titulado “Visto y Oído”, las columnas periodísticas denominadas “Radar” que durante 7 años publicó mi progenitor en La República. Pero su cariño hacia nosotros era aún más evidente frente a mi mamá -de grata memoria- quien le correspondía con algún platillo cubano, preparado con esmero. Muchos años han pasado y aún hoy, para él sigo siendo “Adrianita”.  Y desde esos tiempos también pude aquilatar el inmenso amor que le profesaba a su propia madre, María Luisa, con quien compartía su hogar familiar.

EL poeta en plena faena de escribir…

La magia que vive en el interior de ese ser humano maravilloso que conocemos por el nombre de Alfonso Chase, es inagotable. La fuerza de su ingenio y creatividad proviene del aliento de los Dioses del Olimpo, mezclado con el susurro de Yemayá y aderezado con el vaivén salino del mar profundo, que en ocasiones se subleva y en otras, fluye pausadamente.

Autor prolífico, docente universitario, entre sus obras más importantes podemos citar:  Los reinos de mi mundo, 1965, Los juegos furtivos, 1967, Mirar con inocencia,1975, El tigre luminoso,1978, El soñador que se quedó dentro del sueño,1994, El pavo real y la mariposa,1996, Los herederos de la promesa, 1997, Ella usaba bikini,1999, Cuaderno de vida: antología poética, 2015 y Puro Cuento, 2018.

De su autoría hay otros muchos libros de cuento, novelas y poemas, que por cuestiones de espacio no he podido incluir porque para terminar esta sencilla reseña, me resultó necesario incorporar un fragmento de su poesía titulada “Soledad sonora” dedicada a Marjorie Ross, donde podemos vislumbrar los sesgos mismos de la vida en los que el sentimiento humano y la percepción de lo divino, transitan de la oscuridad a la luz:

“Dueño de la víspera te busco. Señor que es lámpara

y abismo y en sí mismo resplandece

mientras su propia luz incombustible

engendra la tiniebla, el caos, las voces

que se gritan improperios y alabanzas

y se estallan como dardos

en un punto infinito…”

 

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