Día mundial de la paz cobra vigencia en medio de tanta violencia

Día mundial de la paz cobra vigencia en medio de tanta violencia

  • La paz, como el acceso a la salud, la educación y la seguridad, es un derecho humano irrenunciable
  • Este 21 de setiembre se celebra el Día Internacional de la Paz, decretado así por las Naciones Unidas en 1981

Adriana Núñez, periodista Visión CR

Las guerras están por todas partes, incluso en nuestros vecindarios y calles. Violentas, asesinas, desmoralizantes. Algunas usan sofisticados armamentos, otras de forma solapada atacan la mente, la dignidad, la integridad física y moral de las personas. Todas destruyen…

Pese a los esfuerzos de muchos hombres y mujeres, la humanidad no ha logrado erradicarlas completamente de la faz de la Tierra. No obstante, obligados como estamos a dejarle a las generaciones que nos preceden un futuro mejor, ingentes esfuerzos se siguen desplegando desde distintos sitios del orbe.

Uno de ellos, establecido como efeméride mundial, es el que redundó en la escogencia del 21 de setiembre de cada año, como “Día Internacional de la Paz” designado así de forma unánime por la Asamblea General de Naciones Unidas (ONU) desde 1981, agregando de forma paralela, que se trata de una jornada para aquilatar la NO violencia y un alto al fuego.

Es una conmemoración especialmente significativa en este 2024, pues las matanzas que a diario se suceden -guardando las proporciones- lo mismo en regiones lejanas como la Franja de Gaza o Ucrania que en vecindarios de nuestra capital, San José, o en otras cabeceras de provincia, son el pan de cada día para millones de personas que por temor o indiferencia, poco a poco se han ido acostumbrando a los distintos tipos de violencia.

Por ello hemos decidido resaltar especialmente esta conmemoración tan importante, con la humilde pretensión de que nuestros lectores reflexionen sobre el tema y comprendan que cada uno de nosotros puede contribuir, de una u otra forma, a practicar, vivir, predicar y defender esa meta, a veces tan manoseada, que llamamos “paz”.

La miseria y el hambre constituyen graves obstáculos para alcanzar la paz social

¿Qué es la paz?

Tal y como lo señalan distintas organizaciones nacionales e internacionales, la paz no sólo es la ausencia de conflictos. “Convivir en paz consiste en aceptar las diferencias y tener la capacidad de escuchar, reconocer, respetar y apreciar a los demás, así como vivir de forma pacífica y unida”.

Según lo ha declarado la ONU, “no puede haber desarrollo sostenible sin paz, ni paz sin desarrollo sostenible”.

Desde la perspectiva psicológica, la paz es un estado “en el que nos liberamos de nuestras principales preocupaciones, miedos, estrés y sufrimiento”. Ello nos permite estar conectados con nosotros mismos y con quienes nos rodean, sintiéndonos plenos y satisfechos.

Y desde el punto de vista económico, esa paz se alcanza en el momento en que un individuo logra que sus ingresos pasivos mensuales igualen o superen sus responsabilidades financieras mensuales.

Ambos factores, contribuyen a que las personas logren un equilibrio emocional que también impacta favorablemente la salud física.

Por todo ello, el concepto de paz, es en nuestros días no solo muy relevante sino también un marcador importantísimo en la agenda de los gobiernos.

En un documento publicado en 2007 por Virginia Arango Durling, titulado “Paz social y cultura de paz”, el concepto constituye “un fin, un objetivo imprescindible para ejercer y disfrutar los derechos humanos; en otras palabras, la paz es sinónimo de promoción y respeto por los derechos fundamentales”.

Factores que atentan contra la paz

Consultados varios estudios y especialistas en la materia, hemos encontrado algunos elementos que una mayoría de ellos considera como obstáculos significativos los cuales quebrantan la paz individual y social.

La Mara Salvatrucha es uno de los grupos que se ha asentado en Costa Rica con nefastas consecuencias (Foto tomada de El Tayacán)

Entre ellos: la marginación, la violencia de género, la ausencia de libertad, la tragedia del hambre, desarmonía con respecto al medio ambiente, desestructuración de las familias, la falta de educación, carencia de valores en la sociedad, un alto porcentaje de la programación televisiva y los malos gobernantes.

Así también lo subraya un estudio dado a conocer por la Escuela Cultura de Paz, organización con estatus consultivo especial del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas.

¿Cuántos de estos elementos incluidos en esa lista que recién anotamos, están presentes en nuestra sociedad? Si somos sinceros, debemos decir que TODOS.

Y para irlos erradicando, es preciso apuntar, asertivamente, no solo hacia la administración política del país, sino también a lo interno de nuestras comunidades y núcleos familiares.

Con hambre no hay paz, Sin educación, tampoco. Como el acceso a la salud, a la familia, al respeto y a la seguridad, la paz es también un derecho humano del cual todas las personas y pueblos somos titulares.

“No es solamente un valor que deba regir las relaciones internacionales” ha dicho la UNESCO que agrega: “es un concepto mucho más amplio y positivo que engloba el derecho a ser educado en y para la paz; el derecho a la seguridad humana y a vivir en un entorno seguro y sano; el derecho al desarrollo y a un medio ambiente sostenible; el derecho a la desobediencia civil y a la objeción de conciencia frente a actividades que supongan amenazas contra la paz; el derecho a la resistencia contra la opresión de los regímenes que violan los derechos humanos; el derecho a exigir a todos los Estados un desarme general y completo; las libertades de pensamiento, opinión, expresión, conciencia y religión; el derecho al refugio; el derecho a emigrar y participar en los asuntos públicos del Estado en que se resida; y el derecho a la justicia, a la verdad y a la reparación efectiva que asiste a las víctimas de violaciones de los derechos humanos”.

Imagen de Naciones Unidas que refleja la destrucción en la franja de Gaza

Por ello, la ocasión es propicia para repasar los postulados antes citados y por supuesto, para tenerlos muy presentes, de manera que podamos vivir de conformidad con lo que enuncian y por supuesto, exigir que desde todos los estrados públicos y privados de nuestra nación, también se trabaje y actúe en concordancia.

“La paz es un don de Dios y, al mismo tiempo, una tarea de todos (Juan Pablo II)

 

 

 

 

 

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