Jacques Sagot, Revista Visión CR.
Imaginemos que en 1875 un periodista proveniente del siglo XX hubiese entrevistado al gran compositor francés Georges Bizet, con ocasión del estreno de su ópera Carmen.
Periodista: “Buenos días, maestro, gracias por recibirnos después de estos ajetreadísimos días.”
Bizet: “Gracias a usted, amigo, uno de los pocos periodistas que se han ocupado de esta ópera que, le confieso, ha representado el más esmerado trabajo y la más cruel decepción de mi vida.”
Periodista: “Estaban previstas treinta funciones…”
Bizet: “Eso era lo que planeábamos. Después del fracaso de la primera noche se han recortado a ocho.”
Periodista: “Cuéntenos, en primer lugar, ¿por qué se considera a Carmen como una ópera cómica, cuando es una de las historias más trágicas jamás llevadas a escena?”
Bizet. “Verá usted: en Francia conocemos como opéra comique una obra lírica -bien puede ser un drama- en la que los números musicales alternan con secciones habladas.”
Periodista: “¿Algo así como el Singspiel alemán?”
Bizet: “Exactamente. Singspiel significa eso: cantar y hablar. Es también el caso de la ballade opera de los ingleses y de la zarzuela española.”
Periodista: “Cuéntenos algo sobre la génesis de Carmen. Ya hay gente que la describe como la mejor ópera “española” jamás escrita; no precisamente un cumplido para los compositores ibéricos.”
Bizet: “Los franceses siempre hemos sentido una especial fascinación por la música española. Los temas y tierras exóticas -y España lo es para nosotros- son magnífico material para una ópera. Ya en mis títulos anteriores había buscado traer al público francés todo el encanto de pueblos lejanos: Los pescadores de perlas, La bella muchacha de Perth, Djamileh… ninguna tuvo éxito, sin embargo.”
Periodista: “Ahora que habla de habaneras…”
Bizet: “¨Si, sí, ya sé lo que me va a decir. Como aria de entrada para la heroína he compuesto una habanera: quería con ella sugerir la sensualidad y el temperamento provocador de Carmen. Pues, para no darle más vueltas al asunto, le diré de una vez que la melodía la tomé de Sebastián Iradier, el autor de otra famosa habanera: “La Paloma”.
Periodista: “¿No lo han acusado de plagio?”
Bizet: “A nadie le ha interesado mi ópera lo suficiente como para mencionar siquiera el “empréstito” que le hice a Iradier. Pero el carácter que yo le doy a la melodía es mucho más dramático, más apasionado. Mi habanera se integra en un contexto teatral que la convierte en algo totalmente diferente. Por otra parte, a mí la canción de Iradier me llegó en un libro de melodías populares españolas, como una pieza anónima. Por eso procedí a usarla sin el menor miramiento.”
Periodista: “¿Cuándo surgió en su mente la idea de escribir Carmen?”
Bizet: “En el verano de 1874 comencé a trabajar en la partitura. Fue una comisión de la Opéra Comique. Menos de un año después vino el estreno… y bueno, ya ve usted lo que pasó.”
Periodista: “Si hay algo bello en su ópera es que usted parece enamorarse de su protagonista: le da cuatro arias de bravura, momentos de gran acción escénica, números de danza, y ese final que pone, literalmente, los pelos de punta…”
Bizet: “Carmen es una gitana ardiente, provocadora, consciente de su poder de seducción, y capaz de absoluta auto-determinación. Osa desafiar la autoridad oficial (la policía) y se burla del medio patriarcalista que la asfixia. Es una triple marginada: como mujer, como gitana, y como trabajadora proletaria en una fábrica de cigarrillos. Marginación de género, marginación étnica y marginación laboral. Es por eso que tenía que morir… pero créame, me dolió mucho matarla. Le asigné la Habanera para que en ella pudiese lucir su espléndido bamboleo de caderas: la habanera es una danza inherentemente erótica. Las mujeres deben usar sobre todo su hemisferio austral para bailarla.”
Periodista: “Evoca usted muy bien la atmósfera soldadesca al principio de su obra.”
Bizet: “No olvide usted que en 1870 fui enrolado en la Guardia Nacional durante la Guerra Franco-Prusiana. Conozco ese mundo. Y en 1871 aconteció en París la masacre de la Comuna… A veces me pregunto si el fracaso de mi ópera se debió simplemente a que tuve que estrenarla en un país que estaba a la sazón totalmente desmoralizado.”
Periodista: “Y ese universo de la España mágica, ¿cómo logró usted recrearlo tan bien? Según entiendo, ni siquiera ha puesto un pie por debajo de los Pirineos.”
Bizet: “Pues sí, la verdad es que nunca estuve en Sevilla, donde tiene lugar la acción. Dos cosas me fueron muy útiles: una vieja colección de melodías populares españolas, y una bailaora flamenca que se presentaba con frecuencia en un café de Montmartre. Iba con frecuencia, y llegamos a ser buenos amigos.”
Periodista: “¿Y el libreto?”
Bizet: “Mi suegro Halévy -compositor respetabilísimo- y mi amigo Meilhac fueron los autores del libreto. Por lo que atañe a la novela de Prosper
Mérimée en la que está basada, todo lo que puedo decir es que es una obra maestra. No pude haber tenido mejor inspiración ni mejores colaboradores en el mundo.”
Periodista: “Es una sociedad muy peculiar, la que usted recrea en su ópera…”
Bizet: “Sí, un mundo de caporales de segundo rango, de soldadesca innoble, de gitanos, de contrabandistas, de cigarreras, de torerillos de provincia, de borrachines y de lectoras de naipes…. muy peculiar en efecto. Debo decirle que la novela original de Mérimée tenía un tono mucho más subido, más pimentoso que el libreto de Halévy.”
Periodista: “¿Cree usted que esto haya tenido que ver con el “fracaso” de su ópera’”
Bizet: “Indudablemente. Fíjese alrededor suyo: vivimos en una sociedad cursi, recoleta, de buenos burgueses que se quieren a toda costa “elegantes”, y terminan siendo como los ridículos personajes caricaturizados por mi amigo Honoré Daumier. Hubieran querido una ópera -¡una más!- sobre los nobles personajes de la mitología griega o sobre alguna egregia obra literaria (El Fausto de Gounod, quien por cierto fuera mi maestro en el Conservatorio de París). Y en lugar de eso se encuentran con un sub-mundo lleno de “obscenidad”. Carmen fue vista, esencialmente, como pornografía, y así fue juzgada. Algo peor: recuerde usted que el Teatro de la Opéra Comique es considerado un sitio de entretenimiento “familiar”. Se dirá usted que fui un idiota en haber escogido semejante lugar para una obra de estas características, pero se lo aseguro: lo mismo hubiera pasado en cualquier teatro de París. La nuestra es una sociedad enferma de hipocresía. Además, no olvide usted que fue precisamente la Opéra Comique la que me comisionó la pieza, precisamente para cambiar la imagen un tanto inocua del lugar. Quizás se me fue la mano.”
Periodista: el crítico neoyorquino Harold C. Schönberg propuso una observación que me parece muy interesante. Según él, Carmen es una Don Giovanni femenina. Prefería morir antes que traicionar sus más íntimos anhelos o el hervor de su sangre”. A su modo, Carmen es una “femme fatale”.
Bizet: No conozco a ese crítico…
Periodista: No, por supuesto que no: él vivió en el siglo XX…
Bizet: ¿De qué diantres me está usted hablando?
Periodista: “De nada, de nada, maestro, olvídelo. Creo que cometí un pequeño anacronismo. A todo esto, no faltaron colegas a quienes les gustó la música…”
Bizet: “Sí, Saint-Saëns fue muy generoso conmigo. Me esperó al final del estreno para felicitarme. Fue una felicitación triste. También D´Indy se mostró entusiasta y solidario. Y hubo otros. La gente comenzó a abandonar el teatro desde el final del primer acto. Antes de comenzar el cuarto ya había filas enteras de asientos vacíos. ¡Si tan solo me hubieran silbado, como le pasara a Wagner cuando estrenó aquí Tannhäuser, en 1863! Los silbidos son una muestra de desaprobación que, por lo menos, revelan una posición estética adversa. A mí me fue peor: me ignoraron, me desertaron, y ahora van a cancelar el espectáculo, como le digo, con solo ocho representaciones”.
Periodista: Es imposible no pensar que el cretino de Don José cometió un error monumental, al elegir a la sulfurosa Carmen, en lugar de la dulce y maternal Micaela, que le traía los besos y cartas de su madre.
Bizet: Los hombres no elegían amar a Carmen: ¡era ella quien los escogía! Y como bien dice en su Habanera, cuando esto sucedía había que “ponerse en guardia”. Carmen incendiaba a cualquier hombre que entrara en la periferia de su mundo. Amarla no era una opción, sino un estigma. Don José no es un cretino, tan solo un hombre frágil, que se dejó arrebatar y centrifugar por un huracán en forma de mujer.
Periodista: “¿Cuál es su próximo proyecto, maestro?”
Bizet: “Dormir, dormir cien años. El montaje de Carmen me dejó exhausto. Un día me peleé con el director, el otro con los coristas, el otro con los bailarines, el otro con los cantantes. Solo mi mezzosoprano, Galie-Marie, me fue fiel en todo momento. Ella siempre creyó en su papel de gitana indómita”.
Periodista: “Si alguien le dijese que en cien años -cuando despierte usted de su sueño- Carmen va ser la ópera más popular del mundo y la cima de la tradición lírica francesa, ¿qué diría usted?”
Bizet: “No es mi destino ser recordado. Pasé por el mundo de la música como un laborioso artesano, hice mi trabajo con todo el esmero del mundo, pero estoy consciente de que pronto me comerá el olvido. Lo acepto con resignación y, por qué no decirlo, con un leve regusto de amargura”.
Periodista: “Mil gracias por el tiempo que nos ha concedido, y buena suerte en el futuro”.
Bizet: “El futuro, amigo, es una comarca muy lejana…”
Carmen triunfó en Londres pocos meses después de la muerte de Bizet, acaecida en 1875, a los treinta y seis años de edad. Pronto Viena -¡y París!- la acogerían con entusiasmo desbordante. El compositor tan solo sobrevivió doce semanas al infausto estreno. Un ataque al corazón fue la razón “oficial” dada por los médicos. Bizet estaba en su casa de recreo en Bougival, donde incluso nadó en el Sena, para recuperar algo de su energía y de su ánimo. La preparación de Carmen le había exigido sesiones de trabajo de dieciséis horas diarias, durante varios meses. Hoy en día es, según encuesta de MusicalAmerica, la obra de su género más representada en el mundo entero. No menos de diez películas le han sido consagradas, y son innumerables las adaptaciones coreográficas de que ha sido objeto.
Maravilloso todo.La idea de la entrevista,el contenido y el gran final con La antonacci. Gracias,gracias.