Uno de los varones más ilustres de Costa Rica, fue sin duda alguna, el Licenciado don Víctor Guardia Quirós. Su pluma, de más quilates que el oro, abrillantó la literatura costarricense.
Magistrado integérrimo, sus fallos sentaron precedentes en la historia judicial del país. Polemista insigne, convencía a sus contrincantes con sus argumentaciones de peso.
Fue un hombre respetado y querido por todos. Pudo haber sido Presidente de la República puesto que tenía ejecutorias para ello, pero prefirió vivir apartado de la política a la que él llamó «La Gran Charca.» Fue asimismo el más grande defensor de la justicia y de la libertad de Costa Rica.
Como Catedrático de la Escuela de Derecho fue exigente con sus discípulos. Su mayor preocupación era la de que aprendieran las lecciones y sacaran notas brillantes.
Nos contaba uno de sus mejores discípulos que una mañana, sus alumnos dispusieron darle una broma a don Víctor. No asistieron a clase y encerraron en el aula a un caballo de esos vagabundos y callejeros, y se escondieron después.
El Licenciado Guardia Quirós llegó como de costumbre a la hora exacta a dar su lección. Al entrar, se encontró con el caballo encerrado. Un poco molesto se retiró sin decir nada a nadie de lo ocurrido.
Al día siguiente, a la hora de dictar su lección, aquella figura benemérita, dirigiéndose a sus
alumnos, les dijo:
—»Jóvenes: ayer quise dictarles una lección muy interesante, pero sólo UNO de ustedes estaba presente. Entonces desistí de mi propósito y me fui»…