Adriana Núñez, periodista Visión CR
(Portada, foto de Key West, Florida)
La ciudad de Miami y en general el estado de Florida, han acaparado la atención mundial en los últimos días por los destrozos que -en plena estación de huracanes- han causado los fenómenos Helene y Milton, respectivamente. Enormes pérdidas económicas, condados enteros evacuados, casas destruidas, inundaciones por doquier, sorpresivos tornados por los que más de una docena de personas ha muerto y millones de hogares sin electricidad, son solo parte de la devastación causada por los ciclones en la península, tan frecuentada por el turismo internacional.
Aunque el rostro humano de la tragedia ha mostrado al estado y a sus habitantes bajo una lupa diferente, humanamente vulnerable y solidaria, Florida se conoce generalmente por sus vistosos hoteles y surtidos “malls”, centros comerciales y de arte, estadios, entretenimientos nocturnos, restaurantes, bahía, playas y otras áreas y edificaciones anualmente visitadas por más de 140 millones de turistas, según los datos recabados a fines de 2023.
Pero más allá de la jovialidad de sus pobladores, del sazón y de las “compritas” si escarbamos un poco, en realidad el estado, resulta aún más interesante por la historia de muchas de sus localidades, entre las que se cuenta, por ejemplo, la ciudad de San Agustín, región que ha sido denominada como “la primera costa de la Florida”. Fundada en septiembre de 1565 por el explorador y almirante Pedro Menéndez de Avilés, está considerada la ciudad de origen español y europeo más antigua del territorio continental de Estados Unidos y ha sido habitada desde entonces, de forma permanente.
También por su atractivo geográfico, Cayo Hueso (Key West) es un punto interesante, especialmente para los amantes de la literatura, pues fue allí donde residió Ernest Hemingway durante las décadas de 1920 y 1930, época en la cual escribió sus obras: ¿Por Quién Doblan las Campanas? y Tener y No Tener, cuya trama se desenvuelve precisamente en el lugar. Allí nacieron dos de sus hijos y permanece intacta la casa que ocupó el afamado escritor y Nóbel de Literatura, llena de sus enseres personales y de trabajo, rodeada por las tumbas de sus gatos, cuyos descendientes aún rondan las habitaciones con su asombrosa cadencia.
Ubicado en la punta más meridional de los Cayos de la Florida, Estados Unidos, Key West se encuentra a 150 km de Cuba. Estuvo habitada por la tribu indígena de los Calusa y el primer europeo en visitarla fue el explorador español Juan Ponce de León en 1521.
Pero la historia continúa en otras localidades importantes, como lo es la capital del estado, Tallahassee, fundada en territorio indígena de los Apalaches en 1821 y ratificada como tal cuando Florida se transformó en el vigésimo séptimo estado de la Unión, el 3 de marzo de 1845.
Décadas antes, previendo que se convertirían en un estado, el gobierno territorial erigió allí una estructura de mampostería de estilo neogriego para que a futuro fuese “un capitolio estatal”. Otras muchas edificaciones históricas caracterizan a esa hermosa y antigua localidad.
Y a dichos sitios impactantes, se unió apenas dos meses antes de los ciclones, un hallazgo arqueológico cuya trascendencia podría cambiar la historia de la ciudad de Miami, la más conocida y visitada por los turistas locales e internacionales.
Miami ¿mucho más antigua?
Se trata de la excavación de restos que datan de hace más de 7.000 años y que según lo consignó en un artículo el periodista Thomas Handley “superan la antigüedad de las pirámides de Egipto y Perú, y sugieren la existencia de una civilización desconocida en la región”.
El hallazgo se produjo durante las excavaciones realizadas por trabajadores de la construcción, con motivo de un ambicioso proyecto inmobiliario situado en 444 Brickell Avenue e impulsado por la empresa Related Group.
“La aparición de estos restos arqueológicos ha creado un dilema entre continuar con el desarrollo y preservar el invaluable legado histórico descubierto” ha dicho Handley.
Y es que precisamente los integrantes de un equipo de la Universidad de Miami, liderado por el arqueólogo William Pestle, que ha analizado los restos de piedras y madera los cuales -según los expertos- se encuentran en un estado de conservación asombroso, han declarado que los valiosos vestigios históricos “podrían ofrecer una nueva perspectiva sobre los orígenes de Miami”.
Frente al progreso, la conservación ha sido casi siempre un gran desafío, una odisea. Más aún cuando a los obstáculos y posturas que a veces emanan del quehacer humano, también se suman ahora los problemas causados por las fuertes lluvias y otros fenómenos naturales.
Quizás lo importante, tras los riesgos y devastación que se han cernido sobre ciudades tan hermosas como esas, que son crisol de culturas, sea aquilatar su origen, ahondar en su verdadera identidad y procurar defender lo mejor posible sus grandes testimonios históricos -materiales e inmateriales- fieles representantes de las costumbres, resiliencia y transformaciones sociales a través de los siglos.