William Hayden, economista y escritor.
Qué ilusos e inocentes somos los costarricenses. En tiempo de elecciones nos desvivimos por un candidato presidencial y por la estructura de un partido político que lo cobija, sea tradicional, nuevo, eventual, taxi o vientre de alquiler, enarbolando ideologías desactualizadas.
Creemos en las mentiras de ese candidato y en la sarta de patrañas de su programa de gobierno. Confiados vamos a darle el voto con la esperanza de un mejor devenir para el pueblo y el país.
Que desilusión nos llevamos después, pues el presidente elegido con nuestro voto resulta ser un fraude. Por ejemplo, le creímos como candidato cuando prometió terminar con la corrupción, pero no nos dijo la realidad: que iba a terminar con la corrupción de los otros y seguiría con la de ellos. Sentados en la silla presidencial sacan las uñas, aman la corrupción y la toleran. Un ejemplo de esos actos corruptos son las famosas redes de cuido.
Trascendió esta semana que en la presidencia ejecutiva de la Caja existe una red de cuidos tolerada por el presidente Chaves que nos prometió terminar con la corrupción, pero a cómo van las cosas, era la corrupción de otros, no la propia. ¡Quítate que voy con las mismas mañas!
La suspendida Marta Esquivel, que devenga un salario de más de ¢5.0 millones para llenar su vacío profesional, se rodeó de seis asesores con un salario mensual, entre todos de casi ¢20.0 millones al mes, más los de ella, la presidencia de la Caja le cuesta al país ¢25.0 millones mensuales y ¢325.0 millones en salarios anuales.
Qué despilfarro en una institución que ellos la tienen quebrada, moral, social y financieramente. En esa red de cuido se encuentra muy oronda y gozando de buena saludad, paz y tranquilidad la que fuera ministra de Salud, Joselyn Chacón, quien tuvo que renunciar vergonzosamente por pagar troles para lastimar la prensa opuesta (canalla) al presidente. Como premio de consolación la recogieron en la Caja posiblemente con instrucciones presidenciales para no dejar desamparada a la que fuera jefa de campaña del partido.
También fuimos informados que el diputado Leslye Bojorges, del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), engatusó a los diputados con una corrección al Presupuesto Nacional del año 2023 para destinar la suma de ¢4.000 millones a la reparación de centros educativos en mal estado. Loable la intención, hasta aquí.
Pero esa enorme suma, fue asignada en el Ministerio de Educación Pública a la Escuela del Roble de Alajuela en donde el diputado desde el año 2014 ostenta el cargo de director en propiedad (ahora con permiso) y en la actualidad su hermano lo reemplaza como director. Esta cantidad, $7.5 millones para reparar una escuela y construir nuevas instalaciones es mucho con demasiado.
Consultado el diputado sobre este desafuero se hace el maje, dice que él no sabía nada al respecto y que hasta ahora se entera. Recordemos que Bojorges -según su confesión- era un dócil admirador, seguidor y servil del presidente Chaves. Se huele a matráfula, un posible contubernio entre palacio y el diputado que gozaba del aprecio y cariño “chavesco”, en agradecimiento por ser casi un diputado oficial y no del PUSC.
Esto huele feo y el diputado de marras pretende ser candidato presidencial por el PUSC, partido que fue uno de los grandes en la época del bipartidismo y que ahora es ni fu ni fa, desde el año 2002 con Abel Pacheco no gana una elección.
El caso Bojorges puede ser un ejemplo del otro síntoma de decadencia de nuestra democracia como es la elección de diputados. Votamos por papeletas que diseña cada partido político con 57 aspirantes que no sabemos quiénes son.
Desconocemos a los candidatos que nos los enseña, en fotos, meses antes de la votación el Tribunal Supremo de Elecciones en papeletas impresas desteñidas que se parecen a las fotos de los fieles difuntos que publica Diario La Extra el 2 de noviembre de cada año.
En estas papeletas va de todo como en botica: personas honorables, profesionales respetados, ciudadanos con una buena trayectoria política, pero estos son poquitos, porque el grueso lo componen indeseables en lo moral, ético, social, profesional, más los hijos de papi y mami, hermanos, tíos, esposas y esposos (nepotismo), ex alcaldes que la quieren, ex diputados que aspiran a seguir mamando la teta pública.
Pero ahí vamos cada cuatro años como borregos amaestrados a votar a ciegas por esas papeletas partidarias y con ello somos responsables de ir socavando nuestra democracia con la escogencia de los diputados, que en el desempeño de sus labores dejan mucho que desear por su ineficiencia, inopia, conflictos de interés, abulia, compadrazgos, actos de corrupción, y sin poder chistar, no podemos quitarlos porque son inamovibles.
El sistema nos embarca y no hay marcha atrás. Si salen güeros, güeros terminan.