Por Arturo Fournier, abogado jubilado y exdiplomático.
En el mundo
El 26 de noviembre de 1931 nace en Buenos Aires, Argentina: Adolfo Pérez Esquivel, quien estudia la profesión de Arquitecto, luego con el transcurso de los años se dedica a ser profesor y artista plástico, escultor y pintor, con el paso del tiempo se convierte en un líder pacifista, gran defensor de los derechos humanos, actividad que en Argentina durante largos períodos (como ahora) ha sido muy peligrosa para su propia seguridad.
Hace énfasis en el derecho de los pueblos a la libre autodeterminación, siguiendo los principios del Derecho Internacional, para que las personas puedan decidir con libertad cuál es el rumbo que quieren en su país, a fin de defender a las grandes masas desprotegidas, con lo cual abraza también la corriente de la Teoría de la Liberación. Funda una organización llamada SERPAJ = Servicio de Paz y Justicia, que en nuestro país cuenta con una Rama liderada por el abogado Gustavo Cabrera.
Como consecuencia de su noble trayectoria, el 13 de octubre de 1980 se le otorga el premio Nóbel de la Paz, “por su compromiso con la defensa de la democracia y los derechos humanos, por medios no-violentos, frente a las violaciones a los derechos humanos por las dictaduras” que imperaban (e intentan reinstaurarse) en América Latina.
El 27 de noviembre de 1701 nace en Upsala, Suecia Anders Celcius astrónomo y físico sueco, creador de la escala termométrica centesimal en 1742.
Dio un gran aporte a la ciencia, al idear una escala de temperatura centígrada, que, a pesar de que la actual lleva su nombre, son diferentes. Se instruyó sobre todo en astronomía, supervisó la construcción del Observatorio de Upsala del que luego fue director; pero al igual que las personas de ciencia e su tiempo, dedicó sus esfuerzos y tenacidad a abarcar otras esferas del conocimiento.
Junto a otros grandes científicos, introdujeron en Suecia algunas tendencias, que en esos momentos resultaron muy novedosas para las ciencias naturales, la investigación experimental y para consolidar y ampliar la visión del mundo que nos legó el maravilloso Newton.
El 30 de noviembre de 1786, el gran Ducado de Toscana, siempre adelantado a sus tiempos, como ya había demostrado la Florencia renacentista, elimina LA PENA DE MUERTE, constituyendo el primer Estado en el mundo que tomó dicha determinación.
Decisión fundamental para empezar a respetar lo que siglos después se volvió el derecho humano fundamental = la vida, instituyendo al mismo tiempo, el respeto por la esencia humana y a las garantías fundamentales del debido proceso, un nuevo concepto de justicia, de los deberes del Estado y a “las relaciones entre la sociedad y los individuos”.
Se crea un nuevo Código Penal que lideró la reforma Criminal en Toscana, e influyó todo el derecho penal europeo. En esta Florencia iluminada, se contó también con los aportes de César -marqués de- Beccaria, destacado jurista, filósofo, literato y economista italiano, que ya en 1764 había publicado su libro DE LOS DELITOS Y LAS PENAS donde profundiza sobre el justo proceso penal y en un capítulo profundiza sobre LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA, que dio grandes aportes a la criminología y a la ciencia jurídica, hasta nuestros días.
En Costa Rica
El 1º de diciembre de 1821 se aprueba el “Pacto de Concordia”, la primera Constitución Política en la historia de nuestro país, conocida también como “Pacto Social Fundamental Interino”, de gran trascendencia para nuestra vida jurídica, y cuyo nombre nos debe motivar a pensar en la necesidad de volver a acuerdos básicos entre toda la ciudadanía, para recobrar el rumbo social, la estabilidad institucional, y el respeto entre las personas.
El Catedrático e Historiador Vladimir de la Cruz la ha definido muy claramente su trascendencia (en una entrevista publicada en el Semanario Universidad, edición del 13/nov/2024, pp. 16 y 17):
“… evocaban en quienes la redactaron … pensadores de gran valía… de manera tan inmediata, a la Declaración de Independencia y de integración del Primer Gobierno propio, el conocimiento de las doctrinas liberales… basadas o inspiradas en el Pacto Social, de Hobbes, Locke, Rousseau, Montesquieu, Bodino y otros, que desde finales del siglo XVII y durante el XVIII, como Voltaire, Diderot, pasando por la independencia de los Estados Unidos, 4 de julio de 1776, y por la gran Revolución Francesa, de 1789, y su Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, de 26 de agosto de 1789, donde se impulsaron conceptos de Igualdad, Fraternidad, Libertad, Derecho a la Propiedad, Derecho a la Insurrección, y de la división y estructura de los Poderes Públicos…”
El 1º de diciembre de 1948, a pocos meses de haber terminado la guerra civil, la Junta Fundadora de la Segunda República, liderada por don José -Pepe- Figueres, toma una de las decisiones más trascendentales de nuestra historia: la abolición del ejército, luego del fallido alzamiento militar conocido como “el Cardonazo”, por el apellido del líder del fallido intento.
Mediante este acuerdo se decide suprimir totalmente todas las fuerzas armadas del país. Para hacerlo, simbólicamente se escogió el Cuartel Bellavista (hoy en día Museo Nacional, en cuyas paredes todavía vemos los orificios de los impactos de balas, producidas por el enfrentamiento armado), donde se habían atrincherado las tropas que pretendieron dar el golpe de fuerza.
Al hacerlo se tomó una maravillosa determinación, que marcó el rumbo de nuestro país durante décadas: “destinar los recursos económicos al mejoramiento del desarrollo social y económico del país”, lo cual traducido al “tico” no significa otra cosa más, que dejar de botar plata en algo tan nefasto como las armas y los soldados, que tan sólo sirven para destruir y generar guerras, para el sufrimiento de la humanidad.
Posteriormente, en 1986, durante la administración de don Oscar Arias, mediante Decreto Nº17357 se declaró dicha fecha, el 1º de diciembre de cada año, como el Día de la abolición del ejército, luego su conmemoración se institucionalizó en el 2020, cuando la Asamblea Legislativa tomó la determinación de declarar dicha fecha como festividad nacional, y dotarla del carácter de feriado, lo cual ratificó el presidente de ese momento: Carlos Alvarado.
La fecha nos debe llenar de orgullo, porque casi ningún país del mundo ha seguido nuestra decisión. Panamá es uno de los ejemplos más honrosos, también eliminaron las fuerzas armadas después de la vergonzosa dictadura del general Noriega, y de la sangrienta invasión de los Estados Unidos de América, en la que murieron cantidad de personas inocentes.