José Luis Valverde Morales, periodista.
Diciembre marca una época especial, tiempo de meditación en lo ignoto, la fragilidad humana, la pequeñez de la existencia en el devenir de los siglos.
El ego espejo de la miseria humana, deforma la realidad, el inevitable “memento mori”, la muerte, barrera infranqueable de quienes se sienten y tocan eternamente poderosos.
Los cargos públicos someten a las personas al escrutinio popular, al ámbito privado, lo cubre el manto del derecho a la intimidad.
Rodrigo Chaves Robles, el gobernante de turno, así lo decidió el libre juego democrático, únicamente designios superiores o la inminencia de las urnas, lo apartarán del poder efímero.
La humilde iguana encaramada en un árbol, dejó caer un mango maduro para sacudirle el ego, recordarnos su esencia de ave de paso.
Navidad es tiempo de reflexión respecto a la humildad del Dios Niño.
Mi personaje del año emerge de las ramas del mango, desde ahí su grito (inaudible para muchos) retumba sonoro.
La iguana guanacasteca, recoge mis insignificantes palmas.