Mario Rodríguez, abogado y comunicador.
Una película con la participación de Brad Pitt y Anthony Hopkins, tiene su momento cúspide cuando “Joe Black” dice al ex yerno del millonario William Parrish que, en la vida hay dos cosas seguras: los impuestos y la muerte. Y efectivamente, nadie se va a quitar de encima ese momento crucial en donde probablemente, toda nuestra vida pasará frente a nosotros.
La muerte, es una palabra de la cual a veces hasta se puede titubear al mencionarla, pero que, es lo más cierto de la vida misma, y que también, ha dado de que hablar a los filósofos y a los científicos, los primeros intentando descubrir los entretelones de esta, y los segundos, buscando aletargar su llegada.
Particularmente, como creyente, considero que la muerte es un paso hacia otra vida, una en donde lo espiritual tomará el protagonismo, viviendo eternamente, junto a nuestro Creador. Incluso, Platón aceptaba la distinción entre el cuerpo y el alma, y que, está perduraba luego de la muerte. Contrariamente, una persona atea, considerará que, con la finalización de la vida orgánica, todo ha terminado. Así de simple, siendo todas las posturas respetables.
Pero, definitivamente, también hay personas que le temen y mucho, negando lo inevitable, la vejez por ejemplo, y se la pasan como Juan Ponce de León (fundador de Puerto Rico) buscando la “fuente de la eterna juventud”, invirtiendo bastos recursos monetarios para vivir más tiempo, tal es el caso de Bryan Johnson (experto en tecnología), quien gasta dos millones de dólares al año en dicha meta: “Su objetivo es que sus órganos principales, como el cerebro, el hígado, los riñones, los dientes, la piel, el cabello, el pene y el recto, funcionen como lo hacían en su adolescencia”. (https://www.lavanguardia.com/cribeo/geek/20230126/8710558/bryan-johnson-magnate-tecnologico-gasta-2-millones-dolares-ano-fisico-joven-18-anos.html).
Por el contrario, en Costa Rica se cuenta con una de las zonas azules del planeta (5 en total), con una esperanza de vida promedio de 85 años, 1 de cada 42 habitantes tienen más de 75 años, y, una buena cantidad de centenarios, con el menor estrés posible, comiendo frutas y verduras, productos a base de maíz, frijoles, calabaza y poca carne, con actividad física regular (trabajo), y con el mínimo de contaminación posible. Dos caras de la misma moneda.
Todas las sociedades y culturas han absorbido el tema de la muerte de formas diferentes, me ha llamado poderosamente la atención lo que acaece en México, en donde, se rinde un culto especial, hasta el punto de que, se realizan altares en donde se colocan las comidas que más gustaban a los amigos y familiares fallecidos, y ni que decir, de la cultura y el arte alrededor de las “Catrinas”, especialmente durante el onceavo mes del año, lo cual se ha convertido en un tema que mueve al turismo internacional en búsqueda de sus secretos.
Lamentablemente, también las organizaciones criminales han hecho suyas estas tradiciones, por ello, se rinde culto a la “Santa Muerte”, siendo especialmente popular en Sinaloa, y, en el barrio de Tepito de Ciudad de México, y, además, es usual la realización de tatuajes en los miembros de las organizaciones criminales con alusiones a dicha “santa”.
Pero también, hay situaciones inverosímiles, en donde el deporte se une con esta temática, y, de las cuales procedo a exponer, veamos.
- Hace unos días, el Racing de Argentina, se impuso al Cruzeiro de Brasil, en la final de la Copa Sudamericana, y, un aficionado de Avellaneda llevó el cráneo de su abuelo (Valentín Aguilera) al partido final (Paraguay). Dijo al ser consultado por tan insólito hecho que, su abuelo había estado presente en el estadio la última vez que Racing ganó una Copa Libertadores en 1967. También, señaló “Él es mi abuelo, y él es Racing. Por eso tenía que estar acá conmigo”. Simplemente increíble donde llega el fanatismo futbolístico que, se pasa de generación en generación (https://www.marca.com/futbol/futbol-internacional/2024/11/24/racing-despues-muerte-aficionado-llevo-craneo-abuelo-final.html).
- En un sentido similar, pero cambiando de deporte, Jaime León Pallete, un atleta peruano de 82 años ha demostrado que la edad es solo un número cuando se tiene pasión y determinación. Tras perder a su esposa, con quien compartió un amor profundo, Jaime decidió cambiar su vida a los 75 años y entrenar como atleta de alto rendimiento. Su esfuerzo lo llevó a destacarse en competiciones nacionales e internacionales, obteniendo grandes logros como subcampeón en el Mundial Máster de Atletismo.
- De este modo, corrió en una competencia internacional llevando las cenizas de su esposa, mostrando que ella siempre lo acompañaba. Esta manifestación de resiliencia y amor fue tan inspiradora que atrajo el apoyo de empresas…” (https://peru21.pe/deportes/atleta-peruano-de-82-anos-corre-con-las-cenizas-de-su-esposa).
- Y finalmente, la historia de Jonathan Pascual es admirable y fascinante, ya que, es un enfermero especialista en trasplantes de pulmón. En el año 2022 fue diagnosticado con paraganglioma mediastínico en etapa 4, un extraño tipo de cáncer que se le había propagado a sus pulmones y huesos. Sin embargo, su amor por el triatlón y su deseo de inspirar a otros lo llevó a cumplir el sueño de su vida; participar del Campeonato Mundial de Ironman en Kona, una de las pruebas más difíciles del deporte. Es una competencia que exige a sus participantes a completar un triatlón extremo: una natación de 3.86 kilómetros, un recorrido en bicicleta de 180 kilómetros y una maratón de 42. 2 kilómetros. Al finalizar ese 26 de octubre de 2024 la competencia, con un tiempo de 16 horas dijo: “Hubo momentos en los que tuve que darme la vuelta y nadar de espaldas solo para poder recuperar el aliento” (https://www.infobae.com/estados-unidos/2024/11/04/un-hombre-con-diagnostico-de-cancer-terminal-completo-el-campeonato-mundial-de-ironman/). Simplemente impresionante, ya que, con un diagnóstico de ese tipo, culminó una de las pruebas más fuertes del deporte mundial.
No sabemos cómo, cuándo ni dónde nos encontrará la muerte (“Mors certa, sed hora incerta”), pero debemos vivir con sentido nuestras vidas, porque también -inherente a nuestra débil condición humana- hay un deseo irrefrenable por ser felices, debiéndose entender que, la felicidad llegará a cuenta gotas, y es ahí, donde se deben recordar esos instantes, inmortalizándolos al lado de quienes nos hacen sentir especiales, porque toda vida tiene sentido, y para algo estamos acá, debiéndonos sentir agradecidos por nuestra vida efímera sí, pero existencia al fin.