Por Carlos Fernández Mora, escritor y periodista.
La segunda Administración del Licenciado don Cleto González Víquez fue un verdadero calvario para el gobernante.
No tenía mayoría de votos en la Cámara de Diputados y todos sus proyectos de ley se los reventaba la oposición.
El pobre don Cleto tenía que salir, acompañado de su Ministro de Hacienda a pedir dinero prestado a la Casa Solera & Cía., y a don Segundo Zonta, para poder pagar los sueldos de los empleados públicos.
En cierta ocasión, destacados vecinos de su pueblo natal, Barba, le pidieron al gobernante que los ayudara a levantar la tapia del Cementerio de ese lugar y a los arreglos del interior del mismo.
Como respuesta, los señores barbeños recibieron del Presidente de la República la siguiente:
—“No señores: no hay plata para los vivos, mucho menos para los muertos”…
*Caricatura de Noé Solano.