- “Que mi oración suba a ti como el incienso; que mis brazos levantados hacia ti sean como el sacrificio de la tarde” (Salmo 141:2)
Adriana Núñez, periodista Visión CR
Con un origen que se remonta a miles de años antes de la llegada de Cristo, reseñas históricas indican que el incienso apareció en las civilizaciones antiguas de Egipto y Grecia, tras lo cual su uso se extendió a la India y el sur de Asia alrededor del 3300 a.C. Se empleaba en ceremonias religiosas de distintas culturas y en ritos de purificación cuyo propósito era ahuyentar del hogar o de una persona, a los demonios o espíritus malignos.
Aunque en la actualidad la mayoría de quienes lo utilizan, disfrutan del incienso por la gran variedad de aromas que el mercado ofrece, más allá de perfumar una habitación, sirve también para relajarse, meditar y en algunos casos, para “limpiar el ambiente” por lo que se sigue empleando con frecuencia.
Según la revista National Geographic, el hallazgo de dos chimeneas en miniatura, “que datan de hace más de 10,000 años”, se ha convertido en evidencia de que quemar incienso, “es uno de los rituales culturales más antiguos conocidos en el mundo”.
La publicación da cuenta sobre el descubrimiento, en 2020, “de los restos de dos palos de madera parcialmente quemados en las profundidades de una cueva australiana. Dichos artefactos corresponden al final de la última Edad de Hielo”.
Fue precisamente en la cueva de Cloggs, cerca del río Snowy en Australia, donde los investigadores encontraron dos pequeñas chimeneas de entre 11,000 y 12,000 años de antigüedad con artefactos de madera recortados o palos de madera de casuarina, untados con grasa animal o humana. “Estas chimeneas, de 20 y 40 centímetros, habían sido quemadas a temperaturas muy bajas, cada una durante un corto período de tiempo”.
La excavación realizada por arqueólogos dio detalles sobre esa tradición milenaria que permite tener una visión única en torno a las prácticas aborígenes ancestrales. El hallazgo sugiere “que los artefactos son evidencia de uno de los rituales practicado por las comunidades Gunai-kurnai -cuya gente aún habita territorio australiano- el cual fue transmitido durante más de 500 generaciones.”
Los mencionados ritos, mayoritariamente tenían como objetivo curar a miembros del clan aunque algunos también los usaban con intenciones dañinas.
En nuestra época, la producción y consumo mundial de incienso son enormes, razón por la cual algunos naturalistas han levantado la voz para evitar la extinción de especies arbóreas importantes, de las que proviene la materia prima y también han sugerido ciertas condiciones para su explotación.
¿De dónde viene el incienso?
Aunque la mayor parte del suministro mundial proviene de Somalia, Eritrea y Yemen, al ser países inmersos en constantes conflictos, la producción de incienso de dichas naciones se ha visto afectada. No obstante, es en el Sultanato de Omán donde se cultiva el olíbano más fino y caro del mundo, una sustancia que los antiguos egipcios describían como el «sudor de los dioses».
En Omán, el robusto árbol “Boswellia sacra” prospera en el inhóspito terreno de la provincia de Dhofar, al sur de la nación, donde abundan también las plantaciones de papaya y mango durante todo el año. La región forma parte de lo que se conoce como “la Tierra del Olíbano”, declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por Unesco.
En términos generales, el incienso procede de una mezcla de sustancias resinosas que al arder despiden buen olor.
Propiedades del incienso
Según lo señala la Biblia, desde tiempos inmemoriales el incienso se utilizaba habitualmente como ofrenda en las ceremonias religiosas, pues se consideraba que su fragancia era portadora de las oraciones de los seres humanos a Dios. Quemar incienso simbolizaba el culto, la devoción y la adoración al Ser Supremo.
Así se indica en Éxodo 30:1-10, 40:5, Salmo 141:2 y Apocalipsis 5:8. «Sea mi oración como incienso en tu presencia y mis manos levantadas, como ofrenda de la tarde» (Salmo 141:2, Dios Habla Hoy)
Efectivamente, quienes lo utilizan, consideran que su aroma promueve una atmósfera ideal para conectar el mundo terrenal con lo divino y espiritual.
Variedades más conocidas y utilizadas
Para comenzar, hablemos de una de las favoritas: el sándalo. Es un árbol proveniente de Asia, cuya madera aromática pertenece al género Sant alum. Pero también se encuentra en distintas partes del mundo, incluyendo India, Australia, Indonesia y algunas regiones de África. La madera de sándalo se usa para crear el famoso aceite que a su vez, se emplea en la fabricación de incienso, basada en la destilación de las virutas cuyo aroma es potente y cargado de acentos florales y dulces.
Es por eso que el sándalo, además de emplearse como incienso, también constituye la base de muchos perfumes y productos cosméticos. Si se quema en el interior de la casa o de una oficina, es muy efectivo para transmitir calidez y una mayor conexión con cada espacio. Muchos japoneses lo utilizan diariamente durante el tiempo de descanso, con el fin de relajar la mente en lugares o habitaciones silenciosas.
Por su parte propiamente el producto llamado “incienso” procede de cinco especies de árboles del género Boswellia, distribuidas por el norte de África y la India, Omán, Yemen y el oeste de África. Sus árboles son de aspecto nudoso y retorcido, como un bonsái desértico.
El incienso tiene un aroma dulce a madera y es uno de los productos comerciales más antiguos, pues data de hace más de 5000 años. En la actualidad, se comercian miles de toneladas anualmente para su uso en incensarios de iglesias católicas o para fabricar perfumes, medicinas naturales y aceites esenciales, que se inhalan o se aplican en la piel por sus supuestos beneficios para la salud.
Según especialistas, dichos árboles no deben cortarse más de 12 veces al año. De acuerdo con una evaluación realizada en 1998 por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, una de las principales especies de árboles de incienso, Boswellia sacra, fue considerada entonces “como casi amenazada”.
Por su parte, la mirra es una resina que se obtiene de los árboles y arbustos del género Commiphora. Crece en el noreste de África, Arabia y Turquía. Su color es pardo rojizo y también se obtiene haciendo una incisión en la corteza.
Históricamente se ha utilizado tanto para la producción de perfumes, para embalsamar a los muertos o como medicamento para tratar heridas “desde la Grecia Clásica hasta la actualidad. Junto al sándalo y el incienso, la quema de mirra es uno de los sahumerios más comunes”, según la organización Biotech-España
Su efecto purificador contribuye a que quien la emplea durante una meditación o rito, pueda concentrarse en el momento presente, liberar la mente de preocupaciones y de esa forma, eliminar la energía negativa.
Al ser la mirra una madera “caliente” permite que la casa u espacio se sienta más cálido durante épocas de frío. Además, contribuye a evitar la humedad y el desagradable olor que provoca. Esta sustancia era muy valorada en la Antigüedad pues se utilizaba para tratar la ronquera, la disentería y como antiparasitario.
Llegamos ahora al Palo Santo, especie arbórea llamada Bursera graveolens la cual crece en todo el continente americano y especialmente en naciones como la nuestra, México, Perú, Guatemala, Honduras, Islas Galápagos y sobre todo en la zona continental de Ecuador.
El palo santo -reconocido desde hace siglos en prácticas curativas tradicionales, en ceremonias espirituales indígenas y mestizas de América Latina- se ha vuelto muy popular, por lo cual también han surgido preocupaciones acerca del estado de conservación de la especie arbórea.
Quienes lo comercian y utilizan, señalan que el aroma del Palo Santo fortalece el alma a nivel holístico, ayuda a la resiliencia y a recuperar la confianza en uno mismo, pues aleja las energías negativas y transforma los pensamientos positivamente. Existen indicaciones de que el incienso de esa madera contiene propiedades anti- reumáticas, diuréticas, depurativas y antisépticas, además de ser una gran fuente de antioxidantes. Por ello, su empleo es muy frecuente en prácticas de yoga, reiki y aromaterapia.
Bondades, pero también contraindicaciones
A pesar de los beneficios que se le atribuyen a los distintos inciensos, existen contraindicaciones que han sido detectadas mediante estudios científicos realizados en animales de laboratorio, los cuales sugieren que se deben mantener ciertos cuidados a la hora de quemar dichos productos naturales, sea que vengan en forma de varitas, conos, granos o aceites.
Un equipo de científicos de la Universidad de Tecnología de China ha determinado que el humo del incienso de las variedades de agar y sándalo, utilizadas para dichos análisis, llega a ser más perjudicial para la salud que el del tabaco.
Quemar incienso en lugares muy cerrados o con poca ventilación podría llevar a que se convierta en algo dañino, ya que contiene diversos agentes tóxicos y componentes mutagénicos.
Además, si algún miembro de la familia u oficina, padece asma u otro tipo de problemas respiratorios, el incienso puede irritarle en virtud de esas condiciones, razón por la cual se debe evitar su uso cuando la persona que padece los trastornos, esté en la misma estancia.
Otras recomendaciones puntuales
Ventile bien los espacios antes de ambientar la casa u oficina con incienso; es la mejor forma de mantener el aire limpio y libre de toxinas.
Evite exponerse directamente al humo del incienso durante un tiempo prolongado. Una hora, lo más hora y media es una cantidad de tiempo más que suficiente para no desaprovechar -a distancia prudencial- ninguno de los beneficios del incienso sin sobrepasar el límite perjudicial para la salud.
Fíjese bien en el color del humo que se desprende. Si el humo es muy oscuro, significa que el incienso está demasiado concentrado, por lo que podría ser dañino para el organismo. Lo normal es que sea blanco o casi transparente.
Por último, compruebe siempre que el incienso que va a adquirir cuente con un certificado de calidad. Generalmente, los productos más baratos, empacados en bolsas sin etiqueta, posiblemente sean los que contengan más toxinas. Además, los expertos recomiendan inciensos de color natural, sin tonalidades añadidas, pues son los que contienen menos químicos.