José Luis Valverde, periodista.
De todo le han dicho, corrupta, tirana, inservible, injusta, criminal, vendida al mejor postor.
Si quienes nacimos aquí contáramos las oportunidades, bendiciones, lo bueno conocido y callado, posiblemente comencemos a hacerle justicia.
Miles de personas sin dinero reciben procedimientos quirúrgicos de primer mundo.
Medicamentos retirados en las farmacias del Seguro Social, imposibles de costear con el bolsillo de asalariado.
Pensiones del estado a los más pobres y desprotegidos, niños con parálisis cerebral profunda.
Enseñanza especial.
El cambio en la vida luego de asistir a escuelas, colegios, universidades públicas, Instituto Tecnológico o al Instituto Nacional de Aprendizaje.
Menores para quienes el único sustento es el alimento del comedor escolar.
El agua potable inimaginable en otras partes del mundo.
La electricidad que cambió la compra de candelas para siempre.
La justicia impartida en los estrados.
La asistencia a las urnas electorales sin temor al fraude.
El saber a nuestros hijos nunca enlistados en el ejército.
Si no dejamos sola a Costa Rica y alzamos la voz para defenderla, puede que sea tarde antes de su lenta agonía mancillada.
Si cada uno se atreviera a contar la historia de las oportunidades y bendiciones recibidas, a lo mejor, otro gallo cantaría.
La madre, tampoco es perfecta, se le ama y respeta.
Como en el día de las nupcias, esta vez el vínculo indisoluble con la patria: ¡Hable ahora o calle para siempre!