“Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente”
(Juan 11:25–26).
“El ángel dijo a las mujeres: -No tengan miedo; sé que ustedes buscan a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, tal como dijo. Vengan a ver el lugar donde lo pusieron-.
(Mateo 28:5-6)
Adriana Núñez, periodista Visión CR
Nos acercamos a la conmemoración del momento histórico más importante de la fe cristiana, la cual fundamentada en las enseñanzas de Jesús, es sin duda alguna, la religión con más creyentes en el mundo pues alcanza a más de 2.300 millones de fieles, muy por encima de otras denominaciones.
Se trata de la resurrección, de la victoria del Hijo de Dios sobre la muerte; acontecimiento que no sólo consta en la Biblia, pues de ello dieron testimonio sus discípulos y las mujeres que primero que ellos, visitaron el sepulcro, sino que también fue profetizada por el mismo Jesús y por quienes antes que él, hablaron sobre su llegada a este mundo terrenal.
Pero no sólo los testimonios y las escrituras: también el Santo Sudario -que tantas especulaciones ha despertado a lo largo de los siglos- es un testimonio gráfico, para muchos inexplicable pero ineludible, en el que se puede apreciar la huella del triunfo del Mesías y su mensaje de esperanza que declara firmemente, que para todos los creyentes, más allá del breve paso terrenal, está el remanso de la eternidad.

Por ello hoy vamos a repasar algunos detalles sobre este hecho fundamental que es, ni más ni menos, el evento central de la fe cristiana.
La huella de Cristo que marcó la historia
Jesús fue crucificado en el sitio llamado el Calvario, también conocido como Gólgota, un lugar cerca de las murallas de Jerusalén. Ocurrió durante la Pascua, según los Evangelios, y de acuerdo con el calendario hebreo, posiblemente el 14 o 15 del mes de Nisán, que en el Calendario Gregoriano -que prácticamente todos utilizamos- corresponde a parte de marzo y abril.
Al acercarse los soldados, cerca de la hora “nona” -es decir la tercera hora de la tarde- a quebrarle las piernas a los otros dos crucificados, ubicados cerca del Cristo, vieron que éste había expirado ya. Aún así, uno de los romanos le atravesó el costado con su lanza y de la herida salió sangre y agua.
El cadáver de Jesús fue entregado a José de Arimatea después de su muerte en la cruz, según la tradición religiosa, en la tarde del mismo viernes, justo antes de que iniciara el “Shabat” o Sábado Santo, con la autorización de Poncio Pilato.
José de Arimatea, era seguidor de Jesús pero también un miembro del Sanedrín. Con valentía pidió el cuerpo y se lo llevó con el fin de prepararlo rápidamente para el entierro, que se efectuó en un sepulcro de su propiedad.
Y allí permaneció, hasta el tercer día…
“Oh, no eres tú mi cantar/no puedo cantar, ni quiero/ a este Jesús del madero/ sino al que anduvo en la mar…” (La Saeta, J.M. Serrat)
He aquí algunos aspectos fundamentales de lo que se convertiría en la piedra angular de la fe cristiana: LA RESURRECCIÓN.
- A pesar de que la entrada al sepulcro donde yacía el cuerpo de Jesús tras la crucifixión, fue tapada con una enorme piedra, sellada y custodiada por soldados romanos, varias mujeres que acudieron a orar al tercer día de su muerte, hallaron la tumba abierta y vacía.
- Ese mismo día y en los siguientes, las féminas -entre ellas María Magdalena- y los discípulos, dieron cuenta de numerosas apariciones del Cristo resucitado, cuya identidad y las marcas de sus heridas se identificaron plenamente con las del “Rabí” clavado en la cruz.
- A partir de esas apariciones y por supuesto de la grandiosidad del hecho histórico de la resurrección de Jesús, la vida de sus seguidores más cercanos dio un giro completo e incluso algunos de ellos -que inicialmente se mostraron temerosos y decepcionados- se convirtieron en fervientes predicadores de sus enseñanzas y doctrina de amor.
- La RESURRECCIÓN evidenció contundentemente, la divinidad de Jesús, confirmó las profecías bíblicas y demostró que Dios es fiel a sus promesas.

- Además de los testimonios de los discípulos, este evento dio lugar al crecimiento y consolidación de la comunidad cristiana. Aunque los primeros seguidores constituyeron tan solo un pequeño grupo, el cristianismo experimentó a partir de la resurrección, un crecimiento exponencial y el fortalecimiento de la fe que trascendió a millones de personas, por lo cual ello también se considera una prueba de la veracidad del acontecimiento.
- A lo largo de más de dos siglos, muchos miles de cristianos también han podido testimoniar los milagros que se han producido en sus vidas a través de la oración profunda al Dios vivo. Circunstancias extraordinarias atribuidas a la intervención divina, asociadas con la sanación de enfermos, restauración personal o la manifestación del poder de Dios en la naturaleza, por citar algunos casos.
- Finalmente, el Sudario de Turín -sometido a numerosos estudios- gracias a la más avanzada tecnología y a la reciente investigación realizada por un equipo del Instituto de Cristalografía del Consejo Nacional de Investigación de Italia, ha dado cuenta de que la “Sábana Santa” sometida a una técnica que permite medir el envejecimiento natural de la celulosa en función de la exposición a la temperatura y la humedad a lo largo del tiempo, indica ser significativamente más antigua, datando del siglo I d.C., lo que coincidiría con la época de Jesús.
-Dicho lienzo, muestra la imagen, en negativo, de un hombre con heridas que coinciden con las descritas en los Evangelios: marcas de clavos en las muñecas y los pies, laceraciones en la espalda que sugieren un severo castigo con látigo, y una herida en el costado. La figura también muestra signos de flagelación y de la corona de espinas, lo que refuerza la creencia de que este hombre sería, efectivamente Jesús, cuya huella vital quedó plasmada en la tela, al momento de resucitar.