Federico Paredes, analista agroambiental.
El urbanismo es una especialidad profesional de la arquitectura que se mezcla muy bien con la ingeniería civil y que propende a diseñar y crear ciudades que sean habitables, funcionales y seguras. No es sencillo lograr esto, pero hay muy buenas muestras en el mundo de esta aventura urbana.

Una ciudad que ha demostrado ser un verdadero modelo en Latinoamérica es la ciudad de Curitiba, capital del estado brasileño de Paraná, enmarcada dentro de un contexto de crisis mundial de modelos urbanos.
Curitiba es una ciudad pionera en el desarrollo urbano sostenible. Desde hace cuatro décadas ha tenido oportunidad de ver descender su índice de criminalidad, sus ciudadanos gozan de un comparativo mejor nivel de vida y han frenado la contaminación.
Las claves de este ecodesarrollo urbano radican fundamentalmente en la voluntad política municipal, que se ha mantenido invariable en abordar la problemática urbanística de una forma coherente y radical, con el apoyo de las organizaciones de base y la ciudadanía en general.

Es interesante comprender en qué ha consistido la estrategia que llevó a cabo el Municipio de Curitiba para transformar esta ciudad en un modelo de integración de medio ambiente, urbanización y desarrollo sostenible. Para esto, se abordaron tres grandes áreas: desarrollo sostenible, medio ambiente y transporte, intentando mostrar cómo el terreno de lo utópico o deseable puede llevarse a la práctica y de cómo es posible entender otra forma de la ciudad.
Estamos claros de que se debe conservar el medio natural, pero a su vez, tenemos que mejorar la calidad y el nivel de vida de la población. Ésta fue justamente la conclusión a la que se llegó en la Conferencia de la Tierra en Río de Janeiro de 1992, sobre Desarrollo Sostenible.
Fue en esa ocasión donde se estableció oficialmente que lo sostenible no se refiere exclusivamente al componenteambiental de las cosas, sino que hay que contemplar igualmente las variables sociales y económicas, y ver de qué forma interactúan éstas.

Como lo hemos mencionado, todo este proceso lo han realizado los brasileños gracias al desarrollo de un proyecto urbano promovido por un equipo multidisciplinario de arquitectos, urbanistas, ingenieros, economistas, sociólogos y otros técnicos.
Lo bueno -o hermoso de todo este escenario- es que se ha desarrollado con un fuerte sentimiento de pertenencia por parte de sus ciudadanos; lo que ahora llamamos “apropiamiento”.
Es justo mencionar que Curitiba no es sólo una referencia urbano/ecológica para el mundo, sino que es una ciudad poblada por individuos que aman el lugar donde viven.Sus habitantes lograron rediseñar los parques y áreas verdes, limpiar los ríos contaminados, maximizar el uso del transporte público, recolectar, clasificar y reusar los residuos sólidos, y crear cooperativas para que personas de bajos recursos pudieran involucrarse en la encomiable tarea del reciclaje.
Es decir que la idea de “desarrollo sostenible” se alcanza, porque además de conservar el medio natural, los curitibanos están comprometidos con mantener su ciudad limpia,bella y segura, cada día.

Es por lo anterior, que el caso de Curitiba es un precedente ejemplar en una América Latina donde lo más común suele ser empezar de nuevo, abandonando los proyectos y los resultados anteriores, en lugar de demostrar que es posible reinventarnos.
Debemos abocarnos en pensar que síes posible convertir a San José en una ciudad ejemplar, ya no de América Latina,pero por lo menos de Mesoamérica, léase: México, Caribe y Centroamérica incluida Panamá.
Hay ciertos puntos que se pueden ir implementando, sin necesidad de hacer grandes inversiones. Por ejemplo, es preciso estandarizar los nombres de las calles y avenidas con una adecuada rotulación, que se identifiquen con rótulos de cierto color y ubicación, de forma tal que extranjeros y residentes puedan encontrar la dirección deseada.
Tenemos que abandonar el viejo y obsoleto sistema de “puntos de referencia”. El extranjero no tiene necesariamente por qué saber cuál es el norte, el sur o el oeste, ni mucho menos dónde queda la antigua Biblioteca Nacional, la antigua Soda Doris en San Pedro o la esquina en la que estuvo la Funeraria Polini.

Algunos municipios en otras ciudades del mundo han logrado establecer un color único para su ciudad, tanto en negocios como en edificios públicos o casas de habitación. Santorini en Grecia, por ejemplo, muestra con orgullo sus edificaciones de color blanco y las cúpulas o techos casi todas de color azul.
Algo similar ocurre con las casa y edificios de Amalfi en Italia. Las edificaciones de Antigua Guatemala o de Popayán en Colombia, respetan a ultranza las coloniales estructuras blancas con su techos de tejas; eso es parte de su belleza.¿Y San José?
La capital costarricense debe y puede de preservar lo bello que tiene y recuperar las zonas que merecen tener un brillo especial. Jamás volver a cometer el desastre de haber derribado la antigua Universidad de Costa Rica donde está el circuito Judicial y la Corte Suprema de Justicia, o haber destruido la Biblioteca Nacional y el Templo Bíblico, en pleno centro de San José. ¡Craso error urbano!

No perdamos la esperanza de que las nuevas generaciones puedan implementar lo que los miembros de la “tercera edad” no hemos podido hacer correctamente.
Decisión política, deseos de coordinación interinstitucional, proyectos de investigación tipo tesis universitarias, organización de las comunidades de base y de los clubes de servicio (Rotarios, Leones, Kiwanis, 20-30, Scouts), fundaciones tipo ONG e iglesias, son elementos que pueden hacer enormes y productivos aportes para concatenar estas acciones.
Querer es poder, pero se requiere de un director de orquesta, que con su batuta logre armar esta sinfonía con todos los instrumentos.

Hagamos una cruzada nacional para lograr este gran objetivo a mediano plazo, y poder mostrar luego fotografías de lo que era San José y de lo que es ahora.