“La mayor parte de la gente en la ciudad corre tanto, que no tiene tiempo de mirar flores. Quiero que las miren, lo quieran o no.”
(Georgia O’Keeffe, artista estadounidense, 1887-1986)
Adriana Núñez, periodista Visión CR
Hace algunos años, durante un viaje de trabajo por el Viejo Continente, tuve la maravillosa oportunidad de visitar los Países Bajos, ocasión en la que -felizmente- coincidió mi estancia con la exposición de tulipanes más enorme y hermosa que jamás había imaginado.
¡Cuánta necesidad tenemos de apreciar espectáculos de esa índole, que nos brinden serenidad, alegría y sano esparcimiento!
En mi caso, el avistamiento de esa marea de flores multicolor, mecidas por la brisa fresca, se convirtió no sólo en un susurro plácido y conmovedor sobre la grandeza del mundo natural, sino también en una de las imágenes más impactantes que, recurrentemente, regresa a mi memoria llenándome de paz.
Sin duda alguna, las flores tienen efectos terapéuticos sobre el ánimo de quien las observa. De acuerdo con especialistas en psicología, su belleza “tiene un impacto significativo en nuestro bienestar emocional y psicológico”-
Para mucha gente -entre ella, pintores y fotógrafos- se constituyen en una verdadera fuente de inspiración; a la mayoría de los seres humanos les producen sentimientos positivos que contribuyen a disipar estrés, enojo o miedo. Y en general, “aumentan la capacidad de atención y contribuyen a que las personas liberen endorfinas, lo cual genera una sensación de bienestar”.
Por todo eso, en esta ocasión daremos cuenta del nuevo festival de tulipanes que inició a fines del pasado mes de marzo en el jardín botánico Kuekenhof -poseedor de alrededor de 32 hectáreas de terreno- que está localizado en la ciudad de Lisse, Países Bajos; este acontecimiento sin igual permanecerá abierto a todo público hasta el próximo 11 de mayo.
Repleta de actividades, la jornada floral que da realce al Tulipán, flor emblemática de la nación, no solo festejará la temporada primaveral sino que para ello, mostrará más de siete millones de bulbos de flores de distintos colores. Se incluyen además, narcisos, jacintos y otras flores en temporada.
“Un mundo de colores”
Además del impacto visual del colorido “mundo floral” holandés, el festival es una delicia para el olfato, pues el aroma de las flores impregna el entorno con un dulzor subyugante. Pero a ello, para satisfacer el gusto, también se ha adherido el sector culinario, que ofrece mediante diversas cafeterías y puestos de comida, platillos de cocina holandesa tales como la famosa “sopa de guisantes” o los “stroopwafels” una galleta holandesa tradicional, compuesta por dos capas delgadas de masa horneada, unidas por un relleno de caramelo.
La palabra “stroop” significa en holandés “sirope o melaza”.
Otras atracciones incluyen visitas guiadas con información valiosa sobre técnicas de jardinería, talleres y demostraciones acerca de la confección de arreglos florales e incluso una visita al molino de viento de Keukenhof, desde cuya altura se aprecian como un manto espectacular, los campos repletos de tulipanes.
Parcelas con distintas temáticas, paisajes típicos holandeses e incluso un parque infantil, son algunas de las innovaciones que entretienen tanto a los adultos como a los niños.
Los jardines están localizados cerca de las principales ciudades holandesas, lo cual les facilita a los visitantes viajar desde Ámsterdam o La Haya. Las instalaciones poseen numerosos espacios de estacionamiento para vehículos particulares pero también hay disponible servicio de autobús o de tren, para llegar directamente al sitio.
La actividad desplegada en Kuekenhof es realmente un regalo para los sentido; extraordinaria y placenteramente bella.
Si usted amigo lector, tiene la oportunidad de vivir esa experiencia, no lo lamentará.