La cruz de Crucitas

La cruz de Crucitas

Federico Paredes, analista agroambiental, Revista Visión CR.

Cuando la empresa canadiense Infinito Gold Mining intentó desarrollar de forma técnica, a finales del 2001, un proyecto de explotación del oro subyacente en la zona norte de Costa Rica, jamás se imaginó el vía crucis que esto representaría.

En la segunda Administración Arias Sánchez, se estableció un Decreto Ejecutivo que declaraba la explotación del oro en Crucitas, como de “interés nacional”. El mencionado Decreto creó una tremenda roncha entre ambientalistas de “hueso colorado”, que se organizaron para hacer una suerte de “romería” verde desde Ciudad Quesada hasta Crucitas, en San Carlos, durante la Administración de Laura Chinchilla, para protestar por ese proyecto.

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Infinito Gold Mining intentó desarrollar, de forma técnica, un proyecto de explotación del oro en la zona norte del país.

Las actividades mineras y sobre todo las que se hacen a cielo abierto, siempre han sido motivo de una gran polémica, sobre todo por el efecto devastador en los ecosistemas circundantes; igual ocurre con las explotaciones petroleras o las de otros yacimientos como carbón mineral, piedras preciosas y semipreciosas o litio. No es fácil pensar en realizar una explotación sostenible de estos elementos minerales, sin impactar los frágiles entornos naturales.

Nos duele pensar que desde que Infinito abandonó el país, Costa Rica ha perdido miles de millones de colones por una explotación totalmente artesanal, ilegal y descontrolada gracias a las falencias del Estado en poner orden donde es urgente. Es difícil señalar a un solo culpable en este drama, pero lo cierto es que todos hemos perdido (aquí sí) una oportunidad de oro de sacarle el mejor provecho a esta posibilidad áurica.

Qué debe hacer Costa Rica con la mina de Crucitas que valdría $3 mil  millones?

Según el Colegio de Geólogos de Costa Rica, el país bien podría derivar la para nada despreciable cantidad de unos $3.000 millones de USD de esas reservas del metal precioso en este subsuelo. Los geólogos, expertos en estas materias, aplican modelos de simulación y proyecciones espeleológicas, amén de otras técnicas, para determinar este potencial económico.

La zona de Crucitas se asienta en terrenos que fueron deforestados hace casi un siglo, de manera que no es selva virgen lo que se encuentra por esos lares; esto nos hace pensar que no debemos ni podemos ser “más papistas que el Papa”, ni demonizar la minería del oro.

Al pensar en el trípode sobre el cual se asienta la sostenibilidad: lo económico, lo ecológico y lo social, fácilmente podemos deducir que una explotación bien cimentada del oro de Crucitas sería, no una tabla de salvación, pero si un buen ingreso para invertirlo en significativos proyectos de interés social, dentro de la muy golpeada economía nacional.

Según el Presidente del Colegio de Geólogos, don Arnoldo Rudín, de tomarse una decisión correcta sobre este proyecto, el Congreso debería de aprobar una reforma a la normativa existente que de forma expresa prohíbe la minería a cielo abierto.

Como se anotó líneas atrás, en la fase ambiental, no habría devastación de bosques. En posibles afectaciones al aire y al agua, las medidas de control y mitigación deberían de aplicarse muy escrupulosamente dado que se utiliza mercurio en varías de las fases de esta explotación.

Colegio de Geólogos de Costa Rica en LinkedIn: Mañana jueves 16 de febrero,  nuestro Presidente Arnoldo Rudín participará…
Presidente del Colegio de Geólogos, Arnoldo Rudín.

El impacto social, por otro lado, sería mayúsculo, al generar gran cantidad de puestos de trabajo en mano de obra calificada y complementaria. Las comunidades rurales del país urgen de desarrollos in situque les permitan detener el éxodo del campo a la ciudad.

El hecho de ser conocidos como un país verde o ecológico, no nos limita para incursionar en este tipo de emprendimientos, que deben ser vistos con buenas posibilidades de inversión y así poder avanzar en muchas de las áreas sociales que se han quedado rezagadas.

La tecnología ha ido avanzando a grandes pasos y el caso de las explotaciones geológicas no ha sido la excepción. Hay mucho más conciencia hoy en día sobre cómo desarrollar proyectos que puedan llevarse a efecto, sin afectar el entorno natural.

Si nos ubicáramos en el año cero de nuestra historia costarricense y estuviéramos buscando un buen sitio para asentar la ciudad capital, con el nivel de conciencia que tenemos actualmente, sería muy difícil que San José estuviera donde está ubicada. Hemos tapizado literalmente, esta importante meseta del Valle Inter Montano Central, con asfalto, cemento, edificios y urbanizaciones, al punto que los balances hídricos se han desequilibrado, hemos perdido valiosa cantidad de suelos volcánicos para el agro, los ríos que lo cruzan son virtuales cloacas y transportadores de desechos. Pero sobre esto no decimos ni hacemos nada, y eso es un gran crimen ambiental.

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Hemos tapizado literalmente, esta importante meseta del Valle Inter Montano Central, con asfalto, cemento, edificios y urbanizaciones.

Gracias a Dios que al final, Costa Rica no tuvo que indemnizar a la empresa canadiense por el laudo en que se vio involucrada, por un monto de casi $400 millones de USD, pero de haber sido así, como dice nuestro pueblo, nos hubiéramos quedado “sin el santo y sin la limosna”.

Como país, hemos adquirido un buen grado de madurez ambiental y eso nos permite atrevernos a ingresar en proyectos como éste, sin dejar de pensar en los beneficios sociales que se podrían generar para favorecer los rubros de vivienda, educación, salud e infraestructura vial, entre otros.

Es hora de tomar una decisión con la cabeza fría y hacer las cosas de la mejor forma, para el mayor beneficio de Costa Rica.

 

 

 

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