Feminicidios de «influencers» causan alarma en América Latina

Feminicidios de «influencers» causan alarma en América Latina

Redacción y agencias.

Los feminicidios de dos creadoras de contenido en México y Colombia durante la semana pasada han levantado la voz de alarma en América Latina por la similitud entre las asesinadas.

Murder of Colombian model sparks outrage over rising femicides | Colombia | The Guardian
María José Estupiñán.

María José Estupiñán se encontraba junto a su madre el pasado 15 de mayo en su casa de la ciudad colombiana de Cúcuta, en la frontera con Venezuela, cuando un hombre que llamó al timbre alegando ser un repartidor a domicilio le disparó varios tiros.

Esta estudiante universitaria de 22 años ya había sido víctima de violencia de género y había interpuesto una denuncia a su agresor. El día anterior a su asesinato, la Fiscalía falló a favor de la denunciante: su expareja fue condenada a indemnizarla con 30 millones de pesos colombianos, unos 6.390 euros. El crimen está siendo investigado como feminicidio.

Estupiñán, según recogen varios medios locales e internacionales, era creadora de contenido en redes o ‘influencer’. Un rastreo de su cuenta principal de Instagram, ahora cerrada al público, refleja 7.011 seguidores en el momento de redactar este artículo; una cifra algo baja para un país que supera los 50 millones de habitantes. Sus otras cuentas asociadas, en las que vendía ‘bodys’ femeninos, zapatos y ropa deportiva, suman otros 7.720 usuarios.

Su caso podría haber pasado relativamente desapercibido entre la marea de feminicidios que sufre Colombia, con 745 casos registrados en 2024 según datos de la Defensoría del Pueblo, que incluye a 44 niñas y 11 mujeres trans. Pero varios medios de comunicación encontraron paralelismos con otro asesinato perpetrado apenas 48 horas antes, en la otra punta de Latinoamérica.

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Valeria Martínez.

Valeria Márquez emitía un directo a través de su cuenta de TikTok y desde su salón de belleza de Zapopan, situado en el área metropolitana de la ciudad de Guadalajara, en el centro de México. La ‘influencer’ y modelo de 23 años estaba dirigiéndose a sus seguidores (554.000 en Instagram y en torno a 100.000 en su perfil de TikTok, ahora clausurado) cuando un hombre armado entró, le preguntó por su nombre y le disparó en plena transmisión, a la vista de los seguidores de ;Márquez.  La Fiscalía del Estado de Jalisco también está tratando este caso como un feminicidio.

Perú y República Dominicana registran casos similares.

La similitud en las edades, perfiles y en la exposición pública en redes de Márquez y Estupiñán ha provocado numerosas comparativas entre ambos casos, pese a la diferencia de seguidores entre ambas. También el presunto ‘modus operandi’ de los asesinos, con la hipotética contratación de sicarios para asesinar a sus exparejas, lo cual aún está siendo investigando por las autoridades de ambos países. Entonces, ¿estamos realmente ante un auge de crímenes machistas focalizado en las creadoras de contenido latinoamericanas?

«Debe conjeturarse que estos feminicidios están lejos de la mera casualidad», afirma Dora Barrancos, socióloga e historiadora feminista y exdirectora del CONICET en Argentina. «Es justamente la condición de exposición pública de estas mujeres y su capacidad de incidir lo que ha acentuado el deseo de su exterminio. La autoría, al menos intelectual, de estas atrocidades debe buscarse en sujetos u organizaciones cargadas de odio hacia las representaciones que se atribuyen a las víctimas».

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Dora Barrancos.

Más prudente se muestra la comunicadora mexicana Angie Contreras, especialista en derechos digitales y del movimiento Vivas y Libres contra la violencia de género. «Con dos casos es muy complicado hablar de correlación entre el uso de las redes y los feminicidios que se dan». Esta divulgadora lanza otra reflexión interesante: «Algo que yo he visto en los casos en México (…) es que se vuelve a esta idea de buscar a las víctimas perfectas, pero también de buscar la justificación de los actos a partir de lo que ellas publicaron. La vida pública de Valeria ha servido para justificar lo que le pasó, y eso es preocupante, porque deshumanizamos el feminicidio que se ha dado», apunta.

‘Euronews’ ha recopilado otros casos similares en Latinoamérica durante los últimos dos años. El primero corresponde a Marilyn Martínez, una ‘tiktoker’ peruana de 29 años de edad que fue asesinada por su pareja en el distrito de San Borja de la capital, Lima, el 16 de enero de 2023. Martínez ya le había denunciado cuando tenía 17 años por agresiones físicas, tal y como hizo María José Estupiñán.

Quien era Marilyn Martínez, la reconocida tiktoker que fue asesinada por su esposo - LA NACION
Marilyn Martínez, la reconocida tiktoker que fue asesinada por su esposo.

Tenía más de 700.000 seguidores en la red social china,  donde subía vídeos de estilo de vida al que sería su asesino.

Tres meses después, Chantal Jiménez, ciudadana de República Dominicana, moría a manos de su expareja: se trataba del segundo intento en pocos días. Según el dominicano ‘Listín Diario’, la periodista, actriz y empresaria de 25 años, muy popular en Instagram, ya contaba con una orden de protección por parte de la Fiscalía, como la mayoría de casos recopilados anteriormente.

Todas las denuncias previas descritas, interpuestas en tres países hispanoamericanos distintos, no sirvieron para impedir sus muertes. «El grave problema que enfrentamos en América Latina es la incapacidad de adecuada prevención, aún cuando actúen los órganos de Justicia», opina Dora Barrancos. «Debe haber políticas de cuidado para las denunciantes y baterías de dispositivos que deberían emplearse: pulseras y otros dispositivos electrónicos para los agresores (…) En situaciones de muy alto riesgo, custodia permanente de la víctima y, eventualmente, prisiones preventivas con tratamiento psicológico [para los agresores].

Responsabilizan a fiscales de muerte Chantal
Chantal Jiménez.

La abogada mexicana Patricia Olamendi, experta en violencia de género, cofundadora de la Red de Mujeres en Plural y autora de la investigación gubernamental ‘Feminicidio en México’, denuncia la impunidad con la que suceden estos asesinatos. «He dicho y sostenido que el feminicidio se anuncia. Las autoridades no escuchan. Se anuncia cuando una mujer acude a denunciar; se anuncia cuando ella dice ‘fui golpeada por esta persona y me dijo que me va a matar’; cuando la mujer llega al hospital con lesiones graves… Un estudio que hicimos hace tres o cuatro años evidenció que casi un 40% de las mujeres que habían acudido a pedir ayuda por amenazas de muerte habían sido asesinadas».

La alta popularidad de las denunciantes ha visibilizado un problema que recorre Latinoamérica de punta a punta.Según la CEPAL, al menos 3.897 mujeres fueron víctimas de feminicidio en 27 países y territorios de la región en el año 2023. Esto representa al menos 11 muertes violentas de mujeres por motivos de género cada día. Entre los países con mayores tasas de feminicidio se encuentran Honduras (7,2 casos por cada 100.000 mujeres), República Dominicana (2,4) y Brasil (1,4), aunque estas cifras varían dependiendo del año, de que los países mantengan adecuadamente actualizados estos registros o de los organismos, no siempre gubernamentales, que las contabilizan.

Sin embargo, pese a la visibilidad de la problemática que generan los asesinatos de estas creadoras de contenido, Dora Barrancos cree que esto puede generar un efecto contagio. «Preocupa lo que en sociología se denomina «efecto demostrativo»: una conducta determinada tiene capacidad inductora de emulación múltiple, especialmente por el uso de redes, que son absolutamente amplificadoras.

Las redes sociales son espacios que llegaron para quedarse, y debemos acompañar a las infancias a vivirlas de manera segura"
Angie Contreras.

Angie Contreras considera, sin embargo, que las redes sociales pueden generar un lugar seguro donde compartir estas violencias, como ha ocurrido en España con las denuncias al político Ïñigo Errejón. «En México se ha visto como una solución ante la impunidad que existe por el sistema de Justicia. [Las chicas] utilizan estos espacios como una forma para advertir de lo que está sucediendo (…) El problema es qué pasa después de que se publican», añade Contreras. Como creadora de contenido y activista que acompaña a víctimas, la comunicadora afirma haber notado un incremento en el discurso de odio digital: «Mensajes de amenaza, de mucho odio, de discriminación por orientación, identidad, apariencia corporal… El problema como tal es que el Estado no está respondiendo a la velocidad de estas violencias».

 

 

 

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