A propósito de los periodistas despedidos.
José Luis Valverde, periodista.
El mal del prójimo no debería celebrarse como triunfo por nadie, el despido de dos periodistas profesionales es mala noticia, por mucho alguien levante la mano en señal de pírrica victoria.

La maquinaria del poder efímero arrolló a los comunicadores Álvaro Sánchez y Cristian Montero, de nada valieron horas de desvelos, riesgos en inundaciones, deshoras detrás de la noticia, siempre bajo las órdenes del superior jerárquico, posiblemente arrollado en las cobijas.
Gargantas profundas
Las aristas son múltiples, la ignominiosa fuga de información desde los órganos de investigación, fuente nutricia de juicios sumarios, cuando subrepticiamente, no de hoy, desde hace tiempo, filtra expedientes medio cocinados a los medios de comunicación colectiva.
Cuando bajaron esposado al expresidente Miguel Ángel Rodríguez Echeverría, para entonces Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), la codirectora del medio de comunicación hoy señalado, no levantó la voz para impedir el desaguisado.
Ganso y Gansa
El propio Presidente de la República, divulgó en su momento información sensible de algunos actores de la vida nacional, lo bueno para la gansa, ahora indigesta al ganso.
Si el teléfono del mandatario es pagado con fondos públicos, es cuestionable si es privado, distinto cuando se factura al pecunio personal, este es un punto a dirimirse, si lo sufragamos todos, debería ser de acceso universal, tanto para la señora de Purral, como para los financistas, invitados a la opípara cena en el Teatro Nacional.
Nada fácil
Para un periodista en la medianía de la existencia, no es fácil salir a procurarse el sustento, máxime cuando los salarios apenas alcanzan para coyol quebrado, coyol comido.
Las grandes empresas de comunicación siempre se las agencian para mantener el modo de vida de los dueños, viajes en jet privado, lujos, vehículos de alta gama, mansiones, la comida se le cercena al de abajo ¡Punto!
Todólogos
Hasta hace unos años el profesional de la noticia se desplazaba con chofer, asistente, los apoyos para la cobertura informativa, ahora es todo eso en uno, las publicaciones deben ser multimedia, si no le gusta, como se dice popularmente ¡va jalando!
El hilo se rompió por lo más delgado, los periodistas despedidos no morirán de hambre, ya muchos laboran en plataformas de transporte, venden empanadas, se la juegan como pueden.
Otros sin siquiera el título de secundaria, tramitan preguntas hechas a la medida para los entrevistados, reciben pauta millonaria por la labor de poleas de transmisión del discurso oficial, mullidas alfombras de quienes detentan el poder.
El lazo negro cuelga en la puerta de la libre emisión del pensamiento, al perro flaco, como siempre, se le pegaron las pulgas, algunos con facilidad olvidan, a todo chancho gordo, también le llega su día.