Mario Arguedas, educador pensionado.
«La Navidad es la luz que rompe la noche oscura de los siglos». Juan María Canales, misionero claretiano.
El ciprés y la navidad van de la mano. El primero es un ícono que anuncia con su altivez y su fresca fragancia la epifanía del nacimiento de Jesús y con ello un periodo de festividad que va más allá de lo religioso, para convertirse en un espacio en el tiempo donde la sociedad cambia sus habituales actitudes para trocarlas por otras muy humanas y oportunas que deparan un aire renovado de paz.
El escritor estadounidense Norman Vincent Peale, autor del libro El poder del pensamiento positivo, describe este período así:
“La Navidad agita una varita mágica sobre el mundo, y por eso, todo es más suave y más hermoso.”
La navidad es tiempo donde las personas sonríen con facilidad, se muestran condescendientes, potencian sus sentimientos mostrando desbordante alegría, tristeza o nostalgia, multiplican las muestras de afecto, engalanan casas, calles y edificios, escuchan cánticos propios de la época, todo lo celebran. Calvin Coolidge (trigésimo presidente de EEUU) lo refirió en estos términos:
“La navidad no es un momento, ni una estación, sino más bien un estado de la mente, donde se valora la paz y la generosidad.”
Una tregua basada en el amor
Existe un hecho histórico que reafirma el pensar del presidente Coolidge, conocido como «La tregua navideña de 1914», circunstancia sobre la cual existen diversos escritos y películas. Aquí les presento una breve descripción de lo sucedido para que se presentara ese fenómeno:
La tregua se produjo cinco meses después de que comenzara la guerra. Soldados franceses, holandeses y británicos cruzaron las trincheras para intercambiar saludos y charlas. Los hombres de ambos bandos se aventuraron en la tierra de nadie, durante la Nochebuena y la Navidad, mezclándose e intercambiando comidas y regalos.
Hubo ceremonias funerarias conjuntas e intercambio de prisioneros, cánticos de villancicos y hasta se disputaron partidos de fútbol entre los bandos, creando una de las más gloriosas imágenes de la guerra.
El escritor estadounidense Washington Irving (siglos XVIII-XIX), escribió: “La Navidad es la temporada para encender el fuego de la hospitalidad y la genial llama de la caridad en el corazón.”
Comparto hoy la utopía del escritor inglés Harlan Miller, de preservar la esencia del sentir navideño, logrando meter el espíritu de la navidad en jarros e ir abriendo un jarro cada mes del año. Estos son algunos de los condimentos que dichos frascos llevarían: