Carlos Manuel Echeverría Esquivel, exprofesor de Ciencias Políticas, UCR.
Yo presumo que, en un acto de torpeza, cuya naturaleza lamentablemente se repite con frecuencia, se emitió el criterio de que Costa Rica ha sido desde hace 7 décadas una dictadura perfecta. Es tan torpe el desaguisado, que tengo que pensar que es adrede: una metáfora a una situación que, a juicio del suscrito, podría tener validez si se la ve con ligereza.
Y si, fue una torpeza, porque alguien que navega en las alturas con peligro a marearse y perder el sentido de la realidad, debe de saber que en la época moderna todo se sabe y todo se difunde al nivel mundial al instante, con repercusiones negativas socio económicas y políticas para el país. Hasta la clasificación crediticia del país puede sufrir.
Uno podría decir que “la clase política” se las ha arreglado desde hace 75 años para “copar” y repartirse los cargos políticos, destacando dentro de ese esquema el de las juntas directivas 4-3. Ciertamente, existe una clase política. Es ineludible que la haya y sin duda beneficioso, pues el ejercicio de poder, ya sea ejecutivo, legislativo o municipal, exige el que quienes lo ejercen profesionalmente o casi que se relacionen entre sí con fines nobles.
Recordemos que la ciencia política, inexacta como es, es la que brinda las herramientas interactuantes para que quienes ejercen la política puedan ponerse de acuerdo, ojalá en clara democracia, para estimular el progreso socio económico, sostenible integralmente cada vez más y el político, en dirección al desarrollo.
Pero implicar metafóricamente que la clase política, cuya definición es todo un reto, maneja el país a su antojo y hace del proceso democrático una pantomima, es un absurdo. Primero que todo, la clase política es prácticamente virtual, en el sentido de que no son los mismos quienes se reparten los cargos que no son parte de la burocracia.
Si se hace un análisis de quienes ocupan o han ocupado cargos públicos, se evidencia que la mayor parte de la composición de esa clase política varía en un lapso de tiempo relativamente corto en la vida de una persona o del país, facilitando inclusive el acceso a ella de gente de limitados recursos o proveniente de áreas rurales y citadinas de bajos ingresos.
Así mismo hay infinidad de personas a quienes no les interesa ocupar cargos pero que participan en los procesos políticos al interior de cada partido. En los más tradicionales inclusive, se habla de demasiada democracia, lo que tampoco es beneficioso. Clase política existe en todos los países, en algunos ciertamente como parte de una dictadura perfecta, como era el caso de las cerradas “nomenklaturas” en países durante la época comunista. No es el caso de Costa Rica.
Con torpeza o cinismo para tomar ventaja de la ignorancia de muchos o mala fe, podría alegarse que en el Congreso o en los Consejos Municipales, los actores, como si fueran marionetas manejados por otros, concuerdan en temas que conducen a legislación o acuerdos formales. Y que ese “ponerse de acuerdo”, es una manera de disimular la “dictadura perfecta”.
No niego que puedan en ocasiones haber acuerdos, opacos o no, que no convienen al país, pero aseguro que son los menos; no es la práctica prevalente; la gobernabilidad y gobernanza sería imposible. Y por supuesto, lo que está mal debe de ser denunciado y el Poder Judicial hacer cumplir la justicia con prontitud, lo que no sucede actualmente y que encarece los procesos e incentiva el crimen.
El llegar a acuerdos para progresar es precisamente a lo que apunta la ciencia política. Lo que hacen los politiqueros, los innobles, que no son lo mismo que los políticos, éstos los nobles de la política, es manipular las situaciones para servirse y no para servir. Cuidado y quienes hablan de “dictadura perfecta”, están cayendo en la politiquería o en algo peligroso, cual es el ver el vaivén democrático como una pérdida de tiempo.
El esquema autoritario, que puede ser efectivo tácticamente raras veces funciona como estrategia de desarrollo y si lo hace, no siempre asigna los recursos acumulados y de inversión de la mejor manera posible.
El desarrollo no se trata solamente, aunque es fundamental, de productividad y competitividad, de acumulación vis a vis consumo y reposición de activos productivos. Hay un aspecto humanista fundamental que la democracia pluralista conlleva y que le da sentido a la vida, clave para conformar una política social que facilite a todos una vida digna con posibilidades de desarrollo personal, para lo que ciertamente es necesaria una política económica acertada. La democracia a la costarricense, con todo y sus defectos, nos ha funcionado y es vitrina para muchos en el mundo.
A sus tiempos, genera consenso, sustenta socialmente las decisiones. Que puede ser más eficiente y eficaz, más efectiva, más transparente y dejar menos de camino, ciertamente. El reemplazarla, el perder el equilibrio republicano, por la precisa del activismo autoritario que a menudo no pasa de espejismo, no es la ruta.
Hablando de democracia y sus herramientas, el referéndum es una de la que no debe abusarse, como lo indica nuestra constitución política. Pienso que es un error utilizarlo para consultar propuestas que no tienen un impacto en la esencia de la vida nacional, en los fundamentos de la nación. Es el caso de los proyectos incluidos en la llamada por el gobierno “propuesta jaguar”, con los que dicho sea de paso simpatizo plenamente. Me parece que son proyectos para ser analizados en el Congreso y no utilizar el referéndum, en desmedro, dicho sea de paso y dando la idea de que no se necesita del Congreso, que en nuestro esquema constitucional es primer poder de la república en representación de los ciudadanos. El riesgo, que espero no sea objetivo de quien emitió lo que espero sea metáfora, de debilitar nuestro orden republicano, es muy grande.
¿Cuáles podrían ser propuestas de referéndum para promover cambios constitucionales? Entre varias las siguientes, que me interesan, dicho sea de paso: llamar a una constituyente, aumentar el número diputados; pasar de un régimen presidencialista a uno parlamentario; establecer un esquema que facilite la carrera parlamentaria; abandonar el obsoleto sistema provincial para pasar al regional y subregional según la nomenclatura de planificación ya vigente y así sucesivamente.
Lo que conviene es la democracia pluralista republicana y la economía de mercado con las regulaciones estrictamente necesarias para asegurar al menos su buen funcionamiento; con planificación estratégica socio-económica sostenible, para tener un rumbo con destino, con un componente, parte de la ideología que practico, de participación consultiva y propositiva a la sociedad civil organizada sectorial y regionalmente. Para ello Costa Rica tienen tres leyes facilitadoras: la 6227, General de la Administración Pública, la 5525 y sus modificaciones que crea el sistema nacional de planificación y la 10096, que fortaleza el subsistema de Consejos Regionales de Planificación.
En lugar de estar saboteando a una democracia reconocida internacional con todo y sus defectos que se tienden a minimizar, de buen funcionar dentro de una perspectiva “churchiliana”, planteado referendos innecesarios, debería estarse gobernando con una perspectiva de diálogo y debate de ideas, tendiendo puentes entre poderes, fortaleciendo el equilibrio republicano e implementando como se debe, las mencionadas tres leyes. Es necesario hacer funcionar la democracia con efectividad, sin botar el agua, la tina y el bebé.