Luis Paulino Vargas Solís, economista y académico.
El chisme es que Rodrigo Chaves podría renunciar a la presidencia de Costa Rica, para enseguida postularse como candidato a diputado.
Y lo dice Pilar Cisneros, la mamá de los tomates, la mera-mera, la mujer a la que Chaves le debe todo.
En otros lugares he comentado que, si tal renuncia se concretara, eso equivaldría a oficializar de jure lo que es una situación de facto. Porque, en rigor, Chaves renunció al ejercicio de la presidencia en el propio acto de juramentación, el 8 de mayo de 2022.
Recordemos que todo arrancó con un acto de “no gobierno”: un decreto sobre vacunas, que fue la primera mentira en la letanía infinita de mentiras de su gobierno, y el primer adefesio jurídico en su infinito listado de adefesios jurídicos.
Y, así, hasta la fecha: nunca se hizo cargo de nada, nunca asumió responsabilidad sobre nada, nunca tuvo ideas de nada, nunca resolvió nada. Jamás se comió ninguna bronca. Si acaso, y para no decir que no hizo nada, reconozco que sí hizo algo: empeorar todo.
Si nunca ejerció como presidente ¿a qué se supone que renuncia? En rigor, nadie renuncia a hacer lo que jamás hizo. Sería sencillamente el acto de clausura de una ópera bufa que empezó aquel 8 de mayo, 32 meses atrás.
Pero también podríamos darle un enfoque distinto, mirarlo con otros ojos. Les propongo pensarlo en términos de la historia del Titanic, pero reescribiéndola en parte.
La cuestión es como así: Edward John Smith, capitán de aquel famoso buque, hizo las cosas tan mal, al punto que lo llevó a colisionar con un enorme iceberg. Hasta aquí, hay claros paralelismos entre el susodicho capitán y el señor Chaves, puesto que este también nos lleva en curso de colisión, empeñado en destruir la Costa Rica histórica e incendiar la casa.
Pero luego viene la parte donde la historia se modifica y reescribe. Porque el capitán Smith no abandonó el barco: se hundió y murió con él.
En cambio, el “capi” Chaves ansía abandonar el barco. Y si este naufraga (hacía eso nos lleva), a él no le preocupa: ya para entonces estará en su bote salvavidas, después de arrebatarle el lugar a alguna abuelita.
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