Nelson Murillo, periodista
Cómo laceran y duelen los comentarios pasados de tono de personas inescrupulosas por la condición particular del precandidato Álvaro Ramos Chaves, quien superó la sordera de nacimiento y hoy es un profesional destacado.
La gente es tan mezquina, envidiosa, fría e hipócrita, que en vez de alegrarse por la superación de los demás, busca cómo falsear el piso.
El caso de Ramos Chaves, desde el punto de vista humano, educativo, social y por su inteligencia, es de feliz excepción. Un sordo de nacimiento hoy tiene un doctorado en economía.
Pero, contrariamente, hay muchos enardecidos por esos y otros logros de una persona que nació completamente sorda y subió peldaños contra viento y marea.
Discrepar en política es cosa de todos los días en una democracia.
Si en el plano electoral usted no lo apoya, es su legítimo derecho. Comente públicamente por qué no le dará el voto. Decidir es algo muy personal, con base en el respeto, buenos argumentos y la sana convivencia.
Pero otra cosa es atentar contra la dignidad humana por una discapacidad que no frenó el desarrollo de quien hoy es candidato presidencial.
Los comentarios hirientes por la condición humana de Ramos Robles retratan de cuerpo entero la bajeza e incomprensión de cada espécimen por ahí… ¡Qué pena!
La gente de baja calaña nunca es feliz ni deja vivir a los demás.
Yo escucho parcialmente solo con el oído derecho por un accidente laboral. Uso un audífono y por no oír bien he afrontado muchas veces la chota, la intolerancia y la burla de seres nada humanos.
Nadie sabe lo que le espera. En un minuto todo puede cambiar.
El karma no falla…