Mario Rodríguez, abogado y comunicador.
Personalmente, no creo mucho en las ideologías políticas, y la actualidad revela las razones por las cuales cada día somos más los incrédulos. Probablemente, es lo mismo que sucede con las religiones a través del orbe. Pero la semana pasada me llamó poderosamente la atención una frase de Jorge Mario Bergoglio, quien calificó de “pecado grave” los intentos de muchos países poderosos por repeler la migración.
No olvidemos como Juan Pablo II, a través de su pontificado, dio una lucha frontal contra el comunismo -que incluso ahogaba a su natal Polonia- y aunque no se han conocido las verdaderas motivaciones del atentado perpetrado en su contra, circularon versiones que lo relacionan al movimiento Solidaridad apoyado por Karol Wojtyla.
Bien sabido es que, durante el verano en el hemisferio norte, mientras los europeos disfrutan de sus vacaciones, aumentan también las barcazas con cientos de migrantes provenientes de Asia y África, en búsqueda del “sueño europeo”, lo que lleva a España y a Italia a extremar la vigilancia de sus costas, y además acrecienta las discusiones entre las distintas posturas dominantes entre la izquierda y la derecha, en cuanto al manejo de la migración.
Digo que el mundo está al revés, porque mientras el presidente español visita a tres de los países africanos de donde más migran hacia Europa, con la finalidad de tender lazos estratégicos para disminuir el anhelo de emprender tan fatídica odisea; reconociendo también que Europa necesita de la migración para avanzar, y mantener el “status” económico actual.
Sus oponentes de derecha y ultraderecha, le critican porque interpretan que, dicha visita oficial es un llamado para incentivar la migración, y además, solicitan la imposición de medidas más agresivas para atacar dichas acciones que según ellos, atentan contra la soberanía.
Considero que la problemática tiene tintes muy complicados de resolver, pues por un lado se trata de personas que buscan un mejor futuro, huyendo del hambre, los conflictos armados, o bien de la persecución por su orientación sexual.
Por ejemplo, y al mismo tiempo, regiones como Ceuta, Lampedusa, Las Islas Canarias, o la Isla de Hierro, se ven desbordadas y sin posibilidad de reaccionar ante los cientos de personas que se juegan la vida en el peligroso Mar Mediterráneo. Y todo ello, en el caso español se ha visto agravado, por la negativa por parte de las Comunidades Autónomas a recibir una cuota equitativa de niños y adolescentes que emprenden el viaje a solas, lo cual ha generado una alta tensión entre el Partido Popular, Vox y el partido de gobierno.
En el mismo sentido, curiosamente, los partidos políticos más cercanos a la Iglesia Católica en España son los que se oponen por completo a la migración, en donde por ejemplo Abascal ha incitado “a los españoles a defenderse contra la migración”, mientras el PP genera un discurso que llama a las “deportaciones masivas”, criticando severamente a Pedro Sánchez por el viaje a África. Por el contrario, el PSOE califica a sus adversarios políticos como inhumanos, por sus posturas ante el fenómeno migratorio.
En el caso de Italia, la situación no es muy diferente, pues, a lo largo de los años, la región de Lampedusa ha debido enfrentar las oleadas migratorias, lo que ha causado una reacción muy fuerte de parte de la jefe del gobierno italiano, logrando una reducción del 60%, pero, al mismo tiempo, firmó un convenio con Albania, en donde se envían a los migrantes rescatados, con la finalidad de que no ingresen a la Unión Europea.
Al unísono, toda esta situación lleva a países como Grecia, Italia, Francia y España a reclamar a los demás miembros de la UE, pues, evidentemente, la presión migratoria lo soportan dichas naciones, considerando estas que no reciben el apoyo suficiente, ni los recursos, sobre todo ante los cientos de desaparecidos en las aguas del Mediterráneo, lo cual se convierte en un enorme drama humano.
Por ejemplo, según información recopilada por la OIM, el Proyecto Migrantes Desaparecidos ha establecido que durante 2021 hubo 1048 personas desaparecidas, 2411 en el 2022, y en el 2023, la cantidad de 3041 personas. Precisamente, es por estas situaciones que, el Papa Francisco ha hecho tales afirmaciones el pasado miércoles.
Es claro que en España hay posiciones antagónicas, y en Italia también, pero, además, los países desarrollados no pueden obviar que, ante los bajos niveles de natalidad y el aumento del envejecimiento, los países de la Unión Europea requieren de mano de obra joven para mantener la estabilidad económica de sus países.
Por ende, una posición que busque regular los flujos migratorios, con permisos temporales de trabajo en Europa, y con la condición de regresar a sus países de origen, son buenas alternativas. También, el aumento de la ayuda de parte de la UE a los países en vías de desarrollo es clave, para desalentar las migraciones que estamos viviendo actualmente.
Es prioritario el avance en políticas de este tipo, de la mano de los principios de humanidad, razonabilidad y proporcionalidad, en absoluto respeto de los tratados internacionales de derechos humanos. Sobre todo, porque, los bulos, la desinformación, y el inadecuado uso de las redes sociales, ha llevado a circunstancias críticas en algunos países. Por ejemplo, doy tres recientes ejemplos:
- las cárceles inglesas están desbordadas, sobre todo, por el asesinato de tres niños acaecido hace algunos días, en donde por medio de las RRSS se viralizó -falsamente- que el autor era un migrante solicitante de asilo, lo que provocó protestas agresivas de parte de organizaciones de ultraderecha;
- en España, un niño de 11 años, llamada Mateo, fue atacado por un joven de 22 años, español, el cual al parecer tiene problemas mentales, pero, en las redes circuló información en el mismo sentido de Inglaterra; y,
- finalmente, en Alemania, un ciudadano sirio ocasionó la muerte de 3 personas, lo cual levantó las protestas de parte de la ultraderecha alemana. Por ende, es importante que, en Europa se busquen soluciones adecuadas a tan difícil situación, de la mano del respeto a los derechos fundamentales.