Erwin Wino Knohr*, Visión CR.
Alajuelense hizo el negocio de la década con la venta de Jeyland Michell al Feyenoord de Países Bajos.
Que no fue formado en el CAR. Que apenas jugó unos cuantos partidos con Alajuelense en primera división. Que venía de una cancha de baloncesto a una de futbol. Todos esos cuestionamientos solo ratifican que el futbol es un negocio que si se sabe conducir produce grandes ingresos económicos.
En esta industria hay equipos que producen jugadores, otros forman jugadores y unos terceros se convierten en maquiladoras.
Alajuelense entró en este tercer caso de la industria futbolera con Michell, sin que su presencia fuera notada por el Director Deportivo y el técnico de turno en ese entonces.
La tecnología apadrinada por lo que dice la teoría, son herramientas importantes en el futbol, aunque sigue siendo el ojo y criterio del entrenador el mejor visor, y de esa manera descubrir talentos que los procesos mantienen en el anonimato.
Cuando en un club hablan de proceso y como en una camisa de fuerza hasta que el jugador concluya esa fase están aptos como aspirantes a ocupar un lugar en el primer equipo, posiblemente ya sea muy tarde y el mismo proceso se encargue de perder al jugador.
Dicen que a Jeyland Mitchell lo vendieron en $2.5 millones. Desconozco la cifra. Pero si es conocido el gestor que lo sacó del baúl del proceso, lo puso a jugar asumiendo el riesgo de los errores que cometió en la cancha, y lo presentó como un cheque en blanco para las arcas de la Liga.
Un cheque que en tres o cuatro meses le generó a Alajuelense una cifra inimaginable en su presupuesto.
La Liga no produjo, ni formó a Mitchell: pero lo vendió bien. Ahora los equipos europeos no quieren arriesgar dinero y llevan los jugadores a préstamo, como han salido la mayoría, y si revientan con su juego lo compran y revenden. Esa es la esencia actual del futbol. El resto es solo pasión y besos a la camiseta.
*Máster en Comunicación. Lic. en Periodismo. Lic. en Educación Física. Entrenador de futbol y baloncesto
Excelente artículo. Como todos los del Señor Wino.