Yayo Vicente, médico veterinario.
[*] CIRCUNLOQUIO.
El 15 de septiembre de 1821, las provincias de la Capitanía General de Guatemala, incluida Costa Rica, fueron independizadas del Imperio Español. La noticia se fue transmitiendo poco a poco hacia el sur, hasta llegar a Nicaragua y Costa Rica. Debido a la lentitud de los medios de comunicación, la noticia tardó varias semanas en llegar a Cartago.

Antes de llegar a Cartago, llegó a León, una de las principales ciudades de la Capitanía General de Guatemala, allí se reunió una asamblea de notables para deliberar sobre la situación.
Al final del debate, el 11 de octubre de 1821, se firmó el Acta de los Nublados de León, un documento que expresa una postura cauta y expectante ante la noticia de la independencia de Centroamérica del Imperio Español. El acta es conocida por su famosa frase: “Se acordó esperar hasta que se aclaren los nublados del día”.
Esta frase simboliza la incertidumbre política del momento y refleja la decisión de no actuar apresuradamente. En lugar de declarar la independencia de manera definitiva o comprometerse con alguna autoridad (como el Imperio Mexicano de Iturbide), los firmantes decidieron esperar para ver cómo evolucionaban los acontecimientos. Un enfoque prudente y conservador, en contraste con otros lugares donde la independencia fue recibida con entusiasmo inmediato.
En Costa Rica, esta actitud influyó directamente, pues las autoridades costarricenses quienes decidieron deliberar con cautela antes de declarar su adhesión a la independencia. Éramos una provincia pequeña, con una agricultura de autoconsumo y todavía lejos de la expansión cafetalera que vendría más adelante.

Según las estimaciones históricas basadas en registros parroquiales y censos coloniales tardíos, la población del país se calcula en 65,000 a 70,000 habitantes. En Cartago (capital de entonces), cerca de 10,000 habitantes, en San José, Heredia y Alajuela, entre 6,000 y 8,000 habitantes cada una, el resto de la población se distribuía en zonas rurales, pequeñas aldeas y poblados.
Equivale a informarle a Coronado (68,725 habitantes), o Aserrí (61,338 habitantes), o Moravia (61,148 habitantes) o Santa Ana (60,453 habitantes) o Escazú (71,500 habitantes), que son países independientes.
El Comercio
El comercio internacional es más que el intercambio diplomático de obsequios, va más allá de los estados y es realizado por los particulares. La antigua Mesopotamia comercializaba con el valle del Indo hace más de 5000 años.
En la historia reciente, cuesta encontrar acontecimientos internacionales para favorecer el comercio, donde el protagonista no sea EE.UU. Por ejemplo, abrieron al comercio a Japón a mediados del siglo XIX mediante una combinación de diplomacia coercitiva y presión militar. El evento clave fue la Expedición Perry (1853–1854), liderada por Matthew C. Perry, de la Armada de americana.

A la fuerza sacaron a Japón del aislamiento (sakoku) vigente desde el siglo XVII. Perry llegó con cuatro barcos de guerra («barcos negros» por el humo del carbón) a entregar la carta del presidente Millard Fillmore (1850-1853) al shogun Tokugawa. Ante la demostración de poder militar y la diplomacia de cañonera, el shogun firma el Tratado de Kanagawa y se pone fin al aislamiento japonés de más de 200 años.
Lo que origina la política económica de sustitución de importaciones fue la Gran Depresión en los años 30 y pudo implementarse usando a los aranceles como instrumento. Se aumentaban los impuestos para el bien que no se quería importar, para favorecer al producido localmente. Prevaleció en América Latina desde los años 30 hasta finales de los años 70.
El GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio), inicia en 1947 con la participación de 23 países, solo 5 del Continente Americano (Brasil, Canadá, Chile, Cuba y EE. UU.). El principal impulsor del GATT fue Estados Unidos, en el marco de la reconstrucción económica mundial tras la Segunda Guerra Mundial. Buscaba evitar el proteccionismo que nació a raíz de la Gran Depresión en los años 30.

El GATT dio origen al acuerdo de Marrakech de abril de 1994, que es la “constancia de nacimiento” de la OMC (Organización Mundial del Comercio) El GATT regulaba principalmente bienes (productos físicos) y con la OMC se amplió su alcance a: Servicios y Propiedad intelectual. El protagonista más sobresaliente fue los EE.UU.
Durante el gobierno de Luis Alberto Monge (1982-1986) se descartó la política de sustitución de importaciones, que fue desplazada por la apertura de mercados. Se negociaron y firmaron muchos tratados comerciales y el país se profundizó en el mercado mundial. No extraña que Costa Rica firmara la adhesión a los Acuerdos de la Ronda de Uruguay y a la OMC con la promulgación de la Ley Nº 7473 de 1994 y que sea uno de los miembros fundadores.
China ingresó oficialmente a la OMC hasta el 11 de diciembre de 2001, después de 15 años de negociaciones. Estados Unidos (George H. W. Bush y Bill Clinton) fue el principal impulsor y negociador clave para que esto ocurriera.
Cuesta concatenar el nuevo rol de EE.UU., que inició la guerra arancelaria en el 2018, la escala en el 2019, hace una tregua en el 2020 y la reinicia en el 2025 con Donald Trump que vuelve a usar los aranceles como herramienta de presión política y económica y amenaza con retirarse de la OMC.
El retiro de EE.UU. sería un golpe muy fuerte al sistema multilateral de comercio que puede desencadenar una fragmentación del comercio global y una vuelta al unilateralismo. Países como China, la UE, e incluso aliados de EE.UU., tendrían que recalibrar sus relaciones comerciales.
La opción costarricense
Ante la incertidumbre que existe en el mercado mundial, el regreso de los aranceles como medida proteccionista, debemos ser cautelosos, es necesario pausar la firma de nuevos tratados comerciales y revisar los firmados. Definitivamente no continuar con el Tratado de Libre Comercio Transpacífico o Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés: Trans-Pacific Partnership) y esperar hasta que se aclaren los nublados del día.
[*] CIRCUNLOQUIO. Viene del latín circumloquium. El Diccionario de Real Academia Española lo define como: “Rodeo de palabras para dar a entender algo que hubiera podido expresarse más brevemente”.