“La música es el arte más directo, entra por el oído y va al corazón… Es la lengua universal de la humanidad” (Astor Piazzolla, músico y compositor argentino,1921-1992)
Adriana Núñez, periodista Visión CR
(Foto de portada: Rondalla UPINS, Costa Rica)
El próximo 20 de Febrero, la sede del Instituto Cultural de México, ubicada en Los Yoses, será la encargada de albergar, a partir de las 6 p.m. el IV Festival Internacional de Rondallas, Costa Rica 2025.
La actividad está organizada principalmente por la Unión de Personal del Instituto Nacional de Seguros (UPINS) y cuenta con el apoyo de la Embajada mexicana en nuestro país, a través de la cual se ha gestado la valiosa participación de las rondallas de San Luis Potosí y la Diamantina de Querétaro.
Aunque la entrada al evento es gratuita, por motivos de espacio, el público interesado en acudir deberá confirmar de previo mediante el correo electrónico [email protected]
Por supuesto que la Rondalla de UPINS -que goza de gran prestigio a nivel nacional- será también parte fundamental del atractivo del encuentro.
Las rondallas forman parte importante de la cultura de muchas naciones. Son conjuntos musicales que interpretan canciones populares utilizando instrumentos de cuerda pulsados con “púa” -tales como guitarras, requintos, contrabajos- y los encontramos en distintas instituciones y sobre todo, en colegios y centros de educación superior.
Tal es el caso de la rondalla “potosina”, fundada en 1965 por estudiantes de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y una de las pioneras a nivel de la nación mexicana en su categoría, con lo cual lógicamente ha influido en la creación y desarrollo de otros grupos similares.
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Igualmente importante es la Rondalla Diamantina de Querétaro, la cual con más de 54 años de experiencia, realizará además de la actuación en el Instituto Cultural de México, varias presentaciones en distintas localidades de nuestro país.
Tradición centenaria de cultura popular
Según los historiadores, las rondallas se originaron en España en el siglo XVI y muy especialmente en las regiones de Aragón, Valencia y Cataluña.
Surgieron a partir de bandas o agrupaciones musicales que tocaban en calles y actividades populares durante la época medieval, las cuales se consideran “precursoras de la Rondalla Moderna» y se dividían en cuatro tipos distintos de conjuntos musicales: los de jóvenes que tocaban y cantaban normalmente delante de las casas; los de músicos conocidos que se veían obligados a pedir limosna en las calles; las comparsas que actuaban en distintos escenarios y finalmente, los grupos de músicos universitarios, denominados “estudiantinas” o «tunas».
Tanto en España como posteriormente en México, los músicos que integraban dichos conjuntos se vestían con pantalones por debajo de la rodilla, camisas de terciopelo y las insustituibles capas cortas con cintas multicolor; entre los instrumentos que usualmente empleaban -y aún hoy lo hacen- destacaban desde entonces, las mandolinas, violines, guitarras, laúdes, bandurrias, flautas, violonchelos, bajos, panderetas, castañuelas y triángulos.
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Gracias a que la tradición española tuvo impacto en Hispanoamérica y Filipinas, desde hace muchos años contamos, tanto en nuestra nación como en otros países latinoamericanos, con numerosas rondallas modernas, gracias a las cuales, como ha sido por siglos, música y voces se funden en melodías populares representativas de cada cultura.
Una rondalla está conformada generalmente por un mínimo de 11 personas, que se dividen en voces -primeras, segundas y terceras- e instrumentos, destacándose en ella los requintos, las guitarras y el contrabajo.
En Costa Rica tenemos valiosas rondallas no solo estudiantiles y universitarias como la de la UNA, sino también institucionales y municipales, como es el caso de la de Zarcero. La labor que realizan en la difusión de canciones y melodías autóctonas es insustituible, amén de las oportunidades que brindan a personas de distintas edades, para mostrar sus talentos y contribuir con el quehacer artístico local y regional.