Geoingeniería para enfriar el Planeta

Geoingeniería para enfriar el Planeta

Federico Paredes, analista agroambiental, RVCR.

En 1991, el volcán Pinatubo en Filipinas hizo una gran erupción de gases y cenizas que alcanzó varios kilómetros de altura. Tal fue la altitud de esta erupción, que las corrientes de aire de las capas superiores de la atmósfera hicieron que este material, se dispersara cubriendo prácticamente todo el Planeta. El dióxido de azufre expulsado se propagó por la estratósfera haciendo que parte de la energía solar se reflejara hacia el exterior de la Tierra.

Columna de sismología: El cataclismo del Pinatubo, la erupción más grande de los últimos 100 años - La Tercera
El cataclismo del Pinatubo, la erupción más grande de los últimos 100 años.

Fue un proceso totalmente natural que logró bajar la temperatura promedio en el hemisferio Norte, cerca de 0.5 grados Celsius.

Por aquel entonces el estadounidense David Keith realizaba estudios de posgrado cuando este volcán hizo erupción en Filipinas. Este evento le sirvió para validar una idea que se ha convertido en el trabajo de su vida: él cree que sería posible bajar la temperatura en todo el mundo si se lanza intencionalmente dióxido de azufre a la estratósfera. Al principio pocos creyeron en esta posibilidad, pero este tipo de criterios hoy en día se consideran más seriamente en la medida en que los efectos del cambio climático se intensifican.

David Keith: El científico que propone lanzar ácido sulfúrico a la atmósfera para enfriar el planeta | Tendencias | Proyecto | EL PAÍS
David Keith: El científico que propone lanzar dióxido de azufre a la atmósfera para enfriar el planeta.

Las temperaturas globales han alcanzado niveles máximos durante 13 meses consecutivos. Lo peor es que los científicos esperan que el calor siga aumentando por décadas. Estamos claros que la principal causa impulsora del calentamiento es la quema de combustibles fósiles, que continuará casi sin cesar en la medida que sigamos quemando combustibles fósiles.

De esta forma, existe cada vez un mayor interés en proyectos que contribuyan a bajar directamente la temperatura del clima terrestre, ámbito de una disciplina conocida como geoingeniería.

Ya existen algunas empresas que operan instalaciones enormes dedicadas a aspirar el dióxido de carbono que calienta la atmósfera y a enterrarlo bajo tierra.

Algunos grupos de científicos realizan experimentos diseñados para hacer que las nubes sean más brillantes, lo cual es otra estrategia con la que se busca reflejar parte de la radiación solar de hacia al espacio. Otros trabajan en proyectos cuyo fin es hacer que los océanos y las plantas absorban más dióxido de carbono. El asunto es poder desarrollar metodologías que impulsen este esfuerzo global.

De todas estas ideas, la geoingeniería solar estratosférica es la que despierta más esperanzas, pero también más temores. Quienes la defienden la consideran una opción relativamente barata y rápida para bajar las temperaturas, mucho antes de que dejemos de quemar combustibles fósiles.

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Geoingeniería solar estratosférica.

La Universidad de Harvard tiene un programa de geoingeniería solar que recibió fondos de varias fundaciones como por ejemplo la de Bill y Melinda Gates, la de Alfred P Sloan y la Fundación William y Flora Hewlett. Esta disciplina es estudiada por la entidad Environmental Defense Fund junto con el Programa Mundial de Investigaciones Climáticas.

Lo más escépticos, muchos de ellos científicos y ambientalistas, temen que estas metodologías podrían provocar calamidades impredecibles. Como se dice en el habla popular: “Podría salir más caro el caldo, que los huevos”.

Dentro de los posibles escenarios no deseables, la geoingeniería solar podría afectar a todo el mundo e incluso llegar a trastornar los sistemas naturales;  por ejemplo, sería capaz de crear lluvias en una región árida o secar la temporada de los monzones en otros lugares. Esto por cuanto se utilizaría en la estratósfera y no se limitaría a un área particular.

Otra gran preocupación de quienes se oponen a esta corriente es que estos proyectos distraigan la atención del trabajo urgente de transición a un mundo que ya no dependa de combustibles fósiles. Igualmente se oponen a que se disperse el dióxido de azufre, un contaminante que después se desplazaría de la estratósfera al nivel de tierra, donde puede irritar la piel, los ojos, la nariz y la garganta y causar problemas respiratorios. Finalmente temen que, una vez que arranque un programa de geoingeniería solar, sea difícil detenerlo.

Professor Raymond Thomas Pierre Humbert - Jesus College
Profesor Raymond Thomas Pierre Humbert.

Raymond Pierre-Humbert, físico atmosférico de la Universidad de Oxford, señaló que considera a la geoingeniería solar una amenaza grave para la civilización humana.“No solo es una mala idea porque es algo que nunca sería seguro lanzar”, afirmó. “Incluso investigar el tema no solo es una pérdida de dinero, sino que es altamente peligroso”.

David Keith, profesor del departamento de Ciencias Geofísicas en la Universidad de Chicago, argumenta que los riesgos involucrados en la geoingeniería solar son conocidos, no son tan graves como afirman los críticos y no se comparan con los posibles beneficios.

Keith además indicó que, si la técnica llegara a retrasar el calentamiento del planeta, aunque fuera un grado Celsius en el siguiente siglo, podría ayudar a evitar millones de muertes relacionadas con el calentamiento planetario, por cada década.

Dentro de los opositores a estas iniciativas no solo hay científicos escépticos, sino que también representantes de pueblos aborígenes tanto de América del Norte como de la Europa escandinava. La institución Saami Council, que representa a las comunidades indígenas, manifestó que considera que la geoingeniería solar “es todo lo contrario al respeto con el que se nos enseña a los pueblos indígenas a tratar a la naturaleza”.

Los opositores a la geoingeniería solar suelen citar varios riesgos principales. Señalan que se podría crear la falsa impresión de que no es necesario reducir con rapidez las emisiones de sustancias derivadas del petróleo.

La segunda preocupación principal se refiere a las consecuencias involuntarias. La Presidente de la Sociedad Sueca para la Conservación de la Naturaleza, Beatrice Rindevall ha dicho que “Se trata de un camino muy peligroso”,quien se opuso al experimento. “Podría trastornar al sistema climáticoalterar los ciclos hidrológicos e incluso exacerbar el clima extremo y la inestabilidad climática”.

File:Beatrice Rindevall - BjörnNordqvist.jpg - Wikimedia Commons
Beatrice Rindevall.

Además, una vez que la geoingeniería solar empezara a enfriar el planeta, si se detuvieran abruptamente esas acciones, podría producirse un aumento repentino en las temperaturas debido a un fenómeno conocido como “choque de terminación”.

El planeta estaría en capacidad de experimentar “quizá un aumento masivo de temperatura, en un mundo sin ninguna preparación para esas circunstancias, en solo cinco a diez años, lo que afectaría el clima de la Tierra de una manera que probablemente no ha visto desde el asteroide que aniquiló a los dinosaurios”, explicó Pierre-Humbert.

Adicionalmente, existe el temor de que algunos actores sin escrúpulos utilicen la geoingeniería solar y de que esta tecnología llegue a convertirse en un arma. Por si fuera poco, está el hecho de que el dióxido de azufre, como se ha mencionado líneas atrás, puede afectar la salud humana.

Keith insiste en que esos temores son exagerados. Sostiene que, aunque sí habría contaminación adicional del aire, el riesgo sería mínimo en relación con los beneficios.

Lo cierto es que este tema da para mucho más y que la inquietud científica seguirá buscando las mejores alternativas para compensar estos daños climáticos.

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