Federico Paredes, analista agroambiental.
Así como no es bueno establecer relaciones desbalanceadas, como comparar San José con Roma, Paris, Moscú o Madrid, tampoco es bueno dejar de mirar hacia otras perspectivas que lejos de aminorarnos, nos estimulan a pensar en grande. Este es el caso de Liuzhou, la ciudad forestal de China, que, siguiendo el modelo del bosque vertical desarrollado por la urbe de Milán en Italia, ha servido para soñar y poner en práctica un ambicioso proyecto de hibridación entre la naturaleza y el entorno infraestructural.

Nuestro país debería de sacarle provecho al caudal enorme que se ha propagado por el mundo, sobre la nación que ostenta el honroso lugar de tener aproximadamente el 5% de diversidad biológica del mundo en tan solo 51.000 km².
Es decir, no deberíamos de quedarnos con el “orgullo” de mostrar esos índices en las áreas silvestres protegidas solamente, sino que también la misma capital se convierta en un ejemplo vivo de real armonía con la naturaleza.
En Liuzhou están con la idea de reforestar edificios -tanto de forma vertical como en sus techos-en una especie de injerto boscoso en ese entorno urbano. Hospitales, escuelas, edificios públicos, gimnasios, talleres, estaciones de busesy trenes, casas y edificios de apartamentos, en fin, toda estructura erigida por el ser humano deberá estar inmersa en una hermosa mancha verde de vegetación.
Ahora bien, no es con el primer árbol “que se me ocurra que lo voy a hacer”; esto tiene su fundamento técnico que los ingenieros forestales y dendrólogos tendrían que dictar. Hay especies herbáceas como las gramíneas, otras son plantas leñosas como las de los setos vivos: amapolas, “reinas de la noche” o las veraneras y finalmente las arbóreas como los árboles frutales u ornamentales.
El sistema radicular de cada especie determina la ubicación que puede o debe de tener para no romper tuberías, resquebrajar estructuras de cemento o poner en riesgo la propia estabilidad del inmueble
Contrario a todo esto, en los últimos años hemos sido testigos de la eliminación de varias colecciones de árboles en San José y sus alrededores. Un caso fue el de la tala total de árboles en la acera Este del Hospital San Juan de Dios, que se habían sembrado ahí para amortiguar el exceso de ruido por el tránsito vehicular que fluye del Paseo Colón a la Avenida Segunda.
Ahí mismo, enfrente de ese costado del Hospital, la Municipalidad de San José eliminó del todo varios hermosos árboles del Parque “Braulio Carrillo”, popularmente conocido como “parque La Merced o parque de los nicas”. Nunca los repuso ni explicó las razones de esta deforestación.
El Instituto Tecnológico (ITCR), en su sede de Zapote, en aras de remodelar su recinto académico, eliminó hace más de una década, una gran colección de árboles de pino australiano o de casuarina, que tenía en su límite sur contiguo a la acera peatonal. Tampoco repuso esta “cortina rompevientos”, ni dio las explicaciones del caso.
Con ciudad forestal o sin este proyecto, la verdad es que la Capital merece tener una mayor cobertura boscosa; que se revise la antigüedad de los árboles existentes en el Parque Nacional, cerca de la Asamblea Legislativa, al igual que los del Parque España Morazán y Central. Al talar o eliminar algunos deben de ser reemplazados por especies similares o idénticas; esto se ubica en una labor preventiva y de seguridad pública.
El Municipio de Liuzhou está llevando a cabo su Plan Maestro, en una superficie de 175 hectáreas, paralelo al rio Liujiang, en donde ha sembrado unos 40.000 árboles y un millón de plantas de más de 100 especies diferentes.
Ahora bien, la cobertura boscosa o vegetal puede cumplir diferentes funciones. Una es la de servir claramente a la avifauna citadina, tanto la residente como la transitoria; en la primera se ubican los colibríes, los zanates, los “come-maíz”, los tijos y los “pecho-amarillos”, por mencionar unos cuantos, y en el segundo grupo, están básicamente los pericos “frentirrojos” que viajan de la Cordillera Volcánica Central a los Cerros de Escazú y Aserrí, en ambas direcciones.
Otra función de esta cobertura forestal es la de producir frutos como la guayaba, los cítricos, los jocotes o las mismas guabas, por ejemplo. O plantas con flor que sirvan para que las abejas extraigan su néctar y contribuyan en el proceso de polinización. La Municipalidad de Curridabat hace algunos años inició un proyecto que denominó “Ciudad dulce”, para responder al llamado mundial de proveer espacios que faciliten la importante labor de las abejas melíferas y evitar que estas desaparezcan.
No esta demás el recordar que las coberturas verdes ayudan en mucho a bajar las altas temperaturas que se incrementan cada año merced a la crisis climática del Planeta.
Solo este factor, da para mucho en el rediseño urbano que requiere nuestra Capital. Hay que reforestar la Circunvalación, las veras de los ríos urbanos, varios parques y zonas verdes y por supuesto, darles el “mantenimiento” o seguimiento del caso: podas, irrigación, control de enfermedades y plagas,y fertilización, entre otras labores.
Sigamos soñando, con la esperanza de que esto se pueda convertir en realidad en un futuro muy cercano. Balcones llenos de plantas, techos con plantas herbáceas, azoteas con árboles de pequeño tamaño, enredaderas en gran entramado en ventanalespara proteger de la luz del sol, árboles frutales en parques y terrenos marginales, árboles de sombra en estacionamientos públicos y privados, en fin una ciudad más fresca, más agradable y más llena de vida.