Jóvenes deben buscar su verdadera vocación

Jóvenes deben buscar su verdadera vocación

“Los carpinteros dan forma a la madera; los flecheros dan forma a las flechas; los sabios se dan forma a sí mismos” (Buda)

“Una sociedad en la que la vocación y el trabajo se separan de la mayoría de la gente, crea gradualmente una economía que es a menudo carente de espíritu, que llena con frecuencia nuestros bolsillos a costa de vaciar nuestras almas.” (Sam Keen, autor, profesor y filósofo estadounidense nacido en 1931)

Adriana Núñez, periodista Visión CR

Durante la angustiante pandemia de COVID 19 que asoló a la humanidad, los profesionales de la salud en incontables naciones del mundo, probaron su valía. Miles de ellos -impulsados por ese motor interior que llamamos “vocación”- terminaron exhaustos, pero satisfechos y orgullosos por la labor desempeñada prácticamente a lo largo de los dos años en los que la situación, a veces parecía incontrolable.

Ante su dedicación y servicio, no se escatimaron elogios y reconocimientos para aquellos que entre las paredes de los hospitales, durante los trayectos en ambulancia o acudiendo directamente a los hogares de los pacientes, realizaron con verdadera pasión la altruista misión de salvar la mayor cantidad de vidas posible.

Lamentablemente no siempre es así. Existen muchísimos casos, quejas e historias de profesionales en medicina, educación, ingeniería, leyes o periodismo -por mencionar solo algunas carreras significativas para la sociedad- que no han alcanzado sus puestos de trabajo movidos por sus habilidades, capacidad de entrega o ese fuego interior denominado “vocación”.

Otras razones les han conminado a conseguir títulos y a desempeñarse profesionalmente en áreas en las que realmente no calzan, o en las que no se sienten cómodos como para cumplir a cabalidad con la características que rodean su ejecución.

Y por ello cada vez con mayor frecuencia, nos topamos con labores profesionales pésimamente ejecutadas que incluyen desde el mal uso del idioma y las faltas de ortografía en personas cuyo oficio es escribir, hasta las fragilidades interpretativas en diagnósticos médicos o las fallas estructurales en construcciones y vías que se constituyen en un peligro inminente.

Sin vocación, no hay garantías profesionales

En materia educativa, por ejemplo, el Informe Estado de la Educación de 2022, subrayó que el “sistema costarricense opera a ciegas, sin datos sobre lo que aprenden los estudiantes, sus principales deficiencias y sin el perfil real de los aprobados en cada uno de los niveles educativos” agregando además que “el panorama que se aproxima sería incierto”.

 

Adolescentes en clase fotos de stock, imágenes de Adolescentes en clase sin royalties | Depositphotos

De ahí que entre las recomendaciones más importantes, destacó la relativa a la evaluación de los educadores, “esencial para que no sea una cuestión de criterio de la persona directora del centro educativo, sino que incorpore otros elementos del perfil docente”.

Ejemplos están a la vista; entre ellos las carencias en lectura de miles de jóvenes y las debilidades en el aprendizaje del inglés, que para muchos estudiantes que luego buscan trabajo, han significado un fiasco, pues no llenan los requisitos de manejo del idioma que solicitan empleadores como el gigante Amazon,

Lamentablemente, en muchos de los casos mencionados, son sus maestros los que han fallado, quizás debido a sus propias carencias académicas, heredadas por los alumnos a su cargo.

Quejan van y vienen

A principios de este año, un aviso incluido en las redes sociales del Ministerio de Salud, relativo a las visitas de los inspectores sanitarios, llamó poderosamente la atención de usuarios de redes. El anuncio rezaba textualmente:

“Debido a denuncias que se siguen presentando, el ministerio de Salud le recuerda a la población en general, especialmente a los dueños de establecimientos comerciales, que nuestros funcionarios no solicitan ningún cobro o pago en efectivo para evitar la clausura o una orden sanitaria al establecimiento y/o comercio”.

Se “curaban en salud” ante una realidad que indica la frecuencia con que se producen denuncias por corrupción, contra ciertos funcionarios asignados a labores de supervisión en comercios e instalaciones externas; protestas a las que se suman las de usuarios de los servicios médicos de los hospitales, clínicas y centros de salud de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).

Dicha institución, pese a ser una de las más preciadas en nuestra sociedad, no ha podido evitar -especialmente en los últimos años- que algunos miembros de su personal médico interino cometan grandes errores al atender ciertos casos o maltraten a pacientes que ya por su condición están sufriendo, y por consiguiente, no necesitan mayores presiones.

Tal fue el caso de alrededor de 330 mujeres, quienes a mediados de enero de 2024, presentaron ante la Defensoría de los Habitantes, denuncias formales por supuestos casos de violencia obstétrica, ocurridos en distintos hospitales de la CCSS.

Entre los años 2014 y 2017, según registros de los Anuarios Estadísticos Judiciales de Costa Rica, las denuncias planteadas por “mal praxis” es decir, malas prácticas médicas, incluyendo lesiones y homicidios culposos, aumentaros de 438 a 549 respectivamente.

Y en 2022, de conformidad con un informe de la Fiscalía del Colegio de Médicos y Cirujanos de Costa Rica, el número de reclamos fue “seis veces mayor” razón por la cual externaron su preocupación afirmando que en los últimos siete años, se había “notado un aumento de denuncias en contra de Profesionales en Medicina y Cirugía tanto de Especialistas como de Médicos Generales que promocionan y realizan aparentes actos con negligencia, imprudencia o impericia en procedimientos estéticos”.

Como sabemos, son muchos más los pacientes que no llegan al extremo de demandar, pero que frecuentemente declaran haber sido perjudicados por un “trato deshumanizado” por parte del personal médico tratante. O en ocasiones, por suministro de medicamentos o tratamientos inadecuados y contraproducentes.

A las quejas contra profesionales de esas y otras disciplinas, se agregan las que anualmente se plantean por problemas cada vez más frecuentes en la construcción de edificios, proyectos habitacionales, etc. las cuales se presentan ante el Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos (CFIA) organización que también está a cargo de supervisar que las obras cuenten con los permisos y se ejecuten con precisión.

Paradójicamente de acuerdo con una publicación del periodista William Aguilar Téllez, aparecida el pasado 17 de mayo en Diario Extra, no obstante lo anterior, el CFIA “no aplica medidas sancionatorias a los empleados estatales agremiados contra los que pesan denuncias por acciones dentro del ejercicio de su profesión, a pesar de ser parte de sus funciones”.

Mención aparte merecen las quejas presentadas contra abogados en ejercicio, por asuntos estrictamente ligados a la abogacía, relativos a juicios en los tribunales y/o sede administrativa, mal asesoramiento, negligencia, faltas a la moral, etc. En este caso, las quejas se tramitan a través de la Fiscalía de la agrupación gremial según consta en las actas de Junta Directiva que el Colegio de Abogados de Costa Rica publica y a las cuales se tiene acceso mediante internet. En algunos casos, las sanciones incluyen la inhabilitación -generalmente por tiempo determinado-del profesional según sea la magnitud del perjuicio cometido.

Carencias en los medios de comunicación

El mismo problema descrito anteriormente sucede con los trabajadores de algunos medios de comunicación-tanto formales como informales- que en ocasiones se extralimitan al recabar información de personas que aún están en estado de shock por incidentes sufridos o porque simplemente exhiben a las víctimas mediante videos, fotos y descripciones altamente morbosas y amarillistas.

La violación a la privacidad, la explotación de imágenes de menores de edad y otras faltas éticas de los comunicadores, pueden denunciarse ante el Tribunal de Honor del Colegio de Periodistas de Costa Rica, aunque lamentablemente, esta instancia solamente puede sancionar a quienes estén agremiados, una condición que actualmente no es obligatoria.

Esa es posiblemente una de las razones por la que muchas personas optan por ejercer el periodismo sin tener título universitario ni pertenecer a la organización. De esa manera algunos se libran de dar explicaciones por sus malas prácticas.

Y es que el caso de la prensa -en la que numerosas personas laboran sin tener los atestados profesionales necesarios o las herramientas éticas indispensables- las faltas a la verdad, la manipulación informativa y   otros muchos “pecados” redundan en un grave perjuicio a la confianza de la colectividad. Ante la avalancha de noticias falsas y la agresividad de muchas publicaciones en redes sociales, los medios de comunicación formales deberían ser más rigurosos para garantizarle a la ciudadanía informaciones bien fundamentadas y sobre todo, que quienes manejan las noticias, sean graduados universitarios.

Es posible que un número considerable de aquellos que de una u otra manera no cumplen a cabalidad sus deberes -ni como maestros, ni como médicos o periodistas- en realidad no estén comprometidos con sus funciones porque éstas no corresponden a su verdadera vocación y por ende, se realizan sin verdadera entrega y con el mínimo esfuerzo, producto incluso de una endeble formación ética y académica.

Imposible olvidar la conversación escuchada al azar entre dos estudiantes avanzadas de periodismo, quienes querían al precio que fuese, “alcanzar notoriedad y fama saliendo por televisión”. En contraposición a esas féminas ¿Cuántas otras, verdaderamente comprometidas con la loable función de formar e informar no se habrán quedado tras bambalinas, por no tener ni “los apoyos gerenciales” ni los atributos físicos que demandan algunos espacios televisivos?

Interior de estudio para transmisión de noticias, colocación vacía con mesa de presentador en pedestal, pantallas digitales para presentación de video e iluminación brillante de neón. Estudio de noticias de última hora

Lo cierto es que en nuestros días, abundan casos de trabajos mal hechos que, sin embargo, han sido “ejecutados y supervisados” inclusive por graduados de distintas carreras, quienes probablemente eligieron su ruta profesional por motivos económicos, obligados por sus progenitores, por inercia o simplemente para adquirir prominencia pública.

La vocación combate la mediocridad

Vocación es la inclinación que una persona siente para dedicarse a un modo de vida y puede estar relacionada tanto con lo profesional -trabajo, carrera- como con lo espiritual. La palabra como tal, proviene del latín vocatĭo, vocatiōnis, que significa ‘acción de llamar’. Es, ciertamente, un llamado.

Pero la crisis económica por un lado y por otro, el materialismo que ha invadido a muchas sociedades, han provocado que en las últimas décadas, gran cantidad de jóvenes hayan elegido su profesión dependiendo de la salida laboral que dicha carrera tenga y no porque sea su verdadera vocación.

Y por ello, un considerable porcentaje de quienes realizan la escogencia equivocada, se vuelven trabajadores desmotivados que desempeñan sus tareas cotidianas sin mucha dedicación, situación que repercute directamente no solo en la productividad de la empresa o institución en la que trabajan, sino también en la calidad de la atención que se brinda.

Aunque hay excepciones de personas metódicas que ejecutan su labor con cierto éxito, como señalan los expertos en la materia “la vocación es una llamada a la plenitud, que no podemos alcanzar solos y que nos interpela e invita a construir la solidaridad en la que se busca la excelencia y el bien de las personas”.

Definitivamente la vocación permite a los individuos trasformar la realidad material y social mediante el desarrollo de los dones y cualidades de cada uno, sobre todo cuando éstos convergen solidariamente con las necesidades de la sociedad en la que vivimos.

Un viejo doctor que acudía personalmente a las casas a atender a pacientes de escasos recursos, señaló alguna vez que “en medicina es mejor no hacer las cosas si no se hacen por vocación»

De ahí la importancia de promover entre los jóvenes estudiantes una buena orientación vocacional, pues ello ayudará a combatir la mediocridad profesional y evitará que se desperdicien recursos económicos destinados a estudiantes que en algunos casos, terminarán incluso por desertar.

Un llamado necesario

Probado está que no podemos seguir permitiendo que sean las fuerzas del mercado las que prioritariamente determinen o atenten contra la verdadera vocación de los jóvenes pues ello en definitiva, tendrá aún más consecuencias negativas.

Al final, lo que nuestras sociedades necesitan son personas plenas, felices, seguras de sí mismas, de sus habilidades y destrezas; capaces de ejecutar las más variadas labores con amor y compromiso.

En concordancia con los ejemplos de las áreas citadas: educación, salud comunicación, abogacía, ingeniería…es preciso recalcarles a los maestros que su labor no solo consiste en transmitir conocimientos, sino también en guiar y formar a los estudiantes para que alcancen un mejor desarrollo personal y social. Un docente sin vocación podría impactar de forma negativa a sus estudiantes.

En el caso de quienes ejercen el periodismo, esta vocación implica el compromiso de resguardar y potenciar valores tales como la verdad, la justicia y la libertad, El correcto ejercicio de la profesión descansa en un profundo humanismo; se centra en el ser humano, en la comunidad y busca contribuir a su dignificación. Es una vocación de servicio sustentada en principios éticos arraigados en la cultura general.

Según lo declaró José María Desantes (1924-2004) abogado, periodista, documentalista, profesor universitario y primer catedrático de Derecho de la Información en España -pionero en dicha materia- “la justicia, como la información, son valores relacionales, que ponen en comunicación a los hombres entre sí y a cada uno de ellos con la comunidad. Y entre comunidad y comunicación hay una relación estrecha: no hay comunicación sin comunidad y no hay comunidad sin comunicación. (…) El deber del informador consiste en dar a cada uno la información porque es suya. El acto informativo, que es el acto propio del deber de informar, es así, fundamentalmente y entre otras cualidades accidentales, un acto de justicia”.

Finalmente, a quienes laboran en atención a la salud, la pericia con que se realicen los diagnósticos y la identificación con las dolencias que aquejan a los usuarios deben ser inmejorables. En la certeza profesional y en el trato oportuno y amable, se encuentran las herramientas más importantes para que los pacientes se sientan seguros, confiados…y ello será vital para su recuperación o la serenidad con que enfrenten la prueba.

Para terminar, les dejamos cinco sugerencias a quienes están en el proceso de escoger un rumbo profesional o un oficio que satisfaga su creatividad y deseos de superación:

  • Identifique todo lo que NO le gustaría hacer.
  • Piense en la tarea que más disfruta sin esperar nada a cambio.
  • Visualice su futuro ejerciendo determinada profesión u oficio
  • Considere sus habilidades naturales.
  • Evalúe si realmente siente entusiasmo por el futuro con la decisión tomada.
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