Dan La Botz, activista americano.
Kamala Harris podría convertirse en la primera mujer presidenta de Estados Unidos si gana en noviembre. Ahora es la candidata putativa del Partido Demócrata, tras haber obtenido suficientes votos para asegurarse la nominación en la convención a finales de agosto, y muchos demócratas progresistas intentan convencerse de que es progresista.
Al mismo tiempo, el candidato republicano Donald Trump la califica de “lunática radical de izquierdas”. Pero ella no es ni progresista ni de izquierda radical. Sus políticas son prácticamente idénticas a las del presidente Joseph Biden. Ahora bien, su campaña está ganando impulso y tiene la oportunidad de detener a Trump, y eso es lo más importante ahora mismo.
Mejor que Biden con las mujeres y los jóvenes
En pocos días, Harris reunió suficientes votos para ganar la nominación demócrata. En menos de una semana, recaudó 200 millones de dólares. Sus partidarios se unieron en torno a ella.
Por ejemplo, las 44.000 mujeres que se sumaron a un llamamiento de Zoom cuando se presentó como candidata recaudaron 1,5 millones de dólares. Mientras Biden iba por detrás de Trump en las encuestas, varios sondeos recientes sitúan a Harris empatada con Trump [ahora mismo por delante]. Harris parece estar obteniendo mejores resultados que Biden entre las mujeres, las y los votantes negros y la juventud.
Harris, de padre negro y madre india, fue inmediatamente objeto de ataques racistas y misóginos por parte de Trump, de su candidato a la vicepresidencia, J. D. Vance, y de sus partidarios.
Sebastian Gorka, apologista de Trump, calificó a Harris como un “desastre cuya única cualidad es tener vagina y el color de piel adecuado”. Él y otros partidarios de Trump la han calificado de “contratada para la diversidad”, es decir, alguien que no está cualificada para un trabajo, pero que se contrata únicamente en razón de su género o raza.
Vance dice que Harris y los demócratas son “una pandilla de gatas sin hijos que están descontentas con sus propias vidas y con las decisiones que han tomado” (Harris no tiene hijos, pero tiene dos hijastros con su marido Douglas Emhoff).
Kamala Harris apoya las políticas de Biden
A algunos y algunas progresistas del Partido Demócrata querrían ver en Harris alguien que se les parezca, pero tienen pocos motivos para ello. Harris ha apoyado plenamente los programas económicos y sociales de Joe Biden -los mayores en medio siglo-, incluida la Ley del Plan de Rescate Estadounidense, de 1,9 billones de dólares, para apoyar a empresas y trabajadores durante la crisis, la Ley de Inversión en Infraestructuras y Empleo, de 1,2 billones de dólares, y la Ley de Reducción de la Inflación, de 369.000 millones de dólares, para hacer frente a los problemas relacionados con el clima. Las o los vicepresidentes nunca presentan sus propios puntos de vista, y Harris tampoco lo hace.
También ha apoyado abiertamente la política exterior de Biden, respaldando a Israel y su guerra contra Gaza, apoyando a Ucrania contra la invasión rusa y oponiéndose a las ambiciones imperiales rivales de China. La reputación de Harris de ser más progresista respecto a Israel descansa en declaraciones como ésta, realizada hace unos días tras su reunión con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu: “Lo que ha ocurrido en Gaza en los últimos nueve meses es devastador”, dijo.
“Imágenes de niños muertos y de personas desesperadas y hambrientas que huyen en busca de seguridad, a veces desplazadas por segunda, tercera o cuarta vez: no podemos apartar la vista de estas tragedias”, dijo, y añadió: “No me voy a callar”.
Tal vez no se calle, pero no dijo cómo cambiaría la política estadounidense, en caso de que llegue a hacerlo.
Los ataques de Trump
Mientras tanto, Trump se agita y llama a Harris de todo. Una “vicepresidenta fracasada”, “una golfa”, “una idiota”, una mujer con “locos valores liberales de San Francisco”. Y añade: “Nombrará a marxistas de línea dura para el Tribunal Supremo para despojar a nuestra Constitución de toda libertad religiosa”.
Los que somos de izquierdas defenderemos a Harris de los ataques racistas y misóginos, pero dejaremos claro que no tiene nada de progresista, y mucho menos de izquierdista. Es una demócrata como Biden, una centrista, una moderada. Pero un voto por ella podría salvarnos del autoritarismo y los planes reaccionarios de Trump.
Por supuesto, una vez más, la extrema izquierda debate sobre las elecciones. En Solidarrity -una organización socialista, feminista y antirracista-, justo antes de la retirada de Biden, Howie Hawkins defendía el apoyo a Jill Stein como candidata presidencial del Partido Verde, mientras que yo defendía el apoyo a Biden para frenar a Trump. La discusión continúa con la candidata Kamala Harris…