César G. Fernández Rojas, educador jubilado.
En una noche estrellada, mientras contemplaba el infinito cielo, Carl Jung reflexionó: «Quien mira hacia afuera, sueña; quien mira hacia adentro, despierta.»
Esta poderosa cita encierra la esencia del viaje hacia el autoconocimiento, una odisea no solo hacia la profundidad de nuestro ser, sino hacia la liberación de nuestro potencial sin explotar.
La analista Susana Epsztein dice que lo extimo es un término que no existe en el diccionario, es una invención de Lacan. La palabra «extimidad» fue acuñada por el psicoanalista francés Jacques Lacan. El término es una combinación de «exterior» e «intimidad», y se refiere a la idea de que lo más íntimo de nosotros puede también estar fuera, en el área social.
Nuestras interacciones con el mundo social pueden poner de manifiesto nuestra vida interior y nuestras emociones, en algunas ocasiones, fortaleciendo la identidad, la libertad, la dignidad y los valores que a menudo son construidos en relación con lo que está fuera de nosotros.
Hay convivencias en el interior de la familia, la educación formal y el entorno social que fortalecen el autoconocimiento y la autoestima. A ello se agrega el desarrollo de los principios, valores, virtudes, la empatía, la solidaridad, la cooperación para compartir y trabajar en equipo, la bondad, los derechos humanos, los deberes y responsabilidades sociales, así como el diálogo, la tolerancia a las diferencias, el respeto y la resolución de conflictos sin violencia.
En un mundo cada vez más complejo y cambiante, el autoconocimiento emerge como una brújula esencial para navegar tanto en la esfera personal como en la relación cotidiana y en la laboral. Esta capacidad, definida por la psicóloga Carol Dweck como «nuestra capacidad para reflexionar sobre nosotros mismos y nuestras experiencias de vida», no solo fortalece nuestra resiliencia ante los desafíos, sino que también potencia nuestra capacidad para liderar, innovar y cultivar relaciones significativas.
Sin embargo, alcanzar un profundo autoconocimiento es un viaje que requiere dedicación, introspección y, sobre todo, honestidad hacia uno mismo.(Cfr. Susana Epsztein.Extimidad y posición del analista.V Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología. Buenos Aires, Argentina, 2013).
La interioridad del ser humano, inmensa como el infinito, no es lo opuesto a exterioridad, sino complemento. La interioridad es la dimensión más profunda del ser humano, en la que habita toda persona.
En la intimidad la persona se siente como en casa, liberado del mundo exterior. Escuchar música, por ejemplo, la música que nos transporta a otros tiempos nos permite soñar, reflexionar, razonar acerca de quiénes somos y quiénes fuimos; facilita reconstruir nuestra identidad. Cuando no hay angustias ni disfunciones, cada vez que meditamos la energía fluye y sana, si mental y físicamente estamos sanos.
Toda la aventura de la existencia se la puede concebir como los caminos por los que se avanza mientras se sigue adelante, creciendo o deteniéndose para seguir superando etapas o escollos y aprendiendo mientras se viven las experiencias personales, que conducen a muchas búsquedas, venturas y desventuras, certidumbres e incertidumbres en la travesía de la existencia, con deseos profundos, primitivos y de pronto descubrimos que lo que en verdad buscamos está más allá.
“¡Ay, ay de mí, por qué grados fui descendiendo hasta las profundidades del abismo, lleno de fatiga y devorado por la falta de verdad! Y todo, Dios mío -…-, todo por buscarte no con el intelecto -…- sino con los sentidos de la carne, porque tú estabas dentro de mí, más interior que lo más íntimo mío y más elevado que lo más sumo mío ‘.(San Agustín, Confesiones III, 6, 11).
Lo extimo es lo próximo, lo interior, sin dejar de ser lo exterior. Es una formulación paradójica. En este sentido, la antropóloga argentina Paula Sibilia postuló que la “extimidad” posmoderna, con sus formas de exposición permanente, se contrapone a la intimidad, una pieza fundamental de la modernidad de los siglos XIX y XX. Durante una conferencia en la Universidad de San Martín, Sibilia había señalado que “las redes sociales son el emblema de la transformación de la intimidad en extimidad” y que estamos todo el tiempo en el mundo online, en canales para exhibirla públicamente”.
Hoy día, buena parte de la socialización pasa por las redes sociales; lo insignificante, lo precario del ser, se publica por las redes. Por pequeña que sea la realidad, cobra el valor de un selfi. Hoy día, una persona con sanas intenciones políticas es descortésmente vilipendiada. Personas que expresan una opinión son desacreditadas airadamente.
La extimidad, en muchas ocasiones, es un contrasentido, una declaración, proposición o situación que parece rectificarse a sí misma, desafiando la lógica y las expectativas comunes. A menudo, revela una verdad subyacente que no es inmediatamente evidente. Por ejemplo, los servicios de redes y medios sociales en línea conducen a una masificación, al multitudinario sujeto colectivo que actúa inducido por determinadas conductas culturales, por lo general, irreflexivas, anti culturales, lo cual canaliza a la manipulación de masas.
“Las estrategias para la manipulación de masas con medios digitales se han vuelto recurrentes en la era digital, especialmente con el caso de la empresa inglesa Cambridge Analytica que se vio involucrada en escándalos de manipulación de masas para influenciar la toma de decisiones políticas en masa como el Brexit, las elecciones presidenciales de Estados Unidos 2016, campañas de Mauricio Macri en Argentina, México y países de África y América”. (Cfr. Wikipedia. La manipulación de masas en los medios digitales. https://es.wikipedia.org › wiki › Manipulación de masas).
Intuimos de pronto que lo que en verdad buscamos está más allá.
Estilamos apercibirnos, a veces, a deshora, de la insuficiencia de nuestros recorridos por el mundo exterior; en nuestra búsqueda incierta, la respuesta que buscamos no podrá tener lugar mientras no nos decidamos a incursionar en nuestro horizonte interior para recorrer pausadamente nuestras propias e insondables profundidades.
Profundidades que son también alturas. Esa vía, única, capaz de dar sentido a nuestro escudriñamiento, de decir qué es lo buscamos, en el fondo, más allá de todo lo aparente. De mostrarnos, de alguna manera, aquello que nos hace falta, más que ninguna otra cosa.
Esta realidad de todo ser humano en ser consciente, según las etapas de la vida, le ayudan a ver que no todo es comer, dormir, trabajar, divertirse y otros asuntos humanos, sino que también es necesario contemplar el exterior y el interior silenciosamente, sin preocupaciones y prisas. Y por esta indagación profunda constatar que posee una extimidad insondable. Y cuando se encuentra en ella, lo envuelve, lo abraza, lo enaltece.
Es un silencio reflexionando, una cualidad o dimensión, cuya calidad le hace vivir la totalidad del ser humano. La extimidad del ser humano es una dimensión de la existencia que hay que cultivar para desarrollar el proceso de crecimiento, para ser una persona madura, completa, integral y humanizada.
Es que buscaba -dice san Agustín- fuera de mí en vez de hacerlo dentro de mí, a tí que estabas dentro de mí, más interior que lo más íntimo mío y más elevado que lo más sumo mío. Una vez que identificas la razón de tu ser interior, como lo menciona Lacan, nuestra vida interior y nuestras emociones más profundas no solo están ocultas dentro de nosotros mismos, sino que también pueden manifestarse y ser reconocidas en nuestras interacciones con el mundo exterior.
