La persecución y el odio dañan la integridad humana

La persecución y el odio dañan la integridad humana

«La libertad de prensa, lo mismo que todas las libertades, tendrá sus inconvenientes, tendrá sus peligros; pero con todos ellos, es preferible a la tranquila placidez del despotismo»

(Tácito).

«El periodismo es una pasión insaciable que solo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad»

(Gabriel García Márquez)

Adriana Núñez, periodista Visión CR

El error cometido por los apreciados colegas que laboraban para Telenoticias, Álvaro Sánchez y Cristian Montero, de divulgar en sus redes el teléfono del presidente Chaves, es ciertamente controversial, dada la excelente trayectoria de ambos reporteros. Y por ese yerro, en apego a los lineamientos éticos del medio de comunicación, la jerarquía del noticiero tomó la drástica decisión de despedirlos.

No estamos aquí para discutir sobre el tipo de sanción que en el plano laboral debía aplicarse. El oficio tiene su código y evidentemente, se rompió. Pero dado el contexto en que ambos comunicadores han venido desarrollando su labor, considero oportuno aportar algunos elementos de juicio que motivan ciertas reacciones humanas, de las cuales, lastimosamente, tras mucho tragar, no pudieron escaparse Sánchez y Montero.

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Y las comprendo porque yo misma he sido objeto de innumerables presiones políticas y de otra índole, a lo largo de una larga carrera profesional.

¿Quién en este país puede ignorar los insultos, persecución, ataques frontales y amenazas del mandatario costarricense y de gran parte de la cáfila violenta y vulgar que lo apoya, contra algunos periodistas?

En ciertos casos, se ha llegado al extremo de publicar hasta las fotos de los hijos de aquellos que, desde la trinchera periodística, han intentado investigar a fondo acciones contrarias a la ley y a la moral pública, ejecutadas casi a diario por altos funcionarios del Poder Ejecutivo y de otros poderes del Estado. Y por ello, la privacidad de los reporteros ha sido violentada un día sí y otro también.

Los métodos de presión se extienden al círculo inmediato de algunos comunicadores; se ejecutan a través de fanáticos que los vigilan y amedrentan. Incluyen hostigamiento, acoso, hackeos, misivas, insultos públicos; también la obstaculización constante del trabajo de la prensa y por supuesto, las amenazas directas contra la integridad física de los periodistas y de sus familiares.

Tanta violencia: verbal, psicológica o mediante intimidaciones directas lo mismo en lo público como en lo privado, tarde o temprano terminan por permear el ánimo y afectar las emociones.

Estoy segura de que eso es lo que ha ocurrido en este caso de Sánchez y Montero. Durante los últimos años han tenido que lidiar con todo la avalancha de acusaciones, improperios, amenazas e impedimentos que la administración Chaves Robles y sus secuaces les han echado encima en casi todos los sitios donde han tenido que apersonarse para cumplir con su labor informativa.

Yo no lo llamaría “polarización” como ellos humildemente han señalado ante lo sucedido. Lo llamaría, como lo describen los médicos “respuestas psicológicas que una persona puede experimentar después de haber sido expuesta a un evento traumático, como lo es la constante agresión de la que han sido víctimas los colegas. Dichas respuestas pueden incluir síntomas como alteraciones en el estado de ánimo. Y si las circunstancias a las que se han tenido que someter varios periodistas en ejercicio, son muy prolongadas y severas, algunos incluso podrían desarrollar el síndrome de estrés postraumático (TEPT)un trastorno que afecta la salud mental y el bienestar de la persona.

Lo he vivido, frente al acoso, intimidación, grandes peligros y aún más graves amenazas sufridas durante décadas de cobertura periodística en dos guerras, o en escenarios políticos dramáticos, enfrentamientos sociales, etc. E incluso desde la dirección de los medios cuando a algunos personajes no les gustaba lo que se publicaba. Y por ello, con conocimiento de causa, me atrevo a escribir al respecto.

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Yo les diría a los demás colegas, a los costarricenses y en especial al Presidente Chaves, acusado ante los tribunales de justicia por causas de diversa índole: “quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra”.

Basta ya de violencia contra los periodistas profesionales! Las consecuencias pueden devastarlos personalmente en detrimento de la acuciosa labor de investigación y denuncia -intrínseca al oficio- que desempeñan en defensa de la veracidad y del derecho a la información que tenemos en general, todos los ciudadanos.

Espero que pasado un tiempo prudencial que les permita desintoxicarse de la nefasta realidad que los ha rodeado, ambos colegas, Álvaro Sánchez y Cristian Montero, puedan reanudar su exitosa carrera con la valentía y el aplomo que les caracterizó siempre.

Nos queda para la historia tan lamentable situación, consecuencia ni más ni menos, que del maltrato y acorralamiento que contra ellos y muchos otros ciudadanos, ha desatado desde su sitial de poder, el mandatario costarricense.

 

 

 

 

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