“Con una mentira suele irse muy lejos, pero sin esperanzas de volver” (Proverbio judío)
“Es tanta la fuerza de la repetición que todos creen que algo pasó. Pero que lo crean todos no significa que exista o haya ocurrido; en un tiempo todos creían que la tierra era plana” (Fernando de la Rúa, abogado y expresidente argentino)
Adriana Núñez, periodista Visión CR
Sitios de ciberespacio, entre los que se cuentan páginas de citas, redes sociales y otros lugares de intercambio en línea e incluso noticiosos, son algunos de los nichos en los que mentir es “pan de todos los días”. De ello dio cuenta el periódico español El Mundo, al dar a conocer un análisis cuyos resultados indicaron que «el 84% de las personas miente en internet y que éste, ha convertido el engaño en norma (sólo el 16% es sincero en la red)».
Ya desde el pasado siglo XX la historia ha desenmascarado algunas campañas de mentiras -como las del nazismo- que adoctrinaron a millones de personas y lastimaron a otro tanto. Penosamente, el viejo refrán utilizado por Joseph Goebbels, jefe de propaganda de Hitler: “miente, miente, que algo queda…” sigue vigente en ciertas sociedades y administraciones políticas de nuestro nuevo siglo.
No hace mucho tiempo, en el año 2020, la Universidad de Costa Rica (UCR) hizo alusión al tema, en un interesante artículo donde se comentó una investigación conducida por la Doctora Brianna Verigin, analista de inteligencia y especialista en psicología legal de la Universidad de Portsmouth, Hampshire, Inglaterra.
Según los resultados de dicho estudio, citado por el Portal de Investigación de la UCR, “los hombres tienen el doble de probabilidades que las mujeres de considerarse buenos para mentir y salirse con la suya”.
Los hallazgos, que se dieron a conocer mediante la prestigiosa revista PLOS ONE, la cual realiza un repaso constante sobre distintos trabajos científicos, son claros al señalar que los expertos hallaron “un vínculo significativo entre la experiencia en mentir y el género.” La muestra incluyó alrededor de 200 personas en edades que rondaron los 39 años en promedio.
La publicación agrega además, que algunas investigaciones anteriores a la citada, han subrayado que la mayoría de las personas dicen una o dos mentiras por día, pero añade: “…eso no es exacto, la mayoría de las personas no mienten todos los días, pero un pequeño número de mentirosos prolíficos sí son responsables de la mayoría de las mentiras”
De acuerdo con la doctora Verigin, “en el estudio se estimó que casi la mitad -más del 40 por ciento- de todas las mentiras son contadas por un número muy pequeño de mentirosos que mentirán impunemente a quienes están más cerca de ellos”.
Adicionalmente, a esas personas se les describe como “buenos conversadores, pero dicen más mentiras que otros, generalmente a familiares, amigos, parejas y colegas”.
Y lo peor de todo es que a mucha gente le cuesta detectar las mentiras. Así lo indica otra investigación realizada por la Universidad Brigham Young en Estados Unidos, en la que se concluyó que -incluso cuando tenemos a una persona delante- solo nos damos cuenta de que nos están engañando entre un 54% y un 56% de las veces. Y la situación se pone más difícil aún, si el intercambio o conversación se están produciendo mediante WhatsApp u otros medios de mensajería”.
Por ello en esta ocasión, intentaremos brindarles algunos insumos para detectar situaciones tan complejas y cotidianas como la descrita, que de una u otra manera, nos pueden perjudicar.
Características básicas de un mentiroso
De acuerdo con profesionales del espacio “Psicología y Mente”, cuando las personas mienten, es posible que tengan menos interés en comunicarse, pues de esa manera evitan mostrar las inconsistencias en aquello que afirman. Es decir, entre otras cosas, tienen menos disposición para hablar o ampliar información sobre los hechos que rodean el tema.
Además, quienes mienten, experimentan problemas al mirar a los ojos a sus interlocutores; desvían la mirada o bien la mantienen muy fija pero de manera casi artificial, ejerciendo control sobre el globo ocular.
Algunos mentirosos realizan movimientos repetitivos con las manos o los dedos, señales de nerviosismo más asociadas a las mentiras. Por ejemplo, rascarse la nariz, estirarse un mechón de cabello, etc.
Otras hacen alusión y a veces eco de “rumores”; es decir, lanzan información cuya veracidad está en duda o no se puede corroborar indicando que la “oyeron al azar” y pidiendo a quien los escucha “que por favor todavía no la divulguen”, aunque en realidad desean que circule. Una forma muy clara de sembrar dudas y temores a la vez que “se lavan las manos como Poncio Pilatos”.
En caso de que no podamos verlos a la cara, vale la pena destacar que entre las personas que mienten, se cuentan individuos muy manipuladores, poco empáticos, inseguros, con baja autoestima y una gran necesidad de aceptación. Y eso a veces se denota hasta en la forma de expresarse por escrito.
Expertos en conducta humana de la organización En Terapia, clasifican las mentiras en varios grupos; los principales son:
Mentiras piadosas. Se dicen para evitar herir los sentimientos de alguien o para proteger a una persona de una verdad dolorosa. Aunque pueden parecer inofensivas, su uso frecuente puede indicar una tendencia a evitar conflictos o enfrentar la realidad.
Mentiras compulsivas. Se produce cuando alguien miente de manera habitual y sin razón aparente y ello sugiere un trastorno psicológico más profundo, como la mitomanía.
Mentiras manipuladoras. Son utilizadas para controlar a otros y obtener un beneficio personal.
Mentiras por omisión. Consisten en ocultar parte de la verdad. Aunque no se dice una falsedad directa, la intención es engañar, lo que indica una mentalidad estratégica y calculadora.
¿Cómo desenmascarar a alguien que miente?
En el caso de la información que se divulga a través de diversos medios y plataformas, en noviembre de 2024, el periodista Álvaro Murillo del Semanario Universidad, dio cuenta sobre la situación tan frágil de gran parte de la población costarricense frente a las noticias falsas, al mostrar algunos resultados de la II Encuesta sobre libertad de expresión y confianza en medios de comunicación de Costa Rica.
Entre otras cosas, dicho sondeo reveló que “el 19,2% de la gente dice ser incapaz de identificar noticias falsas y 17,2% tampoco está seguro de poder hacerlo”.
Obviamente, casi nadie tiene acceso a un polígrafo y no podemos obligar a ningún semejante a que se someta a dicho escrutinio; por ello en el día a día, habrá que aprender a reflexionar un poco más acerca de lo que nos dicen y a parar -de buena manera pero con firmeza- a quien esté tratando de engañarnos.
Pero también hay más datos novedosos: una reciente publicación del sitio noticioso español 20minutos, asevera que “la psicología y la ciencia forense tienen varios métodos para saber cuándo una persona está mintiendo y también han descubierto que hay una forma -muy práctica- de desenmascarar al mentiroso”.
Así lo reveló un nuevo estudio publicado en la revista International Journal of Psychology & Behavior Analysis, cuyas conclusiones señalan que una de las mejores maneras de atrapar a alguien en una mentira, es intentar distraerlo.
“Parece que el esfuerzo cognitivo adicional requerido para construir una mentira y hacer otra cosa al mismo tiempo, implica que las falsedades no se sostendrán tan bien”.
Sumamos a ello una acción propia de los periodistas profesionales que los ciudadanos pueden emplear: la verificación de datos. Si la información no se atribuye a una fuente confiable, si la autoría es desconocida o si suena a exageración, venga de quien venga, más vale ahondar un poco más antes de darle crédito.
Aunque ningún método es infalible, es bueno tenerlos en cuenta por si alguna vez nos vemos en la necesidad de aplicarlos. Posiblemente así será, dada la cantidad de mentiras que circulan en nuestros días.