“Debes ser el cambio que esperas ver en el mundo” (Gandhi)
En una sala de clases de matemáticas se logra ver, en las paredes de colores pastel, una cuadrícula para multiplicar o dividir en un tono celeste tenue y en rojo una superficie de 1 metro cuadrado de borde negro, dividida en decímetros cuadrados en tono azul y uno de esos cuadros dividido en centímetros cuadrados, en tono gris.
También está, majestuosa, la criba de colores en fondo negro que habla de teoría de números, mientras que en el piso una recta numérica con valores que van de cero a dieciocho sintetiza la suma y la resta.
Desde el cielorraso blanco cuelgan en cuerdas de diversos tamaños, diferentes polígonos, ángulos y poliedros, figuras que exigen a los adultos que ingresan guardar cierta inclinación para no golpearse en ellas.
Una serie de mesas individuales en forma de trapecios, que al unirse forman bloques hexagonales, propician el trabajo particular o grupal, y en ellas se encuentran herramientas esenciales: calculadoras, tijeras, lápices de diversos colores, juegos de geometría, cartulinas, papel y diarios personales –textos paralelos – donde cada estudiante anota lo importante.
Un proyector multimedia alimenta la computadora de una maestra alegre y gozosa que camina entre sus estudiantes preguntando, retando, conversando de forma animada y amorosa, anotando en una pizarra acrílica algunos datos fundamentales o buscando en una pequeña biblioteca empotrada en la pared un video o una lectura que refuerce el conocimiento del momento.
Así es la cápsula que llevará a los navegantes investigadores a “matemalandia”, tierra del número y la forma, lugar de aprendizajes en el universo sin límites, mundo de las dudas, las preguntas, los supuestos; orbe donde se abre espacio a la brillante luz de la fantasía.
En ese navío, listos para iniciar un viaje a lo infinito de la mente, están sus estudiantes, entusiasmados de viajar allá donde se encuentran las ideas, esos seres que no ocupan tiempo ni espacio, que no destiñen con el calor o el agua, que no envejecen, no se quiebran, no pesan, no mueren; lugar donde el disfrute, la pregunta, la pertinencia de conocimiento, la participación, el respeto a la diversidad, la empatía y el amor, confabulan en la promoción de aprendizajes significativos y favorecen una formación de calidad.
Será un viaje de retos, pero donde los viajeros no corren peligro alguno; un tránsito lleno de divertidas aventuras donde los estudiantes serán los héroes que lucharán por los intereses del rey imaginación.
La misión será traer respuestas o explicaciones a muchos de los problemas cotidianos en la búsqueda de entender mejor el mundo circundante.
Saldrán trajeados de aventureros; regresarán ungido de conquistas; porque todo quien se ha atrevido a viajar por esos lares adentrándose en su brillante y excepcional interior regresa transformado en un iluminado.
Así que, ¡permítase soñar!