Luis Ramírez, abogado.
Uno de los elementos más recurrentes en los planes reguladores es el de anular la forma de vida en las zonas rurales del país.
Veamos: al tratar de determinar, más con arbitrariedad que con legalidad, en cuales áreas físicas del territorio de su cantón se debe hacer reordenamiento, lo que se consigue es eliminar uno de los elementos más importantes de la vida de los núcleos familiares.
Esto surge por cuanto en todos los cantones, los planes reguladores, guiados por la autoridad y aprobación que hace la Dirección de Urbanismo, establecen cuales son las zonas donde puede construirse viviendas y cuáles no. Para este efecto establecen tres tipos de zonas residenciales, las de alta densidad, las de media densidad y las de baja densidad.
Pero además de ello, en todas las propuestas proceden a determinar que en las zonas rurales donde hay fincas y terrenos propicios para actividad agrícola y forestal, la construcción de viviendas se reduce a su más mínima expresión. Ejemplo predominante es que en zonas de bosque solo se construirá una vivienda por terrenos de alrededor de las dos hectáreas. Que en zonas agrícolas, se limitará el tamaño de los lotes de terreno a áreas muy superiores a las establecidas en las zonas urbanas para construir una habitación y solo frente a las vías públicas.
Pero lo que subyace en estas reglas, es que se autoriza la construcción de viviendas solo en ciertas áreas del territorio cantonal. Así se puede observar de la media nacional, que en los cantones predominantemente rurales, el área para vivienda no pasa del 35% en los cantones con mayor territorio rural. Para esto se crea un mapa de Zonificación, mediante el cual se determina cuáles son la áreas donde se puede desarrollar la vivienda y cuales donde solo se puede desarrollar actividad agrícola y cuáles donde los terrenos serán dedicados a reserva forestal. Y en las zonas rurales la posibilidad de construir viviendas se anuló prácticamente.
El ejemplo típico es simple: Si una familia tiene una finca, ya no podrá dividirla entre sus hijos sino con posibilidades mínimas. Las posibilidades de que esos hijos construyan sus viviendas en esos terrenos, en demasiado restringida, por criterios de aptitud del terreno ( según los planes reguladores) y principalmente por decisión de no poder desarrollar ciertas áreas que en esos lugares rurales sí son viables para construir viviendas.
¿Qué se logra con ello? Pues desmembrar las familias, de modo que los hijos de las familias deben buscar lotes de terreno en áreas urbanas densamente pobladas, deben buscar lugares de hacinamiento, y quizá más propensos a constituir franjas de miseria. No tendrá posibilidad de acceder al bono para vivienda, pues ya no tendrían cómo utilizar sus propios terrenos. Las familias en lugar de permanecer unidas se dispersarán. Y la identidad familiar desaparece. Flaco favor se le hace a los costarricenses con ese tipo de propuestas.