“Un mono americano, después de emborracharse con brandy, no volverá a beber un vaso de eso en su vida. Y eso lo hace mucho más inteligente que la mayoría de los hombres”
(Charles Darwin)
“De todos los vicios, el alcohol es el más incompatible con la grandeza”
(Sir Walter Scott)
Adriana Núñez, periodista Visión CR
Existen varias teorías sobre el consumo exagerado de alcohol que provoca la penosa adicción conocida desde tiempos inmemoriales como alcoholismo. Un enorme problema no solo para quien lo padece sino también para aquellos que le rodean, en especial familiares y amigos más cercanos.
Tres de las teorías más destacadas sobre esta adicción son: la denominada “biopsicosocial”, la cual considera que el alcoholismo es causado por la interacción de factores biológicos, genéticos, sociales y psicológicos. Mientras que algunos de dichos factores pueden actuar como protectores, en un alto porcentaje de casos, otros pueden aumentar el riesgo de desarrollarlo.
En segundo lugar está la teoría del “refuerzo positivo”, en la que se estima que las personas adictas consumen alcohol especialmente por el placer que les produce.
Y finalmente, nos encontramos con la teoría de la “hiperkatifeia” donde se sugiere que en personas que ya han consumido alcohol, un estado emocional negativo asociado con la abstinencia, les impulsa a ingerir más para encontrar alivio.
En Costa Rica, según reveló a fines del año pasado, la Encuesta Nacional realizada por el Instituto Sobre Alcoholismo y Fármaco Dependencia (IAFA) que abarcó población entre los 12 y 70 años de edad, las bebidas alcohólicas se mantienen como el principal producto psicoactivo de consumo en el país.
Adicionalmente, el estudio mostró que la mayor cantidad de consumidores de bebidas alcohólicas y además cannabis, se encuentran en el grupo de los 20 a 29 años; mientras que los que usan tabaco, cocaína y crac, se ubican en el grupo de 30 a 39 años.
En consecuencia, 54 de cada 100 personas presentaron síntomas de depresión y 53 de cada 100 indicaron presentar síntomas de ansiedad.
Historia de vieja data
Referencias históricas indican que el consumo de alcohol se remonta a hace unos 10 millones de años, cuando algunos ancestros de los seres humanos metabolizaban el etanol de ciertas frutas. No obstante, la teoría más aceptada por los estudiosos del tema, sitúa el inicio del consumo de alcohol hace unos 9.000 años, con el surgimiento de la agricultura.
Entre las evidencias se incluyen las vasijas de arcilla que fueron halladas en la localidad de Jiahu, China, con rastros de una bebida alcohólica hecha de arroz, uvas y miel fermentadas. Más artefactos de aproximadamente 7.000 años A.C. procedentes de otro yacimiento chino, también tenían trazas de bebidas similares.
Y los expertos han afirmado que en Mesopotamia, hace más de 6.000 años A.C. los sumerios ya consumían vino y cerveza, actividad que dejaron plasmada en dibujos realizados sobre tablillas de piedra.
Prácticamente en todas las grandes civilizaciones antiguas se utilizaban distintas bebidas alcohólicas durante la celebración de actividades sociales, rituales metafísicos o ceremonias religiosas.
Pero como todo en la vida, a ciertas personas, los gustos y placeres las pueden llevar a extremos dañinos para la salud física y mental e incluso llegar al extremo de perjudicar a quienes les rodean. En vez de brindar en ocasiones especiales, convierten el consumo de alcohol en una actividad constante, hasta que sucumben ante el exceso.
Signos de alerta roja
De acuerdo con especialistas de la famosa Clínica Mayo, el trastorno por consumo de alcohol es un patrón que se denota debido a los problemas que presenta un individuo para controlar lo que bebe. Generalmente personas así, suelen estar preocupadas por el alcohol pero continúan consumiéndolo aun cuando les causa problemas.
Una forma de medir esta desfavorable circunstancia, es lo que denominan “el atracón de alcohol”, un patrón de consumo mediante el cual un hombre toma cinco o más bebidas en dos horas o, en el caso de una mujer, al menos cuatro bebidas en dos horas.
Médicos de la citada clínica, son claros al señalar que si la ingesta de bebidas etílicas produce en un individuo gran aflicción y problemas reiterados para desenvolverse en la vida diaria, es probable que tenga un trastorno por consumo de alcohol. Inclusive si el problema parece “leve”, es posible que a corto plazo se intensifique, dando lugar a condiciones más graves. Por todo ello, el tratamiento temprano es de vital importancia.
Entre las señales y síntomas de alcoholismo, se incluyen los siguientes:
– La persona es incapaz de limitar la cantidad de alcohol que bebe
– Tiene la intención de reducir la cantidad que ingiere pero no lo hace o ya lo ha intentado sin éxito
– Dedica mucho tiempo a beber, conseguir alcohol o recuperarse del consumo de alcohol
– Siente antojos intensos o ansias incontrolables de beber alcohol
– Es incapaz de cumplir obligaciones importantes en el trabajo, la escuela o el hogar debido al alto y reiterado consumo de alcohol
– Continúa con la ingesta aun sabiendo que le provoca problemas físicos, sociales, laborales o interpersonales
– Abandona o limita actividades sociales, laborales y pasatiempos para consumir alcohol
– Bebe en situaciones poco seguras, como al manejar o nadar
Conforme pasa el tiempo, personas así desarrollan mayor tolerancia al alcohol, por lo que necesitan tomar más para sentir el efecto. Además, desarrollan síntomas de abstinencia tales como náuseas, sudoración y temblores cuando no beben, o bien deciden tomar, para evitar dichos síntomas.
Lamentablemente, cuanto más elevada sea la concentración de alcohol en sangre, mayor será la probabilidad de que un bebedor enfrente efectos adversos. El alcoholismo agudo provoca problemas de comportamiento y cambios mentales entre los cuales, se pueden mencionar: conductas inadecuadas, estado de ánimo inestable, carencia de juicio, dificultad para hablar, problemas de atención o de memoria y falta de coordinación. Un alcohólico también podría experimentar períodos llamados «lagunas mentales», en los que no recuerda los hechos. Además, niveles muy elevados de alcohol en sangre pueden derivar en un coma, un daño cerebral permanente o incluso en la muerte.
Examine su ingesta de alcohol
Según el grupo profesional MedLinePlus, si usted o algún familiar o amigo cercano sienten que están tomando más alcohol de la cuenta, deben recordar que hay tablas para medir esa situación:
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Efectivamente, hay problemas si un hombre saludable con edad legal para beber toma 5 o más tragos en una ocasión al mes o semanalmente; o15 tragos y más en una semana.
También está en riesgo una mujer saludable con edad legal para beber si sobrepasa la ingesta de 4 o más tragos en una ocasión al mes, o semanalmente, o si toma 8 o más tragos en una semana.
Es preciso estar atentos a los patrones de consumo pues reaccionar a tiempo, puede ayudar a reducir la ingesta de alcohol y evitar mayores contratiempos. Por ello los expertos recomiendan registrar en una libreta la cantidad de tragos que cada persona bebe y establecer algunas metas.
Averigüe el grado de alcohol que contienen un trago estándar: por ejemplo, una lata o botella de cerveza de 12 onzas (oz) o 360 mililitros (ml), una copa de vino, una bebida a base de vino o un coctel de 5 oz (150 ml) o 1 1/2 oz (45 ml) de licor.
Aunque la medida difiere según sea el tipo de bebida, generalmente un trago estándar contiene 0.6 onzas líquidas o 14 gramos de alcohol puro.
En Costa Rica, el nivel de alcohol en sangre aceptable es de hasta 0,5 gramos por litro de sangre (g/l). Un nivel de alcohol entre 0,5 y 0,75 g/l se considera pre-ebriedad y un nivel superior a 0,75 g/l se considera ebriedad.
Desgraciadamente, el consumo de alcohol es una de las principales causas de accidentes de tránsito en nuestra nación. En 2023, casi 3 de cada 10 pruebas de alcohol a conductores en carretera dieron positivo.
Otros consejos puntuales para aquellas personas que toman son: comer algo antes de beber y entre tragos. evitar las personas o lugares que lo inciten a beber aun cuando usted no desea hacerlo. Y como se ha indicado, no probar alcohol si está manejando un vehículo y tampoco ir a nadar.
Planee actividades entretenidas que no impliquen tomar licor en los días en que tenga ganas de tomar. Pero sobre todo, si se siente ansioso o preocupado, hable con alguien de confianza para que le ayude o solicite una cita con personas calificadas del sector salud.