Mario Arguedas, educador jubilado.
“Lo cierto es que el futbol se juega con la mente, los pies son solo herramientas”: Anónimo
El periodista, escritor y psicólogo estadounidense, Daniel Goleman, conocido por sus obras referidas a la inteligencia emocional, decretó un mandamiento clave en toda labor organizacional: “Primero grupo, luego equipo”.
En este caso el término grupo alude a la necesidad de contar con un ambiente sano, donde priven actitudes que favorezcan relaciones interpersonales de calidad, donde los actores aspiren a lograr su realización personal como norma clave para sus vidas y para el éxito de la empresa.
En estas circunstancias el placer, la satisfacción y el agrado se conjugan para dar cabida a una extraordinaria y por qué no, excepcional labor de equipo. Es un estar muy bien para hacer las cosas más que muy bien.
Los conocedores en temas organizacionales con frecuencia son invitados por empresas o instituciones para que prediquen sobre el carácter gozoso que debe privar en la ejecución de las tareas laborales, ello obedece a que el disfrute es un condimento indispensable en toda labor ;ante su ausencia los resultados no serán los óptimos; su presencia constituye un factor de logro (aunque no el único).
El futbol como trabajo
Cuando se practica el futbol de manera profesional, ¿pierde este el carácter lúdico propio de un juego? Lúdico califica a toda actividad promotora de placer, satisfacción y agrado en quien la realiza. Lúdico proviene del latín “ludus” que significa juego.
De manera general la práctica del futbol es una actividad que favorece el desarrollo físico, mental y social, y el hacerlo de forma profesional permite, adicionalmente, la obtención de una remuneración económica, lo cual lo convierte en un trabajo, con sus obligaciones, derechos y responsabilidades.
En este momento el lector puede que se esté preguntando a qué viene todo este comentario, procedente de un profesor de matemáticas jubilado que apenas jugó al futbol, hace ya muchos años, en una tercera división barveña. Y este es el asunto.
Por más de 20 años he venido caminando en las mañanas, al menos una hora, alrededor del estadio Carlos Alvarado, en Santa Bárbara de Heredia. Ahí me ejercito un poco y gozo mucho el encuentro con un grupo de amigos cuyo sabroso humor me hace disfrutar momentos de descriptible alegría. Somos conocidos como “los electrónicos”, pues todos tenemos algún artefacto conectado al corazón. No es un grupo de alto rendimiento, sino más bien, de alto riesgo.
Hace un poco más de dos años que la Fuerza Herediana se apropió de las instalaciones, limitando nuestro horario de caminatas de 5am a 8am. Posterior a esa hora los jugadores de la primera división herediana inician sus entrenamientos. Debo resaltar que desde que entrenan en nuestro estadio, el Herediano no ha ganado un campeonato y, analizando algunos comportamientos, me parece reconocer en muchos de ellos una ausencia de alegría que hace prever el fracaso.
En mi diario caminar, observo ingresar a los jugadores a su entrenamiento, notando que lo hacen con un caminar lento, cabizbajos, con las manos metidas en las bolsas de sus pantalonetas o buzos. La mayoría no saluda, ni sonríe; denotan abatimiento, aunque hayan ganado un partido, mucho más cuando lo han perdido. Les falta altivez, presencia, esa fuerza que uno quiere ver en quienes le representan y gozan de nuestra admiración. Quisiera ver un ingreso a la gramilla que proyecte un aquí estoy yo, con energía, presto a dar la lucha, orgulloso de la Institución, disfrutando la vida, el momento, su trabajo. ¡Alegres!
Ese decaimiento no era la actitud en los primeros días de su llegada a nuestras instalaciones, cuando tenían una amplísima ventaja de puntos respecto al equipo que les seguía. Recuerdo que ese “colchón” de puntos lo fueron perdiendo y no más iniciaban el descenso cuando noté en ellos esa ausencia de alegría olorosa a derrota, que aún hoy muestran.
En toda organización la ausencia de gozo por parte de los colaboradores es fuente de mal trabajo y por lo tanto de fracaso institucional. Esto debe ser reconocido y atendido de manera oportuna y debida, es un asunto clave y por lo tanto urgente. Alguna vez escuché a un jugador decir que “no hay un sitio en el mundo en el que un hombre sea más feliz que en una cancha de fútbol”, y era un astro del deporte rey.
Pienso, luego pateo
Consolidado el grupo, corresponde ahora la labor de equipo. El término equipo refiere a un grupo de personas que se asocian para ejecutar una tarea, en un marco de eficiencia (empleando propiciamente los recursos con que cuentan) y eficacia (acertando en la ejecución de las tareas y logro de objetivos y metas), con clara eficiencia y alto nivel de éxito (complacencia y reconocimiento).
En este ámbito la presencia, en los miembros de la organización, de ciertas capacidades cognitivas básicas como la memoria, atención, concentración, inteligencia (entendida como capacidad de visualizar y resolver) y creatividad (inteligencia con humor o destreza), resultan de alto valor.
Las habilidades cognitivas son descritas como aptitudes o facultades mentales que nos permiten procesar todo aquello que nos rodea y formar así una respuesta adecuada en nuestro entorno.
Pues bien, hace ya bastantes años que, dada mi amistad y cercanía con un distinguido jugador del Herediano y la Selección Nacional, que luego fungió como preparador físico y director técnico de dicha representación, le sugerí que creáramos un programa con orientación matemática, tendiente a estimular y favorecer dicha función cerebral, con la pretensión de que los jugadores mejorarán en aspectos como, seguir indicaciones técnicas, prever jugadas oportunas, crear lances, tomar oportunas y rápidas decisiones, en fin, mejorar su específica labor en el equipo. Es un estimular pensamiento antes de patear la pelota.
La tarea de vigorizar capacidades de pensamiento en el personal es un aspecto que recomiendo en mis visitas a organizaciones (empresas o instituciones); sin embargo, percibo poco interés por el fortalecimiento de esta área, así como de aquellas otras que hoy se conocen con el nombre de habilidades blandas. La atención se centra más en la específica ejecución de las tareas.
Fortalecer la alegría en la ejecución de labores y promover capacidades cognitivas, puede ser faena de un motivador y un filósofo o matemático con sensibilidad y dominio en dicho campo mental. Para el futbol el lema sería: siento, pienso, disfruto,… luego pateo la bola.