Lina Barrantes.
A partir del ingreso no autorizado a Costa Rica de tropas de militares salvadoreñas, para ayudar en la emergencia que estamos viviendo, han surgido cientos de comentarios que confunden al lector. Uno de ellos me toca en lo personal: indica que la Fundación Arias para la Paz, institución en la que trabajé por cerca de 30 años, ingresaba al país tropas de militares.
Ante esta falsedad, quiero aclarar varias cosas: como le indiqué a mi amigo Mario Zamora, Ministro de Seguridad, las obligaciones del Estado son distintas a las de las entidades privadas. La Constitución no obliga a los militares que vengan de vacaciones a nuestro país a pedir permiso legislativo para ir a Tamarindo, o Manuel Antonio. No podemos confundir una visita privada con una visita gubernamental. Una Fundación, no es el Estado.
La Fundación Arias nunca ha sido reconocida por tratar con ejércitos -salvo para abolirlos-. El sueño del Fundador allá por 1992, cuando se establece el Centro para la Paz, era convertir a Centroamérica en la primera zona desmilitarizada del mundo. Trabajamos en eso, hicimos encuestas, hablamos con lideres políticos, y ese sueño no pudo hacerse realidad en la región. Con ese ahínco trabajamos y lo logramos en Panamá. Nos sentíamos muy orgullosos en la Fundación de hacer sido parte importante de la abolición de ejercito panameño, y muy orgullosos de tener una de las fronteras más pacificas del mundo: la que separa dos países sin ejército. Con ese mismo sueño viajamos a Haití, y conseguimos que de hecho el ejército de Haití se aboliera. Desgraciadamente años después fue reinstaurado.
Esto para aclarar lo obvio: ni Oscar Arias, ni la Fundación Arias nunca fueron promotores de los ejércitos. Trabajamos en el ámbito de la seguridad, por el control de armas, por la abolición de los ejércitos, y por el fortalecimiento del poder civil.
Durante esos mas de 30 años de esfuerzos, algunas veces nos relacionamos con militares, mas desde una perspectiva de investigación que desde otra cosa: Hicimos una investigación periodística en la que se desenmascaraba a los militares en Centroamérica llamada “Los Negocios de los Militares”, luego otra que se llamaba “Relaciones Civico-Miitares” comparadas, proyecto regional ejecutado en 1997 financiado por el Reino de los Países Bajos, y en cuya presentación del informe final viajó a Costa Rica el Ministro de Defensa de Uganda, quien con seguridad, era militar.
Luego ejecutamos por muchos años un proyecto que llamamos “Plurinacionales” que consistía en esfuerzos regionales por controlar el tráfico de armas. Este esfuerzo, reunía personal de Cancillería, de Sociedad Civil, de la policía, y de las oficinas de control de armas. Recuerdo ahí, un militar guatemalteco que dirigía DIGECAM (oficina de Control de Armas de Guatemala) que una vez vino a Costa Rica. Este fue financiado por los gobiernos de Suecia, Finlandia y Alemania.
Todo eso para aclarar que lo dicho por una diputada en días pasados sobre el ingreso de Brigadas Militares a Costa Rica, bajo el amparo de la Fundación Arias para la Paz, durante muchos años, es una vulgar mentira, que denota mala fe e ignorancia.