Fernando Fernández, Revista Visión CR.
Como todos los jueves, hoy haremos un recorrido histórico y visual por un pequeño pueblo llamado Hallstatt, una localidad ubicada en la costa oeste del lago Hallstatt, en la región montañosa de Salzkammergut, Austria.
Allí se pueden ver casas alpinas del siglo XVI y callejones con cafés y tiendas. Un funicular la conecta con Salzwelten, una antigua mina de sal con un lago salado subterráneo y con un mirador sobre el lago. Al oeste, un sendero llega hasta el valle de Echern, que posee cuevas glaciales y la famosa cascada Waldbachstrub.
Su historia
La sal era un recurso valioso, por lo que la región fue históricamente muy rica. Si el viajero decide visitar este pueblito austruiaco le será posible visitar la primera mina de sal conocida del mundo, llamada Salzwelten, ubicada sobre el centro de Hallstatt.

El pueblo también dio su nombre a la cultura celta de Hallstatt, de principios de la Edad de Hierro, y es Patrimonio de la Humanidad. Hallstatt es una popular atracción turística gracias a su encanto de pueblo pequeño, tan chico que se puede recorrer a pie en diez minutos.
Edad de Hierro
En 1846, Johann Georg Ramsauer (1795-1874) descubrió un gran cementerio prehistórico cerca de Hallstatt, que excavó durante la segunda mitad del siglo XIX. La excavación reveló 1045 enterramientos, aunque aún no se ha encontrado ningún asentamiento.

La comunidad de Hallstatt explotó las minas de sal de la zona, que se habían explotado esporádicamente desde el Neolítico, entre los siglos VIII y V a. C. El estilo y la decoración del ajuar funerario encontrado en el cementerio son muy distintivos, y los artefactos elaborados con este estilo están muy extendidos en Europa.
En las propias minas, la sal ha conservado numerosos materiales orgánicos como textiles, madera y cuero, y muchos artefactos abandonados, como zapatos, trozos de tela y herramientas, incluidas mochilas de minero, se han conservado en buen estado. Los hallazgos en Hallstatt abarcan desde aproximadamente el 1200 a. C. hasta alrededor del 500 a. C.

Hasta finales del siglo XIX, solo era posible llegar a Hallstatt en barco o por estrechos senderos. El terreno entre el lago y las montañas era escaso, y la propia ciudad agotaba cada rincón libre. El acceso entre las casas a orillas del río se hacía en barco o por el sendero superior, un pequeño corredor que atravesaba áticos. El primer camino a Hallstatt no se construyó hasta 1890, a lo largo de la orilla oeste, en parte mediante voladuras de roca.
Qué hacer en Hallstatt
Una primera obligada opción es subir hasta el Skywalk y contemplar Hallstatt desde las alturas.
Es uno de los pocos miradores de Hallstatt. Además de contemplar el pueblo desde las alturas, la panorámica que hay de las montañas es realmente alucinante. Para subir hay que coger un funicular, y también se puede subir caminando desde el pueblo.
La subida al mirador se puede combinar con la visita a la Mina de Sal más antigua del mundo, una de las cosas que ver en Hallstatt imperdibles.
Toda la visita es guiada, el visitante se adentra en el interior de la montaña y desde el momento que se llega a la parte alta de la montaña con el funicular, se tiene que caminar unos 600 metros para llegar a la cima.
La panorámica de Hallstatt «Postal view point»
No hay una visita a Hallstatt sin una foto desde este mirador. Es la fotografía más típica del pueblo y la que acostumbramos a ver por todas partes.
Subir al balcón de la iglesia de Pfarrkirche Mariä Himmelfahrt nos permitirá observar una de las mejores panorámicas que ver en Hallstatt.

También cuenta con un cementerio muy visitado, pero sabéis que no nos va mucho este tipo de turismo y preferimos quedarnos con las vistazas que hay desde el balcón.
Probar el reinankea la brasa.
Uno de los platos típicos de Hallstatt es el reinanke a la brasa, un pez que vive en el lago de Hallsatt y que cocinan a la brasa, los restaurantes presumen de estar pescado pocas horas antes en el lago.
También es típica la trucha alpina (char) y el salmón.
Este es un pueblo para sentir, respirar, observar, pasear, disfrutar… y por supuesto hacer muchas, muchas fotos…