Federico paredes, analista agroambiental, Revista Visión CR.
Lo sentimos, pero no lo tocamos, lo escuchamos, pero no lo vemos; pareciera una adivinanza, pero lo cierto es que estas son características del viento.
El aire es un fluido inodoro, incoloro e insípido que se ubica en la región baja de la atmósfera terrestre y que resulta indispensable para la existencia de los seres vivos sobre el Planeta.
Los filósofos griegos lo consideraban un elemento compuesto de oxígeno y nitrógeno, aunque más tarde se comprobó que estaba conformado por dióxido de carbono, gases inertes, vapor de agua y polvo; estos dos últimos varían en cantidad dependiendo del tiempo y del lugar.
Cuando estamos en las zonas tropicales, disfrutamos de una brisa que nos refresca, pero en ambientes templados, en donde hace frío, esa brisa que disfrutamos en los trópicos, es la que nos aumenta la sensación de tenerbajas temperaturas en las latitudes del norte y que por cierto, nos dificulta un poco respirar.
Hay una dinámica interesante en los niveles de intensidad con el aire. Cuando su manifestación es leve, la llamamos brisa, al aumentar su intensidad, la llamamos viento fuerte o “ventolero” y si la intensidad sube, se le conoce como “viento huracanado”. Si excede los 100 km/h. entra en la categoría de huracanes, ciclones o tifones, y no debemos olvidar a los tornados también.
El término tifón es empleado frecuentemente en Asia, para denominar lo que en el continente americano llamamos huracán; ambos términos se refieren al mismo fenómeno.
Los arquitectos han desarrollado el concepto de “ventilación cruzada”, para referirse a aquella corriente de aire que pasa de un extremo de la casa o edificio, a otro, rozando los cielos rasos y que permite refrescar de manera sostenible, los ambientes internos; se evita de esta manera la utilización de ventiladores o de equipos de aire acondicionado.
Los marinos por su parte han construido a través de los tiempos, embarcaciones movidas por la acción del viento, llamadas veleros. El concepto ha tomado auge en tiempos modernos para caricaturizar a aquellos botes que, desplegando sus velas, son movidos por las corrientes de aire oceánicas e inclusive se ha establecido una categoría deportiva llamada, “competencia de veleros”.
En griego, “eos” significa viento y de ahí el término “eólico”. Igualmente, los meteorólogos utilizan el instrumento “anemómetro” para medir la intensidad de las corrientes de aire. Lo interesante es que ese término deriva del vocablo “ánima” el que a su vez deviene del término griego “neuma” que no es otra cosa que “viento”. En ambientes automovilísticos usamos la palabra “neumático” para señalar la parte interna de las llantas de los carros, que justamente están llenas de aire.
Vale decir que el aire en sí es un modo de transporte de otros gases como el humo (de vehículos, de incendios y de erupciones volcánicas), el amoniaco, el anhidrido sulfuroso y otros similares. Las mismas partículas de polvo del desierto del Sahara, por ejemplo, son trasladadas desde el norte de África hasta el continente americano por las corrientes de aire caliente, cubriendo una distancia que supera los 10.000 km.
Esta característica del viento en la atmósfera terrestre no ocurre en la Luna, ni tampoco en varios de los planetas del Sistema Solar.
La aeronáutica, disciplina dedicada a desarrollar formas de transporte aéreo, ha tomado forma a lo largo de los siglos, y vemos que los modernos aviones despliegan velocidades de más de 800 km/h en las masas de aire que cruzan, cualidad que sería simplemente imposible de no existir este gas.
Los deportes de aventura no se podían quedar atrás y son varias las modalidades de disfrute que se han ido conformando. Una de ellas, el parapente, permite que el usuario de este deporte se desplace desde un punto alto hasta un valle o planicie, unos kilómetros más allá, maniobrando un ala rectangular o delta, aprovechando las buenas corrientes de aire.
Otra forma es usando los globos aerostáticos, famosos en la región de Capadocia, Turquía y que fueron el plato principal de la película de 1956, “La vuelta al mundo en 80 días”, protagonizada por Cantinflas y David Niven, que nos mostró esa gran posibilidad de desafiar la gravedad y poder desplazarse de un punto a otro con el uso de estos globos.
Una forma más sofisticada de transporte fue el dirigible de Hindenburg que, saliendo de Alemania hacia EUA, fracasó al destruirse por un incendio cuando aterrizaba en Nueva Jersey en mayo de 1937. Esto disolvió la posibilidad de usarlo como un medio comercial de transporte aéreo. Sin embargo, se le usa en la actualidad, para mostrar mensajes publicitarios.
Por último, hemos de decir que una de las formas verdes o sostenibles de generar energía eléctrica, es con el uso de antenas eólicas como las 17 estructuras que están ubicadas en las colinas de Santa Ana- Ciudad Colón, para contribuir con la matriz energética del país y que además son consideradas ideales para captar las corrientes de aire que tenemos en el territorio nacional.
Fue contra estos molinos de viento que luchó nuestro querido Don Quijote y su asistente Sancho Panza en un lugar de La Mancha, “de cuyo nombre no quiero acordarme”.
