Gilberto Lopes, periodista y analista internacional.
Hacer que Alemania vuelva a ser grande
Occidente echa de menos el liderazgo alemán, dijo el conservador canciller Friedrich Merz el pasado 6 de junio, un día después de su regreso de Estados Unidos, donde se reunió con el presidente Donald Trump.

El viaje había despertado expectativas, después de las críticas de Trump a la Unión Europea y a su posición en la OTAN, donde exigió que Europa aumentara sustancialmente su contribución a los esfuerzos militares de la organización.
“Alemania es el país más grande, más poblado y económicamente más poderoso de Europa y le corresponde asumir el liderazgo dentro de la UE y más allá”, afirmó Merz, asegurando que es una tarea política hacer que Alemania “vuelva a ser grande”.
Es una idea que desarrolla Daniela Schwarzer, exdirectora del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores y de la Open Society Foundations en Europa y Asia Central, en su artículo “The end of German complacency”, publicado tres días antes del discurso de Merz.

“El largo período de hesitación estratégica de Alemania ha terminado”, anunció Schwarzer, para quien el nuevo canciller está destinado a implementar el Zeitenwende, el histórico “punto de inflexión” que su antecesor, el socialdemócrata Olaf Scholz, anunció pero no terminó de llevar a cabo como sectores más radicales pretenden.Un papel que Merz está dispuesto a asumir.
“El elemento de mayor alcance de la política exterior inicial de Merz es su énfasis en la búsqueda de la autonomía estratégica europea. Alemania se ha embarcado en su mayor esfuerzo de rearme desde 1945, destinando 400 mil millones de euros a defensa y seguridad”, diceSchwarzer. En su opinión, de este modo Alemania consolida su credibilidad como socio dentro de la OTAN y en el mundo.
Decisiones que implican la renuncia a dos principios a los que, hasta ahora, Merz era un reconocido adherente. El primero es que durante mucho tiempo fue un firme atlantista. Ahora admite que “ya no se puede confiar en Estados Unidos”.

El otro era el compromiso con la estabilidad fiscal, de la que Wolfgang Schäuble, su mentor político, exministro de Finanzas (2009-2027) del gobierno de Angela Merkel, era decidido defensor.
Junto con el hoy Secretario General de la OTAN, Mark Rutte, entonces primer ministro de los Países Bajos, se encargaron de imponer las radicales medidas de austeridad a Grecia en 2010.
Las negociaciones tenían como objetivo garantizar el pago de una deuda cuyos mayores acreedores eran bancos europeos, principalmente alemanes. Al imponerse las condiciones radicales de esa derecha europea “Grecia se convirtió en un protectorado de las potencias dominantes de la zona euro que se comportan como en tierra conquistada”, dijo el belga Éric Toussaint, portavoz del Comité para la abolición de las deudas ilegítimas (CADTM).
Lo cierto es que entonces era difícil imaginar una derecha más radical en Europa que la encarnada por esos dos personajes. Oliver Nachtwey, profesor asociado de Análisis de la Estructura Social en la Universidad de Basileay miembro del Instituto de Investigación Social de Frankfurt, nos recordaba que mientras la austeridad impuesta por Schäuble a países como Grecia ayudaba la expansión del capital alemán, la austeridad doméstica impuesta en Alemania funcionaba como una forma de controlar el aumento de los salarios y fortalecer la competitividad alemana frente a sus vecinos europeos.

Nachtwey publicó su libro –Germany’shidden crisis– en 2018, sobre lo que llamó la decadencia social en el corazón de Europa, una crisis anunciada que tiene a la economía alemana estancada desde hace tres años.
El primer ejército convencional de Europa
El enorme aumento del gasto en defensa propuesto por Merz, –dice Schwarzer– solo fue posible gracias a una enmienda constitucional flexibilizando el límite de endeudamiento del país. Si es para gasto militar, no solo Alemania, sino los países miembros de la Unión Europea, están ahora liberados de los límites de gastos hasta hace poco vigentes.
El objetivo es convertir el alemán en el “primer ejército convencional de Europa”. Por ahora, no tienen armas atómicas, pero el desarrollo de los acontecimientos no hace difícil pensar que pronto el tema se puede poner a debate.
En sus tres primeras semanas de mandato, Merz se reuniótres veces con el presidente de Ucrania, y visitó países del frente, en una eventual guerra con Rusia –Polonia, Lituania y Finlandia–, antes de viajar a países que, en otras circunstancias, serían sus primeras visitas, entre ellos Estados Unidos y el Reino Unido.
El 22 de mayo Merz viajó a Lituania para presidir la instalación de una brigada de tanques alemanes en Vilna, en las cercanías de la frontera con Bielorusia. Lituania es el único país báltico que no tiene fronteras con el territorio ruso, salvo con la provincia de Kalingrado, un enclave situado el oeste, entre Lituania y Polonia, en la costa del mar Báltico.
Es la primera brigada alemana basada fuera del país desde el final de la II Guerra Mundial. «Proteger Vilna es proteger Berlín», dijo Merz. Unos días antes, en Finlandia (el más reciente miembro de la OTAN, junto con Suecia), Merz manifestó su convicción de que la guerra de Ucrania “no acabará pronto”.
Al día siguiente, Merz se reunió en Kiev con Zelensky, para discutir el apoyo militar alemán y el europeo a Ucrania. «Haremos lo que esté a nuestro alcance para apoyar militarmente a Ucrania”, aseguró.
Anunció el levantamiento de las restricciones de alcance para las armas suministradas a Ucrania por británicos, franceses, alemanes y estadounidenses. “Queremos permitir el uso de las armas de largo alcance, y aunque no hablaremos de los detalles, intensificaremos la producción conjunta de armamentos, dijo Merz en una rueda de prensa con Zelensky el 28 de mayo.

Algo que, según el ministro de Defensa alemán, podrá ocurrir en pocas semanas, una vez en marcha el programa de producción conjunta de armamentos de largo alcance en Ucrania. Para eso Berlín suministrará otros cinco mil millones de euros de ayuda militar a Ucrania, que se suman a los 28 mil millones ya otorgados desde 2022.
Un contrato firmado entre los ministros de Defensa de ambos países contempla el suministro y producción de sistemas de defensa antiaéreos, municiones y apoyo logístico, incluyendo comunicación por satélites.
Autorizada a atacar posiciones militares a profundidad en el territorio ruso, el 1 de junio Ucrania atacó cinco aeropuertos militares rusos a miles de kilómetros de la frontera, destruyendo algunos de sus bombarderos estratégicos. MinnaÅlander, investigadora no residente del programa de Defensa y Seguridad Transatlántica del Center for European Policy Analysis (CEPA) y miembro senior del Foro Mundial Libre de Estocolmo, recordó entonces que Ucrania solo realizó esta operación (que naturalmente requirió mucho meses de preparación) después de que Merz levantara toda restricción al ataque de objetivos dentro de Rusia, lejos de la línea de frente.

¿La amenaza rusa?
Un eventual triunfo en el conflicto en Ucrania podría poner el ejército ruso, golpeado pero triunfante, justo en la frontera de la OTAN, desde el mar Negro hasta el Océano Ártico, afirma el Institute for the Studyo fWar (ISW), una institución norteamericana que hace un seguimiento diario del desarrollo de la guerra.
“Ayudar a Ucrania a recuperar el control de todo, o de la mayoría de su territorio será mucho más ventajoso, pues empujaría las fuerzas rusas más hacia el este”, dice el estudio, publicado en diciembre del 2013.
El documento desarrolla todo tipo de especulaciones sobre los riesgos del avance ruso hacia las fronteras de la OTAN. Un ejército ruso desplegado en la frontera de la OTAN obligaría a enorme gastos para disuadirla de una agresión, agregan.
Un estudio para el ISW, sobre “El alto costo de perder Ucrania”, firmado por Natalya Bugayova, concluye que la fortaleza de Rusia depende de su triunfo en Ucrania. Ayudar a Ucrania a triunfar no solo impedirá que desaparezca como nación independiente, sino que asestaría “un golpe asimétrico a la amenaza rusa y a la coalición antiestadounidense”, aseguró.
Pero, en realidad, no ha sido Rusia quien ha avanzado hacia las fronteras de la OTAN, sino la OTAN la que ha avanzado miles de kilómetros, desde los años 90 del siglo pasado, hasta la frontera rusa. Una eventual incorporación de Ucrania a la OTAN terminaría por hacer realidad el contacto de la organización con prácticamente toda la frontera occidental rusa, solo interrumpido por el territorio de Bielorusia.
Armarse para la guerra
Esos comentarios sobre la amenaza rusa a la OTAN han justificado el aumento del gasto militar en la Unión Europea y en Alemania, en particular. Bruno Kahl, jefe del servicio de inteligencia alemán (BND), advirtió que Rusia podría atacar a los países de la OTAN concluida la guerra en Ucrania. “Tenemos datos de inteligencia de que Ucrania es solo una etapa en el camino de Rusia hacia Occidente, declaró el pasado 10 de junio. Eran las mismas ideas que ya había planteado el año pasado, hablando ante el parlamento alemán.

Kahl no aporta datos para sostener su afirmación sobre la amenaza rusa a los países de la OTAN. Pero, con la afirmación justificaba el incremento del gasto militar acordado por el gobierno alemán, argumentando que el objetivo de Rusia, en ese eventual conflicto, sería expulsar los Estados Unidos de Europa y hacer retroceder las fronteras de la OTAN hacia donde estaban a fines de los años 90’s. O sea, antes del inicio de su ampliación hacia el este.
Hablan de una guerra con Rusia como si esa fuera una guerra que alguien pudiera ganar. Naturalmente, un conflicto de esa envergadura no podría ser más que una guerra nuclear. Pero esa realidad no es considerada de forma explícita por quienes defienden un aumento de los gastos militares en Europa como forma de prevenir una guerra con Rusia, a la que ponen, inclusive, diversas fechas.
Hablando en Londres, el mismo día en que Kahl hacía se presentación al parlamento alemán, el Secretario General de la OTAN, Mark Rutte, pedía un aumento de 400% en misiles aéreos y de defensa para contener una amenaza rusa que, en su opinión, podría materializarse en cinco años. ”Nuestros militares necesitan miles de vehículos armados y tanques, millones de proyectiles de artillería, debemos duplicar nuestras capacidades operativas”, afirmó Rutte.

Joschka Fischer, ministro de Relaciones Exteriores de Alemania entre 1998 y 2005 y líder del partido Verde durante dos décadas,justifica un punto de vista similar afirmando que las élites rusas interpretan como una gran tragedia el resultado de la Guerra Fría y la disolución de la Unión Soviética. El ataque a Ucrania es, hasta ahora, el intento más ambicioso de revisar esa historia. Pero “podemos esperar mucho más”, asegura.
En su visión del mundo, mientras Rusia amenaza Europa Occidental, China avanza en el mundo de la Inteligencia Artificial y de la renovación de su equipo militar. De modo que Europa necesita establecer una sólida disuasión para enfrentar esa realidad.
Un gran cinismo
Para el canciller ruso, Sergei Lavrov, la implicación directa de Berlín en el conflicto en Ucrania ya es evidente. «Alemania se desliza por el mismo plano inclinado hacia el colapsoen el que ya se ha movido un par de veces en el siglo pasado».
“La Unión Europea no ha aprendido las lecciones de la historia –dice Lavrov–, al reunirse una vez más bajo una bandera nazi para intentar infligir una derrota estratégica a Rusia”. «Se está reviviendo el nazismo más real. Hay muchos ejemplos de ello. Incluidas las declaraciones del nuevo canciller de Alemania, el señor Merz, de que es hora de que Alemania vuelva a liderar Europa. Hay que ser un gran cínico para pronunciar tales palabras».
Ante este escenario, la directora de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, Tulsi Gabbard, llega a la conclusión de que “estamos más cerca que nunca del borde de la aniquilación nuclear”. «Las élites políticas y los belicistas fomentan despreocupadamente el miedo y las tensiones entre las potencias nucleares», pensando que podrán protegerse a sí mismos y a sus familias en refugios nucleares…»
O, como dice el excanciller de Brasil, Celso Amorim, hoy asesor del gobierno de Lula, “nunca viví en un mundo tan peligroso. No es un peligro teórico. En Gaza es genocidio. Y el número de muertes en Ucrania es también gigantesco”. Guerras que representan un riesgo real de salirse de control. “Estamos hablando de la supervivencia de la humanidad”, advirtió.
¡Tiene razón!