Ante la pérdida de valores, la vida no vale nada…

Ante la pérdida de valores, la vida no vale nada…

“Lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos”

 (Martin Luther King)

“Los miembros de esta generación tendremos que lamentarnos no solo por las palabras y los actos odiosos de las malas personas, sino por los clamorosos silencios de las buenas”

 (Ken Follett, escritor)

Adriana Núñez, periodista Visión CR

Duele decirlo pero la crisis de valores e inseguridad del país, ha llegado a su punto más álgido. Y por ello, como la gota de agua sobre la piedra, seguiremos hablando del tema hasta perforar los corazones endurecidos.

Hace varios años, me topé con un interesante boletín emitido por la Universidad Autónoma de México (UNAM), en el cual se reflexionaba sobre los valores, un tema que me ha apasionado siempre, pues de su enseñanza y práctica, depende en gran medida que el acontecer social sea armonioso y seguro, especialmente para las nuevas generaciones.

El artículo en cuestión, publicado a principios de noviembre de 2020, era claro al señalar que: “el aumento de la violencia, las disputas por territorios en algunas regiones del mundo, el incremento en los índices delictivos, la lucha del poder por el poder mismo, sin pensar en la sociedad, son situaciones cada vez más comunes y pasaron de ser preocupantes a cotidianas; hechos a lo que el ser humano se acostumbra -lamentablemente- y vive a diario”.

Nada más cierto que lo publicado en ese documento, pues incluso en nuestra propia sociedad costarricense, hemos visto lo poco que vale la existencia para personas -la mayoría jóvenes- que día con día cometen ilícitos en el país, arrebatándole al prójimo hasta la vida con tal de tomar venganza, robarle sus pertenencias o simplemente quitarles del camino.

Y lo peor es que miles de ciudadanos, lamentablemente, ya ven como normal esta situación tan dramática que provoca dolor, inseguridad, miedo y un profundo caos a lo interno de las naciones que la padecen.

Nunca antes Costa Rica había sufrido tantas pérdidas humanas, desencuentros, inmoralidades y vejaciones como ha ocurrido en los últimos años. Y en gran medida, ello puede achacarse no sólo a la falta de mayores recursos en materia policial sino que primordialmente se debe a dos factores esenciales: una educación endeble en materia de valores y el desinterés de autoridades e incluso de familiares, que se hacen de la vista gorda frente a sus responsabilidades fundamentales y a quienes les da pereza velar por el cumplimiento de las leyes que rigen el hogar, la comunidad o la nación como un todo.

De acuerdo con el catedrático de la UNAM, Manuel González Orozco, citado en el documento, “los humanos adquirimos valores durante nuestra vida; en primer lugar en casa, escuchándolos, y después en la escuela, poniéndolos en práctica. La construcción de éstos refleja el desarrollo del pensamiento del ser humano, que atraviesa por varias etapas que van desde lo más concreto hasta lo más sutil; una de las primeras cuestiones que nos ayuda a desarrollarlos es la negación, que generalmente adquirimos a partir de concreciones, como cuando nos dicen ‘no hagas eso’ o ‘no toques aquello’.

“Lo que llamamos valores muchas veces tiene una connotación prosocial, es decir, ayuda a la convivencia armónica de las personas; pero cuando se pierden los valores van en sentido contrario; en vez de buscar un bien común, empatía o solidaridad, únicamente buscan el bien personal. Esto desde un punto de vista más clínico, podría llegar hasta a transformarse en ciertas patologías, como son la psicopatía y la sociópata”, indicó González.

Remedios existen

Pese a que la situación de los valores es precaria en nuestros días, existen formas para recuperarlos. Entre ellas están las campañas y mensajes coordinados a través de los medios masivos de comunicación y por supuesto, programas educativos puntuales, en escuelas y colegios, que demanden la participación del hogar y a los que se les brinde un interés prioritario.

Fortalecer la educación en valores es fundamental

Pero más allá está el ejemplo de quienes cuentan con la posibilidad de alcanzar a las masas a través de sus palabras y por supuesto, de sus acciones. A políticos, maestros, deportistas, dirigentes y otras figuras públicas hay que exigirles decoro, honestidad, transparencia, respeto, modales. No más chabacanería. Empecemos por cuidar lo que decimos. Las palabras tienen poder, como señala la Biblia, tanto para edificar como para destruir; de ahí que debemos usar el lenguaje con sabiduría y cuidado. Proverbios 18:21 dice: «La muerte y la vida están en poder de la lengua».

Para difundir con éxito esos y otros conceptos, la clave está en aunar esfuerzos desde las instancias públicas y privadas con el objetivo de transformar la realidad de manera asertiva.

Lo refiere el especialista de la UNAM, al señalar:

“Ha habido ciertos momentos en la historia en los que se han desarrollaron antivalores, como el racismo, la aceptación de la esclavitud, la pérdida de la libertad, la discriminación o el machismo. Esto se está trasformando y ahorita vemos que se cuestiona porque se está tratando de disminuir esas conductas negativas”.

Así como un cambio positivo en el abordaje de dichos temas ha alcanzado a grandes mayorías, de igual manera se pueden retomar otros tópicos tales como la criminalidad, el consumo y venta de drogas, el sicariato, el abuso infantil, la corrupción o la pornografía.

Pareciera que es momento de despertar del letargo en que está sumido nuestro país frente a la violencia verbal, física, psicológica y moral que se está ejerciendo desde los más altos escenarios citadinos hasta los puntos más recónditos de la geografía nacional. Estamos sin duda alguna, inmersos en una sociedad enferma.

Pero para lograr su pronta recuperación, el movimiento debe ser colectivo y a él deben unirse los tres poderes del Estado, iglesias, medios de comunicación, instituciones públicas, escuelas y colegios -públicos y privados- empresas, organizaciones comunales, representantes del arte y la cultura… de manera que los mensajes despierten y permeen a la población. Un reto para las autoridades nacionales que tienen el deber de no desafinar, sino más bien de dirigir adecuadamente la orquesta…

Como decía Gandhi, “No hay camino para la paz, la paz es el camino”.

Para cerrar esta nota, transcribo algunos párrafos de la hermosa y significativa canción del fallecido cantautor cubano, Pablo Milanés, en cuyas palabras se recogen sentimientos de respeto, solidaridad y amor…

 

La vida no vale nada si no es para perecer

porque otros puedan tener lo que uno disfruta y ama.

La vida no vale nada si yo me quedo sentado

después que he visto y soñado que en todas partes me llaman.

La vida no vale nada cuando otros se están matando

y yo sigo aquí cantando, cual si no pasara nada…

La vida no vale nada si escucho un grito mortal

y no es capaz de tocar mi corazón que se apaga.

La vida no vale nada si ignoro que el asesino

cogió por otro camino y prepara otra celada.

La vida no vale nada si se sorprende a otro hermano

cuando supe de antemano lo que se le preparaba.

La vida no vale nada si cuatro caen por minuto

y, al final, por el abuso, se decide la jornada…

 

 

 

 

 

Visitado 146 veces, 146 visita(s) hoy

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *