- El hallazgo, que se produjo tras casi dos décadas de espera, permitirá conocer mejor al pueblo nabateo pues los restos tienen al menos “2000 años de antigüedad”.
Adriana Núñez, periodista Visión CR
El pasado mes de agosto y tras casi dos décadas de espera y un meticuloso trabajo, un equipo de arqueólogos -en el cual participó Richard Bates, geofísico de la Facultad de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente de la Universidad St. Andrews, en Escocia- desenterró 12 esqueletos ubicados en una cámara funeraria prácticamente intacta, muy cerca del famoso Edificio del Tesoro de “la ciudad rosa” de Petra, Jordania, excavación que según lo ha indicado la revista National Geographic, “abre una puerta hacia los grandes misterios guardados bajo sus ruinas.”
Aún asombrado por el descubrimiento, Bates declaró ante reporteros de BBC Mundo que “quedó maravillado al percatarse del hallazgo de una tumba intacta en la famosa estructura”.
Desde hace más de 20 años, diversos investigadores y científicos estaban deseando obtener los permisos correspondientes para realizar nuevas excavaciones en Petra, el enclave arqueológico ubicado en Jordania que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1985 y el cual, también forma parte de la lista de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo desde 2007.
Tras recibir autorización para continuar hurgando en los restos históricos, y con el fin de lograr el objetivo de una importante investigación realizada por el equipo multidisciplinario, los arqueólogos decidieron utilizar un potente radar de penetración terrestre -técnica que emplea pulsos de radar para detectar objetos subterráneos- y que aplicaron durante la búsqueda en el delicado monumento del Tesoro, conocido localmente como Al Khazneh.
Se cree que los esqueletos y los artefactos podrían tener al menos unos 2.000 años de antigüedad.
Este descubrimiento, ubicado precisamente debajo del edificio del Tesoro, incluye además de los esqueletos, variados artefactos que según los expertos “podrían tener al menos 2.000 años de antigüedad” y que por supuesto, permitirán a los investigadores entender mejor cómo era la vida de la tribu de los nabateos, antiguos nómadas árabes quienes durante el siglo VI a. C., emigraron del oeste de Arabia y se establecieron en la zona, logrando que prosperara su reino en el desierto desde el siglo IV a. C. hasta el 106 d. C. cuando finalmente fueron anexionados al Imperio Romano.
El edificio del Tesoro de Petra
La majestuosa edificación es la primera construcción que encuentra el viajero que visita el sitio, una vez que emerge del “Siq”, es decir, del camino serpenteante abierto entre la roca arenisca que forma un estrecho desfiladero de casi 1.5 km de extensión. Es la ruta que se debe recorrer para llegar a la ciudad escondida de Petra, en Jordania.
El ancho máximo de dicho camino alcanza unos 3 metros y su profundidad respecto a la altura de las rocas aledañas puede ser de hasta 70 metros.
A lo largo de la estrecha ruta se pueden ver canales para la distribución del agua, construidos en tiempos de los nabateos. Consistían en tuberías de arcilla que canalizaban el agua desde el llamado manantial de Moisés, ubicado en la localidad de Wadi Musa, hasta la ciudad de Petra. También los viajeros pueden apreciar distintos nichos tallados en la piedra, dedicados a las deidades que adoraba el pueblo nabateo.
La ciudad rosa enclavada en piedra
Según los relatos bíblicos, fueron los edomitas – un pueblo que se desarrolló a partir de la descendencia de Esaú, hermano de Jacob y cuyos integrantes habrían tenido cabellos “rojos” como lo indica el término hebreo “Edom”- quienes levantaron en la región montañosa del mismo nombre, la ciudad de Petra, lugar que alcanzó su máximo esplendor bajo el dominio nabateo, a lo largo del siglo VI en gran parte porque estaba ubicada en medio de una ruta comercial muy importante.
En esta impactante zona, excavados en piedra, sobresalen templos, tumbas, túneles, presas y canales que se funden en el subyugante paisaje de arenisca rojiza.
Algunos historiadores indican que para los nabateos, Petra era como una localidad religiosa-funeraria, pues ellos mismos la bautizaron como “la ciudad para el día de mañana”.
A pesar de que llegaría a alcanzar un auge enorme en muy poco tiempo, tal florecimiento no le duraría mucho a la también llamada “ciudad rosa”, pues algunos investigadores señalan que un cambio en las rutas comerciales, varios terremotos y otros fenómenos naturales, hicieron que durante el mismo siglo VI d.C. sus habitantes fueran abandonando el enclave y por tanto, Petra cayó en el olvido.
No sería sino hasta el siglo XIX, cuando “la ciudad perdida” fue redescubierta por el suizo Jean Louis Burckhardt, viajero y geógrafo de origen suizo, quien encontró en 1812 sus impactantes ruinas. Burckhardt murió a los 32 años, tan solo cinco años después del hallazgo.
Aunque de Petra todavía se sabe relativamente poco, su nombre resonó con más fuerza en épocas recientes gracias a la cinematografía, pues el edificio del Tesoro, apareció en 1989 en la película «Indiana Jones y la última cruzada» de Steven Spielberg.
Y ahora, tras el hallazgo de los doce esqueletos y de los múltiples objetos que los rodeaban, quizás emerjan datos significativos que permitan ahondar en la historia de esa misteriosa localidad.