Lech Wałęsa, Ex prisionero político, Ex Presidente de Polonia.
Su Excelencia, Señor Presidente:
Hemos observado con miedo y disgusto su conversación con el presidente Volodymyr Zelensky. Es insultante que espere que Ucrania muestre gratitud por la ayuda material de Estados Unidos en su lucha contra Rusia.
nca.
Debemos agradecer a los heroicos soldados ucranianos que han derramado su sangre durante más de 11 años para defender los valores del mundo libre y su patria, atacada por la Rusia de Putin.
¿Cómo puede el líder de un país que simboliza el mundo libre no reconocer esto?
La atmósfera de la Oficina Oval durante esta conversación nos recordó los interrogatorios de los Servicios de Seguridad y los debates en los tribunales comunistas.
En aquel entonces, los fiscales y los jueces, actuando en nombre de la policía política comunista, nos dijeron que ellos tenían todo el poder mientras que nosotros no teníamos ninguno. Exigieron que detuviéramos nuestras actividades, argumentando que personas inocentes sufrían por nuestra culpa. Nos privaron de nuestras libertades por negarnos a cooperar o expresar gratitud por nuestra opresión. Nos sorprende que el presidente Zelensky haya recibido un trato similar.
La historia demuestra que, cuando Estados Unidos se distanció de los valores democráticos y de sus aliados europeos, terminó poniéndose en peligro a sí mismo. El presidente Wilson lo comprendió en 1917, cuando Estados Unidos se unió a la Primera Guerra Mundial. El presidente Roosevelt lo supo después de Pearl Harbor en 1941, al darse cuenta de que defender a Estados Unidos significaba luchar tanto en el Pacífico como en Europa junto a las naciones atacadas por el Tercer Reich.

Sin el presidente Reagan y el apoyo financiero de Estados Unidos, el colapso del imperio soviético no habría sido posible. Reagan reconoció el sufrimiento de millones de personas en la Rusia soviética y sus naciones conquistadas, incluidos miles de prisioneros políticos. Su grandeza residía en su postura inquebrantable, llamando a la URSS un “Imperio del Mal” y enfrentándola decisivamente. Ganamos, y hoy su estatua se encuentra en Varsovia, frente a la Embajada de Estados Unidos.
Señor presidente, la ayuda militar y financiera no se puede equiparar con la sangre derramada por la independencia de Ucrania y la libertad de Europa y el mundo. La vida humana no tiene precio. Debemos agradecer a quienes sacrifican su sangre y su libertad, algo que para nosotros, ex prisioneros políticos del régimen comunista de la Rusia soviética, es evidente.
Instamos a Estados Unidos a que respete el Memorándum de Budapest de 1994, que estableció una obligación directa de defender las fronteras de Ucrania a cambio de renunciar a las armas nucleares. Estas garantías son incondicionales; en ningún momento sugieren que dicha ayuda sea una mera transacción económica.

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