Para entender los orígenes históricos del conflicto habría que remontarse a la revolución islámica chiita del Ayatola Jomeini en 1979 y la caída del Sha de Irán. Desde entonces surgió en Teherán una teocracia islámica shiita, no árabe, anti-occidental que establece como objetivo eliminar al estado de Israel y se deterioran aceleradamente los vínculos entre las dos potencias regionales.
Aunque el capítulo más reciente del conflicto habría sido el ataque de Hamás (proxy de Irán) dentro del territorio de Israel el pasado 7 de octubre de 2023. Al día siguiente el primer ministro Benjamín Netanyahu anunció que Israel estaba en guerra defensiva frente a sus enemigos históricos. Y dio inicio a los operativos de las Fuerzas de Defensa de Israel en Gaza y más tarde se produjo el ataque a Irán.
Podría decirse que el ataque del 07 de octubre desembocó en la operación León Ascendente de Israel en Irán a partir del 13 de junio de 2025. Y a la vez ahora el conflicto está entrampado en una serie de ataques y represalias directas de ambas partes con drones y misiles.
El objetivo de León Ascendente es la auto defensa de Israel, es decir evitar que la teocracia de Irán se convierta en una potencia nuclear y adquiera la posibilidad técnica de borrar a Israel del mapa con su fuerza nuclear. Aunque Irán insiste en que su programa nuclear es pacífico el director de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) ha advertido que ya Irán dispone de suficiente uranio enriquecido para fabricar bombas nucleares.
Irán ha ingresado recientemente como miembro de los BRICS y aspira a convertirse en el décimo estado nuclear del mundo.
Desde luego, Israel es históricamente el aliado principal de los Estados Unidos en el Medio oriente mientras que Irán es el mayor enemigo de Washington en la zona pero el posicionamiento de Estados Unidos en esta guerra ha sido muy matizado. Y Trump sigue insistiendo en que promueve una salida pacífica y un acuerdo nuclear con Teherán.
Detrás del gobierno de Irán se han posicionado claramente dos potencias nucleares: la República Popular China y también la República Islámica de Pakistán. Así como también Corea del Norte, Turquía y Afganistán.
Asimismo Hamás, las milicias iraquíes pro-Irán, los Hutíes de Yemén y Hezbollah en el Libano.
A favor de Israel se ha manifestado en buena medida el G7 constituido por los Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Alemania, Italia, Francia y Japón.
En lo que se refiere a la América Latina son aliados de Irán los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua. De hecho, la Venezuela de Nicolás Maduro es la base de operaciones de Irán en la región latinoamericana.
La postura de Rusia ha sido la más diplomática. Una derrota de Irán en la guerra sería funesta para Rusia que depende de Teherán como proveedor y aliado esencial en su guerra con Ucrania.
El mandatario ruso Vladimir Putin ha llamado por teléfono al presidente de Irán Masoud Pezeshkian y al primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu para ofrecerse como mediador del conflicto.
El gobierno de Trump por medio de su Secretario de Estado Marco Rubio ha expresado que los Estados Unidos no participa en el conflicto mientras que Trump ordenó sacar el personal de todas las embajadas estadounidenses del Medio Oriente unas pocas horas antes del primer ataque de Israel a Irán. Pero si suspendió las negociaciones sobre el acuerdo nuclear que tenía contempladas con personeros iraníes para el domingo 15 de junio. En otros momentos Trump ha recomendado a las autoridades de Irán llegar a un acuerdo de paz con Israel y volver a la mesa de negociaciones con Estados Unidos y comprometiéndose a descontinuar su programa nuclear.
Mientras transcurren los enfrentamientos también Washington ha movido portaviones y aviones hacia la zona de combate pero sin participar directamente. Netanyahu ha manifestado que Israel mantiene la coordinación con Estados Unidos. Da la impresión de que Trump está detrás, apoyando políticamente a Israel, pero sin involucrarse directamente en los hechos bélicos. Mientras que Netanyahu espera el involucramiento de las fuerzas armadas estadounidenses que poseen las Bunker-buster bombs o armas anti-bunker con la capacidad tecnológica necesaria para destruir el programa nuclear persa.
Los silencios son también interesantes. El mundo árabe permanece en silencio y al margen de los acontecimientos. No pueden apoyar a Israel pero tampoco están con Irán que recordemos no es árabe sino persa.
Los estados islámicos sunnitas también han estado muy prudentes y distantes del conflicto. No apoyan al gobierno de Israel pero tampoco simpatizan con el islamismo chiita de los ayatolas de Alí Jamenei en Irán.
El nuevo mandatario de Siria Ahmed al-Charaa, también muy silencioso, e incluso ha autorizado a Israel para que utilice el espacio aéreo de Siria en sus operativos hacia objetivos iraníes. Así se confirma el giro que ha dado el nuevo jefe de estado sirio.
Los gobiernos de Arabia Saudita, Qatar y Emiratos Árabes Unidos, recientemente visitados por Trump, también han estado muy prudentes.
En la América Latina también varios gobiernos evitan posicionarse a favor de la teocracia de Irán y por lo tanto en contra de Israel, aliado principal de los Estados Unidos. Pero también evitan apoyos a Israel para no enemistarse con China que apoya a Irán.
La excepción es el presidente Javier Milei, el amigo principal de Israel en la América Latina, quién estuvo de visita en Jerusalén hasta la víspera del Operativo León Ascendente y fue distinguido allí como el primer jefe de estado en recibir el Premio Nobel Judío por su lucha contra el antisemitismo. Milei se ha mostrado como el jefe de estado latinoamericano más leal a Israel mientras que Nicolás Maduro se ha manifestado como el más firme aliado de Irán en el conflicto.
Una salida posible para algunos gobiernos latinoamericanos es hacer llamados a la solución pacífica y diplomática del conflicto, y así no hieren ni a Estados Unidos, ni a China, ni a Rusia, que por lo demás también está promoviendo la solución diplomática.
En medio de la guerra ha empezado la Cumbre del G7 en Alberta, Canadá y aunque Trump debió abandonarla prematuramente para atender asuntos de la contienda si aprobó una declaración de sus líderes con puntos interesantes. Efectivamente los líderes del G7 reiteraron su compromiso con la paz y estabilidad del Medio Oriente.
Pero también afirmaron que Israel tiene derecho a defenderse y declararon que Irán no debe poseer un arma nuclear. También manifestaron que Irán es la principal fuente de inestabilidad regional y terrorismo.
Desde las Naciones Unidas su Secretario General Antonio Guterres ha seguido llamando a la máxima prudencia y a la paz, sin mayor impacto en la evolución de los acontecimientos.
Desde Costa Rica, se teme sobre todo el incremento de los precios del petróleo y los combustibles, un eventual bloqueo en el estrecho de Ormuz y una escalada de la guerra incluyendo a nuevos actores.
El comentario de Oscar Álvarez tiene una inexactitud en el siguiente párrafo:
“A favor de Israel se ha manifestado en buena medida el G7 constituido por los Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Alemania, Italia, Francia y Japón”.
Francia es más proclive a apoyar a Iran que a Israel; por lo menos así lo ha expresado Macron cuando impulsa sanciones a Israel por lo de Gaza y ahora por los ataques a Teherán.
Lo cierto es que el papel más tibio e irrelevante lo ha tenido Guterres y la ONU en general. Esta organización confirma su total desactualizacion en un mundo cada vez más complicado.