Mario Franceschi.
Hay un debate nacional – generado por los rectores de las universidades públicas – sobre el FEES, y sobre la educación nacional.
Es, en todo el sentido de la frase, una obligación ciudadana el defender la educación nacional. Un país con educación mediocre es un país condenado a la pobreza y al subdesarrollo.
Pero… una cosa es el financiamiento de la educación nacional y otra, muy diferente, es el FEES. El presupuesto del Ministerio de Educación y el FEES son totalmente independientes. Y para nadie es un secreto que la educación nacional básica (primaria y secundaria) está en un estado realmente calamitoso no solo desde el punto de vista curricular, sino también estructural y administrativo. Nuestra educación básica es, sencillamente, mediocre. A lo largo de las últimas 4 décadas, la calidad ha caído a niveles realmente alarmantes.
Y es ahí, precisamente, donde encontramos los verdaderos problemas surgidos del llamado «apagón de la educación nacional». Cuatro décadas de errores y administraciones ministeriales politiqueras y mediocres que han tenido como consecuencia que el trapito de dominguear que era nuestra educación básica haya caído a niveles tan paupérrimos .
El problema de nuestra educación NO está en las universidades públicas. Ese es un problema muy diferente. No es de calidad educativa (las universidades estatales tienen un muy buen nivel educativo) sino de conciencia y prioridades.
Cuando don Omar Dengo dijo que «gastar pródigamente en educación no es cuestión de finanzas» se refería, específicamente, a la educación básica (primaria y secundaria), no a la universitaria o superior. De hecho, cuando don Omar dijo tales palabras, NO había en Costa Rica una universidad pues la Universidad de Santo Tomás fue cerrada en 1886 con la reforma educativa de don Mauro Fernández.
No fue sino hasta la década de los años 40s del siglo pasado, durante la administración del Dr. Rafael Angel Calderón Guardia que se fundó la Universidad de Costa Rica en 1943 (57 años después del cierre de la Universidad de Santo Tomás). Así que, repito, las palabras de don Omar Dengo se referían a la educación básica. Y yo estoy totalmente de acuerdo con ese pensamiento. Debemos de invertir todo lo que podamos en recuperar la otrora óptima calidad de nuestra educación básica.
Basta con observar y tomar como ejemplo lo hecho por aquellos países que tienen los mejores resultados en las pruebas PISA globales: China, Singapur, Macao, Japón, Taiwán, Corea del Sur, Finlandia, Estonia, etc. y comprobar el énfasis y la absoluta prioridad que dedican a su educación general básica.
La educación básica es absolutamente vital para poder construir una nación próspera y socialmente justa. Y esa sí es una emergencia nacional. Y ese sí es un tema que debería de lanzar a las calles a toda la población de este hermoso país.
El Fondo Especial para la Educación Superior no es una emergencia nacional. Las universidades públicas están con muy buena salud financiera y, además, exigen más a sabiendas de que no tienen ese derecho; no solo por una cuestión moral sino de constitucionalidad pues el Artículo 85 Constitucional limita ese fondo a «de acuerdo con la variación del poder adquisitivo de la moneda.» Y también el ejecutivo tiene toda la razón y derecho de proceder a relegar a la Asamblea Legislativa la decisión de asignar el monto de ese fondo pues «Cualquier diferendo que surja, respecto a la aprobación del monto presupuestario del plan nacional de Educación Superior Estatal, será resuelto por la Asamblea Legislativa.»
Hoy, en la Costa Rica de nuestro presente, tenemos dos muy serios problemas:
1- La paupérrima calidad de nuestra educación general básica y
2- Las desproporcionadas exigencias de los rectores universitarios cuando negocian el FEES.
En lo personal, soy ferviente defensor de atacar y solucionar el problema No. 1 porque el mejorar – invertir pródigamente – la educación básica tendrá también consecuencias beneficiosas en la seguridad nacional (lucha contra el narcotráfico y el sicariato juvenil) y en disminuir el alto porcentaje de pobreza que sufre el país.
Una última sugerencia. En la década de los años 70s del siglo pasado, las monjas franciscanas del Colegio Saint Clare iniciaron un programa de becas para estudiantes pobres, con excelencia académica, de las escuelas del cantón de Moravia. Cientos de estudiantes, que obviamente no podían pagar una educación de la excelencia de este colegio privado, nos beneficiamos de poder asistir becados a esa institución. Incluso daban becas para estudiar en Estados Unidos y obtener el diploma de High School (fui uno de esos afortunados).
Entonces… ¿Por qué no emitir una ley o decreto ejecutivo – que NO se traiga abajo la sacrosanta Sala IV – para que TODOS los colegios privados de este país implementen un programa de becas similar al que implementaron las monjas del Colegio Saint Clare? Sería un enorme impulso a la educación básica que es donde Costa Rica tiene el más urgente asunto que atender. Ahí les dejo la idea para que Rodrigo Chaves lo discuta con la señora ministra de educación.
En cuanto al FEES… acá estoy a la espera de lo que vaya a decidir la Asamblea Legislativa de Costa Rica. Confío (cajita blanca para mí) que los diputados harán lo correcto y le ponen coto a la rapiña de esa «élite académica» que, a como se ven las cosas, han hecho creer al país que defender el astronómico monto que piden para el FEES es defender la educación nacional.
¡¡Nada más alejado de la realidad!!
Y también espero que, si no es en este año pues que sea lo más pronto posible, el porcentaje que le corresponde del FEES al TEC y a la Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica – UNED – se aumente en detrimento de los abultados porcentajes que le corresponden a la UCR y a la UNA. Estoy convencido que tanto el TEC como la UNED cooperan con mayor eficiencia en la formación profesional que el país necesita para enfrentar esta IV Revolución Industrial que es una realidad a nivel global.
Nada más acertado y claramente especifico, el comentario del señor Franceschi, ojalá repercuta en cada uno de los lectores, y pasemos todos los que estamos convencidos que ésta es una tremenda realidad, y logremos convertirlo en un llamado a luchar pacíficamente pero con tal fortaleza y apoyo, para lograr que la educación en Costa Rica, se libre de la desproporcionada avarícia y soberbia de las rectorias de principalmente la UCR y la UNA