¿Es el fin del «orden mundial liberal»?
Grigor Atanesian – Servicio Ruso de la BBC
Durante los tres años transcurridos desde la invasión en gran escala de Ucrania, Estados Unidos y sus aliados han tratado a Rusia como un paria internacional, culpable de violar mel derecho internacional.

Ahora, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha dado la vuelta a la tortilla: ha restablecido relaciones con Moscú, al tiempo que se niega a calificar a Rusia de agresor o a declarar a Ucrania víctima de la guerra.
Esto alcanzó un punto álgido el pasado viernes durante una acalorada reunión entre Trump y el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, en la que discutieron abiertamente sobre la guerra en Ucrania y cómo ponerle fin.
Para algunos parece como si el «orden mundial liberal» -que tiene sus raíces en la década de 1990- estuviera en vías de desaparición.
Pero, ¿es realmente así?
La era de la hegemonía liberal
El término «orden mundial liberal» engloba un sistema de relaciones internacionales basado en compromisos, principios y normas.
En su esencia se encuentra el derecho internacional e instituciones como Naciones Unidas (ONU), su Asamblea General y su Consejo de Seguridad.
El «orden mundial liberal» también representa un conjunto específico de valores como el libre comercio, defendido por instituciones como la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

El planteamiento principal es la creencia ideológica de que la democracia liberal occidental representa el mejor modelo de gobierno.
Las violaciones del derecho internacional pueden ser oficialmente identificadas mediante resoluciones de la Asamblea General de la ONU o sentencias de la Corte Internacional de Justicia.
El Consejo de Seguridad de la ONU puede entonces imponer sanciones económicas o, en casos extremos, autorizar una acción militar.
En la práctica, las sanciones y las intervenciones militares suelen llevarse a cabo sin la aprobación de la ONU, algo que Rusia lleva mucho tiempo criticando.
En su intervención en la Conferencia de Seguridad de Múnich de 2007, el presidente ruso, Vladimir Putin, declaró que «el uso de la fuerza sólo puede considerarse legítimo si lo autoriza la ONU. Y no necesitamos sustituir la ONU por la OTAN o la UE (Unión Europea)».
En un discurso pronunciado en Varsovia en 2023, el entonces presidente de Estados Unidos, Joe Biden, describió la guerra de Ucrania como una «gran batalla por la libertad» librada entre un orden basado en normas y otro basado en el poder bruto.
El entonces presidente Joe Biden en un discurso en Varsovia en marzo de 2022.
Al lanzar la invasión a gran escala de Ucrania, Rusia no solo infringió el derecho internacional a ojos de muchos países, sino que también lanzó el guante a una forma de gestionar los asuntos mundiales.
Desde 2014, el propio Putin ha empleado la fuerza militar sin autorización de la ONU. Desde la perspectiva occidental, la agresión de Rusia contra Ucrania representa la violación más flagrante desde la Guerra Fría del orden basado en el derecho.
«Hemos visto cómo se han violado tres tipos de principios fundamentales del orden», declaró al Financial Times G. John Ikenberry, profesor de Política y Asuntos Internacionales de la Universidad de Princeton.
«Uno es que no se utiliza la fuerza para cambiar las fronteras territoriales. En segundo lugar, no se utiliza la violencia contra la población civil como instrumento de guerra. Y en tercer lugar, no se amenaza con utilizar armas nucleares. Y Putin ha hecho las dos primeras y ha amenazado con la tercera. Así que estamos ante una verdadera crisis del orden basado en el derecho», afirmó.
En respuesta, el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha afirmado que el enfoque occidental no tiene en cuenta el derecho internacional ni las instituciones de la ONU.
Moscú señala con frecuencia el bombardeo de Yugoslavia por la OTAN en 1999, la invasión de Irak liderada por Estados Unidos en 2003 y el reconocimiento de la independencia de Kosovo en 2008 como ejemplos de acciones occidentales emprendidas sin la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU; violaciones, según Rusia, de los propios principios consagrados en la Carta de Naciones Unidas.
Putin y Trump se encontraron varias veces sobre el primer mandato del presidente estadounidense.
Una de las pruebas contemporáneas más importantes a las que se ha enfrentado el orden mundial liberal ha sido la postura de Washington en el conflicto entre Israel y Hamás.
Muchos países criticaron duramente al gobierno de Joe Biden por su apoyo militar a Israel, acusando a Washington de indiferencia ante la muerte de decenas de miles de palestinos.
«Es claramente hipocresía, un doble rasero», dijo Numan Kurtulmus, presidente del Parlamento de Turquía, en una entrevista con The Washington Post.
«Es una especie de racismo, porque si no aceptas a las víctimas palestinas como iguales a las ucranianas, significa que quieres crear una especie de jerarquía dentro de la humanidad. Esto es inaceptable».
Ikenberry reconoce que el «orden mundial liberal» estaba «muy ligado a Estados Unidos, al dólar y a la economía estadounidense. Se trataba de la OTAN y las alianzas más que del Consejo de Seguridad de la ONU».
En resumen, dice, se puede pensar en ello como la «hegemonía liberal» de Estados Unidos.El cambio de Estados Unidos de ejecutor a disruptor
Los países que pretenden desafiar el orden internacional existente son calificados tradicionalmente de «potencias revisionistas».
Políticos y analistas estadounidenses llevan mucho tiempo aplicando este término a China y Rusia, argumentando que ambas naciones tratan de disminuir la influencia de Estados Unidos en la escena mundial.
Pero en los últimos meses, dice el profesor Ikenberry, es el propio Estados Unidos el que se ha convertido en la principal potencia revisionista del mundo y el gobierno de Trump está tratando de desmantelar «prácticamente todos los aspectos del orden mundial liberal», desde el comercio y las alianzas hasta la solidaridad democrática y la protección de los derechos humanos.
«Mi gobierno está rompiendo de forma decisiva con los fracasos en política exterior de la pasada administración y, francamente, del pasado», declaró recientemente Trump.
Donald Trump y Volodymyr Zelensky protagonizaron una encendida discusión en el Despacho Oval.
A diferencia de otros cambios radicales introducidos por su equipo, este giro será particularmente difícil de bloquear por el Congreso y el poder judicial, ya que la política exterior cae de lleno bajo la autoridad del presidente.
Y es precisamente enmarcándolo en los intereses estadounidenses cómo el gobierno de Trump ha justificado el acercamiento a Rusia.
«Creemos que la prolongación del conflicto es mala para Rusia, mala para Ucrania y mala para Europa. Pero lo más importante, es mala para Estados Unidos», escribió el vicepresidente estadounidense, JD Vance, en las redes sociales.
Sin embargo, la revolución diplomática de Trump sigue siendo su política menos popular.
Una encuesta reciente mostró que los estadounidenses están a favor de sus políticas de inmigración por encima de todo, mientras que sus posturas sobre la guerra entre Rusia y Ucrania y el conflicto entre israelíes y palestinos son las que menos apoyo cosechan.
Mientras tanto, más de dos tercios de los estadounidenses consideran a Ucrania un aliado, y casi la mitad tienen una opinión favorable del presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky.